Hace unos días se distribuyó de forma oficiosa el informe del IGME de Miguel Megías y Pozo. Es de agradecer el interés tomado por este evento hidrogeológico y geográfico y el trabajo realizado. El informe presenta abundante información e ilustraciones, fundamentalmente mapas geológicos.
Como ya se expresaba en una entrada anterior, el estudio se basa en unos cuatro o cinco afloramientos detectados a finales de diciembre de 2015 y primeros de enero de 2016, sin que se hayan tenido en cuenta otros muchos aparecidos o descubiertos con posterioridad.
Tampoco se han manejado datos de los piezómetros disponibles y se incurre en algunos errores en este tema.
Cuando se describen los afloramientos no se enfatiza tanto en el concepto de "reperforación" de los ojuelos como se hacía en el titular de La Tribuna el 11 de febrero de 2016, casi desvirtuando y descalificando las noticias aparecidas anteriormente. En realidad se describe someramente lo que se cree que pudo haber ocurrido, como parecería lógico en un trabajo que persigue la objetividad.
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