Hace unos días estaba dando clase a mi alumnado, de primero de Educación Primaria. Son chicas y chicos de seis a siete años, y ya llevamos juntos desde septiembre del año pasado. Esto quiere decir que me conocen y saben que me encanta todo lo relacionado con la Naturaleza. De pronto me doy cuenta de que tengo una tijereta (Forficula auricularia) en mi brazo. No salgo de mi asombro. Miro al techo, miro al suelo, miro sobre mi mesa... buscando una explicación. No lo comprendo. ¿Cómo ha llegado este curioso animal a mi brazo? ¿Ha trepado desde el suelo?¿Habrá caído sobre mí? Me levanto y empiezo a enseñar el "fenómeno" a mis alumnas y alumnos. Se rien unos y otros se apartan, al ir pasando por uno de los pasillos entre las mesas. Los tranquilizo.
-Tranquilos, chicos, no pasa nada, ya os he dicho muchas...¡¡¡¡Aahhh!
Se monta un jaleo considerable de gritos de sorpresa, miedo y risas. Algunos se apartan, otros se levantan.
-¡Ssshhhhh! No pasa nada, tranquilos, lo que decía, que os he dicho muchas veces que hay que mantener la calma. Estos animalitos son inofens...¡¡¡¡¡¡¡¡aaahhhhhaaaa!!!!!! ¡pero para ya, oye!!!! Pero es que me está mordiendo....Bueno, no pasa nada...¡Ay!, ¡Se acabó!, ¡ale, fuera de mi brazo, por borde, ale!
Y lo sacudo un poco en la ventana, para que suelte mi brazo. No salgo de mi asombro. Yo diciendo que no hace nada y soltando esos gritos por unos mordisquitos de nada. El jaleo es impresionante y toda la clase se monda de risa, con razón.
-Bueno, vale, ya...pues eso, que son inofensivos, que no hacen nada...bueno, con esas pinzas pero, por lo que acabo de ver, muerden un poquito.
-¡Y que un poquito!
-¡Qué susto!
-Yo, un día, en mi casa...
(Relato real acaecido hace unas semanas en el Colegio Público Alcalde José Maestro de Ciuadad Real).
No hay comentarios:
Publicar un comentario