Ya hoy, a 20 de mayo de 2020, miércoles, con tres días en la fase 1 del llamado desescalamiento, me viene a la mente la idea de una nueva pandemia, la pandemia del miedo. Desde mi modesta posición y mi exigua experiencia, pero diversificada y heterogénea, me parece percibir que ahora lo que está contangiándose muy deprisa es el miedo. Así, escucho hablar de un síndrome que no conocía, el de la cabaña. Otras personas me hablan de desánimo, de inseguridad, de dificultades para afrontar con serenidad esta salida del encierro.
Como me estoy perdiendo toda la serie televisiva, radiofónica y perdiodística desconozco los cauces por los que nos estamos moviendo. Pero si en un pueblo o ciudad que lleva sesenta días sin poder ir a un bar no se aprecia una afluencia considerable creo que es un síntoma de algo. ¿Precaución? Quizás.
Alomejor es el momento de abordar este problema de otra manera pero, ante la inmensa avalancha de opiniones, datos y hasta sentencias de expertos ¿quién se atreve a hablar? Y hay más, sin conocer el calado real de lo que está ocurriendo, opinar desde el desconocimiento es muy arriesgado. Espero que mis palabras se entiendan desde el respeto, que es el punto de partida.
Pero no comparto la visión negativa, ni la botella medio vacía, ni los temores ni miedos. Precauciones hay que tomar. Nos hablan de dos metros de distancia, por ejemplo, de acuerdo. Ayer un camarero bromeaba, a esa distancia de mí. Yo, le seguí la broma:
-¡Échamelo! -dije, abriendo la boca...
Y es que la contradicción está ahí, desde el primer día. Las comparaciones, también. El desconocimiento sobre miles de cuestiones, surge a diario. Hoy, una persona me decía, ante mi optimismo, que no había casi contagios porque no salimos...¿Eso es cierto?¿está demostrado?¿es así?
No lo sé. Yo no tengo una opinión formada sobre si deberíamos ir más deprisa o más despacio pero sí sobre la forma de afrontarlo anímicamente, cuando se pueda.
No comparto esa idea, escuchada ayer, de que el miedo guarda la viña. La viña la guardan las personas honradas, y, en segundo lugar, sus dueños y las autoridades. Y, si todo el mundo tiene comida suficiente, la viña se guarda, prácticamente, sola. Siempre hay algún ansias comelindes, un perturbado o un delincuente, pero eso parece ser inevitable.
Pero el miedo no es buen consejero. El cumplimiento de normas que tengan lógica, sí. Y si tenemos que hacer caso a nuestras autoridades, que dicen basarse en expertos, no entiendo las razones por las que haya que aumentar las medidas de seguridad. Si tengo que dejar dos metros de distancia con una persona, y hasta hace poco eran un metro y medio -también dicho por expertos- ¿porqué tengo que distanciarme más?, por poner un ejemplo real.
Desde luego, parece llegado el momento de instaurar una confianza sensata, que tienda a eliminar esos miedos que hacen sufrir a tantas personas.
Lo que solemos llamar, arbitrariamente, buen tiempo, ya está aquí. Las condiciones de habitabilidad para cientos de miles de personas empiezan a cambiar rápidamente. Y se acerca, aunque falta un poco, el fin de la primavera, el inicio del verano, la temporada tur´ñistica por antonomasia, el fin del curso escolar...
Como decía, el miedo no guarda nada y la incertidumbre tampoco es buena consejera. Ya pensando en el curso académico 2020-2021 no deberíamos aventurarnos lo más mínimo a hacer predicciones negativas. Nos evitará malestar y facilitará nuestra felicidad. Y es que, antes de septiembre, tenemos que terminar mayo, empezar junio, terminarlo, pasar el verano...Así que, ¿miedo?no, gracias. ¿Precauciones? las necesarias. Pero sólo las necesarias.
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