Seguimos con preocupación, dolor e indignación los acontecimientos en torno a la guerra de Ucrania. No salimos de nuestro asombro por estos actos bélicos tan injustificados e injustos. Nos sorprende la actitud de algunas personas, colectivos y hasta medios de comuniciación y países en cuanto a la posición tomada. Supimos ayer que en Rusia se ha prohibido nombrar las palabras "guerra" e "invasión" para referirse a lo que está ocurriendo desde la noche del pasado 24 de febrero de 2022 (nocturnidad, premeditación y alevosía). Pero más nos sorprende que en Venezuela, por ejemplo, sigan al pie de la letra las órdenes del Kremlin. Así, "Telesur", habla de "conflicto", de "crisis" y de "confrontación". ¡Vergonzoso!
Pero hoy queremos hablar de algunas personas que viven fuera de Ucrania, concretamente en Villarrubia de los Ojos. Nos cuenta Ludmila que hay cinco ucranianos en nuestro pueblo. Ella lleva veinte años aquí, está casada con un villarrubiero y tiene dos hijos. Allí, al oeste del país, ya cerca de Polonia, están sus padres y su hermana.
Hablan a diario y, ahora más que nunca, se siente atada y pendiente del teléfono. Con la preocupación constante de lo que está ocurriendo, rezando y sufriendo en la distancia. Sus hijos siguen el conflicto y también hablan a diario con sus abuelos. En su casa han puesto una bandera de Ucrania y desean, con todas sus fuerzas, que esto acabe lo antes posible. Mientras, en el bar, siguen las noticias sobre ataques, muertes de niños, destrucción y, esperemos -un rayo de esperanza- las conversaciones entre Rusia y Ucrania.
Desde este pequeño rincón de información y opinión deseamos que la guerra cese inmediatamente y que nunca más las armas callen las palabras.
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