Más de una vez, y más de dos, me ha ocurrido que he tenido la sensación de estar ante los amos del campo, los dueños y señores de caminos, senderos, vías pecuarias y otros espacios públicos. Así, he observado cómo algunas personas, muy pocas, afortunadamente, han perdido todo el sentido del respeto y de la camaradería, para comportarse como intransigentes sin educación y sin medida.
Veamos. Circulo por una carretera nacional, la N-430, entre Daimiel y Arenas de san Juan, y observo como en un cambio de rasante sin visibilidad alguna se paran a hablar un tractorista y un camión. Como no se oyen bien, uno de ellos se baja, y se acerca a la ventanilla...O bien, a la crítica hora de entrar a un colegio o instituto una persona para su coche para hablar con un viandante, son alcalde y operario, respectivamente, cortando el paso e impidiendo llegar a tiempo. Ante un gesto cortés te devuelven, con malos modos, los suyos y la pitada, y la próxima vez, te afean cualquier detalle sin trascendencia. Vas por la calle principal de un pueblo o ciudad y se te cruzan peatones, por ejemplo, de una edad que no justifica esa invasión, menos aún, al ver o escuchar el vehículo...Circulas y te paran en mitad de una calle, varios minutos, unos conversadores que no pueden apartarse unos metros para dejar el paso. Se considera, nos guste o no, normal, en cuanto que cotidiano, aunque no debería serlo.
Sin embargo, parece, o debería ser, en el campo las cosas son diferentes. Caminos de tierra, baches, alterones, piedras, charcos...intersecciones en noventa grados, o en "pata de gallina"... El tiempo, su vivencia, también es diferente. Pero siempre hay algún ...¿prisillas? que llega y pita, gesticula o echa en cara, incluso cuando se le ha ofrecido, sin verdadera necesidad, apartar el coche. Puede que se esté en una situación mental de autoridad por la que, ante un coche no identificado o una actitud no correspondiente con los esquemas más habituales, se desate esa reacción de mala educación y nulo respeto. Es como si se destapara de golpe el atasco de mal humor acumulado por vaya usted a saber qué. Los amos del campo son así.
Pero yo aprendí de pequeño que en el campo nos regimos por unas normas no escritas, por un código cargado de solidaridad y caballerosidad. Así, un tractor, en un camino, generalmente, desacelera, se aparta o incluso se sale del camino, ante un coche. Un todoterreno hace lo propio ante un turismo. Un coche, a su vez. cede el paso a los viandantes, a los deportistas, a los ciclistas,...Hay muchas situaciones que complican la situación. Un tractor con remolque, cargado, no puede frenar en determinadas pendientes, por ejemplo. Un coche lo tiene más fácil para retroceder y ceder el paso. Pero lo cierto es que hay personas que no respetan en el campo y, curiosamente, son verdaderos infractores en la carretera y en las calles. Puede que quien pita sea un tardón que nunca piensa en los demás, en el bien común. No se tarda nada en "tirar" un poco y apartarse, ni en perder, por ejemplo, cinco, diez segundos...o, simplemente, en darle tiempo al cerebro para dar una respuesta educada, respetuosa, en situaciones de lo más normal.
Una vez ví como el conductor de un todo terreno, aposta, se salía de las rodadas de la nieve por las que venía circulando, para salpicar a un coche que se aproximaba. Para más inri, era miembro de un colectivo dedicado, supuestamente, a ayudar a los demás. Así, nos retratamos para siempre. Nos hacemos una verdadera radiografía, o una espiritugrafía, que dijo una vez un escritor en un bar en la glorieta de Bilbao, en los años ochenta, de cómo somos. Esa imagen, para los observadores, permanecerá quizá por años, y tendrá más fuerza que cualquier otro testimonio. Y estos amos del camo se retratan fielmente con sus pequeñas mezquindades. Para terminar, todos cometemos errores y, lo más importante es respetar y tener la capacidad de reconocer nuestros fallos y pedir perdón. No somos quién para juzgar a nadie, pero, como decía Shakespeare, si me pinchan ¿no sangro?
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