No ha llovido mucho, pero sí lo suficiente para que algunas gambas duende, branquiópodos anostráceos, hayan podido despertar a este otoño, con toques primaverales, que parece escaparse hoy mismo. El viernes pasado, 20 de noviembre de 2020, me pareció ver su lento movimiento en esas aguas ya teñidas de tierra, y opacas. Ayer, domingo, volví a percibir un par de estelas. Y hoy, con más calma, las he podido ver. Tienen un centímetro de longitud, aproximadamente y, a simple vista, no he detectado la presencia de huevos en el ovisaco.
En el enclave concreto en el que las he vuelto a ver es la cuarta vez que "aparecen" en lo que va de año. Como mínimo ha habido cuatro generaciones en 2020, aunque las primeras se solaparon con la última de 2019 y con las sucesivas de los dos primeros meses.
Durante la pandemia, aunque pude hacer cierto seguimiento, no obtuve toda la información deseable. De cualquier manera, ya bien entrada la primavera, volvieron a eclosionar, al menos, en dos emplazamientos en el término municipal de Piedrabuena. Además, localicé otro enclave con gambas almeja (branquiópodos concostráceos) pero con un acceso limitado que me impide, por el momento, comprobar si también se dan allí las gambas duende.
Lo cierto es que ahora mismo, en este mes de noviembre, si llegan las lluvias esta misma semana, como está previsto, es muy probable que las gambas duende puedan completar, una vez más, su ciclo completo de reproducción y pueda volver a nacer otra generación.
En cuanto a la pervivencia de agua, a pesar de las escasas lluvias de las últimas semanas, hay que tener en cuenta que la evaporación es muy baja y que las temperaturas, muy moderadas, no propician el secado completo de estos pequeños espacios húmedos.
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