Ayer pasé delante de lo que fue "la Pastelería de Sinfo", en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.
Hice algunas fotografías con el móvil y hoy, al verlas, me he puesto a recordar. Creo que hace unos cincuenta años desde que la cerraron, pero tendré que informarme preguntando a alguna de sus hijas.
Sinfo era como llamaba todo el mundo a Sinforoso Román Merino. Me vienen a la mente algunas imágenes de esa tienda cargada de magia y deseo. Había un mostrador de cristal en el que se exhibían los dulces. En especial me llamaban la atención los merengues y los mojicones. A un miembro de mi familia le encantaban. Era casi una obligación pasar por allí los domingos, después de misa, a comprar algo.
Es muy poco más lo que puedo añadir. Que Sinfo era muy buen pastelero, que además era amigo de mi padre y que lo recuerdo sentado, en la puerta de su casa, siempre con una sonrisa y dispuesto a saludar. Quizás que con su cierre muchos nos quedamos sin algo muy importante de nuestra infancia y que echamos de menos durante años ese establecimiento. Y que aquellos merengues eran una verdadera delicia que nos hacían muy felices los domingos por la mañana.
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