Ayer pude ver la exposición fotográfica de Eduardo A. Ponce en el Bar-Galería "El Canguro Violeta" de Piedrabuena. Después leí su interesante presentación. Nos dice, por ejemplo:
"Este proyecto comenzó con el propósito de mostrar escenas misteriosas, enigmáticas, curiosas, de una playa que es eminentemente turística..."
Y nos habla de esas situaciones vitales en las que hemos tenido que cruzar una frontera, de subjetividad, de sentimientos...Y eso es lo que me pareció ver en esas fotos en blanco y negro. Me parecieron micropaisajes, detalles olvidados, exiliados de nuestra mirada cotidiana, pero presentes, al fin y al cabo, en esos rincones de una playa muy transitada. Son como naturalezas muertas con mucho poder evocador, con potencial expresivo e introspectivo, con mucha vida.
Me siento especialmente vinculado e identificado con esa idea de captar lo pequeño, lo inerte, lo imperfecto, los deshechos...de los que brota, precisamente, el impulso vital.
Me parece que se trata de una muestra real, fiel, noble, con respecto a una idea, a un sentimiento, a una búsqueda, que huye de efectismos y lugares comunes. Es como si, a través de esos fragmentos rotos, se pudiera recomponer un viaje interior que nos invita a cruzar también la frontera de lo más convencional.
Enhorabuena a su autor, Eduardo A. Ponce, Ingeniero Superior Informático y profesor en un centro público de Sevilla y mi agradecimiento a Mariano Rivero, por hacernos posible viajar y llegar hasta esta frontera tan personal y llena de sugerencias.
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