El calendario escolar se establece anualmente por parte de las autoridades educativas. En ese proceso intervienen los sindicatos y, de alguna manera, el resto de grupos implicados más directamente en la Educación.
Parece lógico que desde los primeros niveles educativos se trabaje el significado de cada fiesta. Un alumno o alumna puede estar muy identificado con determinada celebración y celebrarla, entenderla y vivirla y, sin embargo, desconocer otras.
Hay fiestas que tienen un marcado carácter religioso pero, en general, todas, han trascendido ese ámbito y se ha generalizado su seguimiento. En realidad es un complejo ejercicio de equilibrios...cambiantes e inestables entre la religión (o las religiones y sus diferentes tiempos), a veces el imperioso clima (o tiempo atmosférico), las tradiciones populares (en las que suele mezclar lo religioso con lo pagano hasta límites muy difíciles de discernir), la economía y, en particular, determinados trabajos, campañas, cosechas, labores, la política con sus vaivenes, sus deseos y sus hechos y sus contradicciones y, además, con las modas o tendencias que van llegando de fuera o surgiendo de nuevas.
Evidentemente también hay diferencias regionales, provinciales y municipales importantes. Hay otras verdaderamente variopintas como puede ser la celebración de un evento llamado deportivo...
De manera que se hacen necesarias algunas reflexiones sobre estas cuestiones. Por un lado es aplicable el refrán del patrón y el marinero, es decir, si la autoridad declara una fiesta se debe observar y cumplir con la norma. Si, como es el caso, el alumnado y en ocasiones, las familias, no conocen el significado de determinadas festividades, lo aconsejable sería que, legalmente, se establecieran los medios para subsanar esas carencias. El voluntarismo puede ser plausible pero es, a su vez, en la mayoría de los casos, ineficiente, intermitente y no garantiza la consecución de los objetivos de los que hablamos, a pesar del gran valor que pueda tener.
Hace ya unos años, por ejemplo, la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha ofrecía la posibilidad de celebrar un día más de carnaval -tres en lugar de dos-si se daba el compromiso por parte del profesorado de trabajarlo en los días previos. Parecía lógico.
¿Qué sentido tiene un día festivo escolar dedicado a la Constitución Española si el alumnado no sabe nada de ese tema? ¿Y del día de la Hispanidad o del Pilar? ¿Tiene sentido el día del Maestro o, con la terminología actual, el día de la Enseñanza si no median una serie de trabajos y actividades que hagan comprensible dicha celebración? ¿Y la fiesta de los Santos?¿Tiene sentido ese día de fiesta escolar sin programar absolutamente nada? ¿Es lógico que una fiesta que suele ser de las que más habitantes moviliza en toda España no se trabaje lo más mínimo en la Escuela? Se pueden y deben hacer tantas excepciones como sean necesarias. Y, acercándonos un poco más a esta peculiar fecha ¿es lógico que se haya generalizado la celebración de Halloween escolarmente también sin que haya mediado palabra? A mis alumnos y alumnas de seis años les digo que nadie olvida su cumpleaños para celebrar el de una persona desconocida...¡y eso es lo que estamos haciendo! ¿No sería más lógico dejar esa celebración, llamémosla anglófona o simplemente foránea, para el exclusivo aprendizaje del idioma y la cultura inglesas? ¿No se podría trabajar de forma atractiva y, dependiendo de los casos, no católica, esta fiesta? Yo, cuando tengo alumnas o alumnos musulmanes, les pido que nos hagan dibujos, que nos escriban redacciones, que nos enseñen fotografías, que nos cuenten su celebración de la fiesta del Cordero o del Ramadán. ¿Por alguna razón no se puede hablar del día de Todos los Santos? Por cierto, no es el día de ir al cementerio sino el que se celebra a todos los santos y santas de la Humanidad. Tampoco pasaría nada -más bien al contrario, sería aconsejable-por hablar del día de los Difuntos. Y, además del contenido religioso, está todo el acervo cultural de un país como España que, por si fuera poco, cuenta con el impresionante bagaje de América del Sur y Central. No se podrá negar que no se celebra por falta de interés educativo sino por esta inercia comercial y económica interesada que nos ocupa y que lo invade todo, incluyendo algo tan importante como la Educación. En un libro especialmente significativo de Eduardo Galeano se puede leer una frase del siglo XIX que decía algo así como "hemos guardado un silencio muy parecido a la estupidez", con todo el respeto del mundo.
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