Ayer, mi amigo Mariano Rivero, dueño del Bar Galería "El Canguro Violeta" de Piedrabuena, Ciudad Real, me regaló una fotografía que me hizo hace unos dos años. La había imprimido en un formato muy curioso, muy pequeño. Y es que tiene una impresora como de bolsillo que va imprimiendo casi sueños.
Me dice Mariano que le envíe una foto con el móvil. Abre su correo y la manda a la mini-impresora. Empieza a trazarse una línea sobre la pantalla de su móvil mientras, a la vez, va apareciendo esa fotografía que le acabo de enviar, ya en el papel. Es como si ya pudiéramos imprimir hasta nuestros sueños, nuestros deseos, como si pudiéramos materializarlos en pocos segundos.
Vienen a mi memoria aquellos tiempos de mi adolescencia en la que los días y las semanas se nos hacían eternos, esperando que llegara un carrete (era otro formato, analógico. Los carretes solían tener doce, veinticuatro o treinta y seis fotogramas) revelado y positivado.
Ahora, en unos minutos se produce la magia múltiple de la Fotografía, el sueño hecho realidad. Visto, fotografiado y hecho ya sobre el papel. Imprimiendo sueños que perduren, los famosos espejos con memoría del siglo XIX. Pero, al lado, un dispensador de gel nos avisa de que no todo va a la misma velocidad...
Muchas gracias, Mariano, por imprimir sueños, por seguir en el empeño de mostrar fotografías de tantas personas, en tantos lugares, desde sitios recónditos del planeta a rincones también de nuestra mente, de nuestros sentimientos, de nuestros quehaceres, de nuestras vidas. Gracias también por permitirnos hablar y escuchar, por crear un espacio de libertad de expresión, de creación, de reflexión, de contacto y de compartir. Así podremos seguir imprimiendo sueños...
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