Mañana será mi último día con alumnado de Educación Primaria. Tengo un sentimiento raro, entre la emoción y la inseguridad. Han sido treinta y un años con la tiza, (y donde digo tiza, digo píxeles y otras muchas cosas, por cierto, que van mucho más allá del libro de texto y de la ficha fotocopiada, que también...) y con la oreja verde, aunque, en realidad, han sido más años. Lo cierto es que aprobé la oposición de profesor de Educación General Básica que convocó el MEC en 1991 y, desde entonces hasta hoy, he estado trabajando en esta que, para mí, es la profesión más bonita del mundo, la de maestro. Bonita no significa fácil ni exenta de dificultades y hasta de dureza y sinsabores. Cuando estudiaba griego en el BUP (Bachillerato Unificado Polivalente) aprendí una frase que me ha acompañado a lo largo de la vida. La pronunciación era algo así: "jalepá ta kalá" que significa "difícil es lo bonito". Y esa es mi forma de ver este trabajo.
Mi experiencia ha sido muy enriquecedora y no he parado de aprender ni de estudiar en todo este tiempo. Mi primer destino fue toda una aventura cargada de ilusiones: Anchuras. Un pequeño colegio en el que aquel curso había 33 alumnas y alumnos de Educación Infantil hasta 8º de EGB, y tres maestros. Yo venía de Madrid, y mi experiencia vital siempre había pasado por colegios grandes o muy grandes, alguno de hasta dos mil alumnos. El día antes de empezar las clases el director (qepd) me comunicó que yo sería el profesor de 4º, 5º, 6º, 7º y 8º. Yo le dije que no había problema, que estaría encantado de darles Lengua e Inglés a todos esos grupos. Como se desprende de lo que cuento, no tenía ni idea de la elección que había hecho hacía unas horas en un acto público en el que para mi sorpresa, me aplaudieron al pedir ese destino. Enseguida supe que las cosas no eran como yo pensaba. Yo sería el profesor de "todas" las asignaturas de esos cinco cursos, que estaban en la misma clase. En realidad había una asignatura que yo no tendría que dar ya que vendría el cura del pueblo a impartirla los viernes, la Religión. ¡Todo un alivio! Mi alumnado, cierto es, era escaso: doce alumnas y alumnos. Además del director allí llegó un día más tarde una maestra, Pilar. Hoy es mi esposa, mi amiga, la madre de mis hijos y mi todo.
Tras estos treinta y un cursos ahora soy tutor de un primero de Educación Primaria con 21 alumnas y alumnos e imparto clase también de Ciencias Sociales, al grupo paralelo, con veinte alumnos. He estado en diez colegios (en realidad algunos más, pero son detalles que no vienen al caso) y los cursos en los que más tiempo he estado han sido primero y segundo, con mucha diferencia.
En los últimos siete cursos he cambiado tres veces de centro y dejé la especialidad de Filología Inglesa, aunque, avatares del destino, llegó la pandemia por COVID-19 y me pidieron que volviera a dar Inglés, y así lo hice. He sido director dos años por necesidades del guion pero, sinceramente, nunca sentí que tuviera tan poco poder de decisión. Estuve unos años por Los Montes y, al llegar a Ciudad Real ya teníamos la jornada intensiva en ese colegio, en el que estuve catorce años, creo recordar.
Echo la vista atrás y veo tanta ilusión, tantas sonrisas, tanta alegría en todo el alumnado que he tenido la suerte de conocer que me siento un verdadero afortunado.
Estuve también siete cursos trabajando como profesor asociado en la Universidad. Concretamente fui profesor del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio en la Facultad de Educación de Ciudad Real, antes, Escuela de Magisterio. Esos años fueron, si cabe, más duros, ya que tenía mis clases completas por la mañana y, por la tarde, las de la Universidad.
En estos tres decenios hemos visto cómo han cambiado demasiadas veces las leyes educativas, algunas incluso sin llegar a entrar en vigor plenamente. He trabajado desde un colegio en el que no había calefacción y en el que, para hacer unas fotocopias, teníamos que ir al ayuntamiento, a colegios bilingües, con pizarras digitales, proyectores, ordenador del profesor y portátil y tablets compartidas...pero la tiza sigue estando ahí, afortunadamente.
En este tiempo he llevado a cabo muchos proyectos, alguno de ellos de innovación, he puesto en práctica muchas ideas y actividades pero, debo confesar, algunas se han quedado en el tintero. Ganamos un premio nacional sobre el lince ibérico en el colegio de Porzuna y, en mis clases, el día más importante siempre ha sido el de la Paz y la No Violencia, recordando a Gandhi y a otras tantas almas grandes. Disgustos, desengaños, malos momentos y hasta alguna que otra herida, también ha habido, pero han sido menos, muchos menos, que todo lo positivo.
Creo ser consciente de mis limitaciones, de mis carencias, de mis defectos y de mis errores y pido disculpas a todas las personas a las que haya podido molestar o a las que haya podido perjudicar de cualquier manera.
Me voy con la alegría que entré y con las mismas ganas de seguir enseñando y aprendiendo porque, sobre todo, estos años también he sido alumno, aprendiz, estudiante, una persona que siempre he querido tener, siguiendo a Gianni Rodari, la oreja verde de la escuela y las manos un poco -mucho-manchadas de tiza.
Cuando empecé, algunas veces recitaba una poesía de Lorca que aprendí de memoria en la Universidad:
"Salen los niños alegres
de la escuela
poniendo en el aire tibio de abril
canciones tiernas..."
Hoy, apenas a unas horas de mi última clase, me siento maestro feliz de haber conocido a tantos y tantos soles y de haber intentado enseñar y, muy especialmente, trasmitir unos valores universales como el de la Paz, el respeto, el amor por el conocimiento y por la Naturaleza.
Sólo me queda agradecer a todas las personas con las que he trabajado, tanto alumnado, como profesorado, equipos de Orientación, personal de limpieza o administración, madres y padres lo bien que me hábeis tratado.
Si esto fuera una pizarra pondría la fecha, con colores blancos y amarillos, los días que llevamos sin PAZ en Ucrania (mañana ya 118) y dibujaría la cola de una ballena fuera del mar...
A las chicas y chicos les diré algo que aprendí de ese director de Anchuras al que antes nombré, don Leopoldo, que tan bien se portó conmigo: "si os portáis mal tendré que tomar medidas...¡drásticas y draconianas!" Un abrazo y hasta siempre.
En el colegio Luis Vives de Piedrabuena, en el recreo, haciendo fotos de invertebrados.
Algunos años, antes de dar las vacaciones, hacíamos una actividad de cocina. CEIP "José María de la Fuente" de Ciudad Real. Diciembre 2012.
Siempre con los mapas... En este caso concreto estábamos preparando una salida educativa para conocer el nacimiento del río Guadiana.
Y llegó la pandemia por COVID-19 y lo cambió casi todo, pero no nos quitó las ganas de trasmitir curiosidad y ganas de aprender y compartir.
Una de mis actividades favoritas: ¡el mapa de España que no existe en España! Esta actividad sólo la he hecho dos o tres veces, con alumnado de 5º y 6º de Educación Primaria y en la Facultad de Educación de Ciudad Real.
La actividad del autogiro me la enseñó una compañera y amiga, Doña Inma Asencio.
Otra actividad que me encanta, sobre los invertebrados, con un librito precioso...A veces era el Día del Libro.
Taller de cerámica en Anchuras, con el ceramista Juan Miguel Soria López. En ese momento estaba haciendo un horno para cocer las piezas que habíamos hecho, en un montón de arena.
Fotografía del maestro y amigo don Andrés Francia Villajos, de quién tanto aprendí.
En el Colegio Público "Alcalde José Maestro" de Ciudad Real me llamaron porque había un bicho muy grande en el patio. Se trataba de una "Sphodromantis viridis", la mantis africana. La estudiamos en varias clases. Marta, de segundo de Primaria, me hizo este precioso dibujo.
Actividad del Día del Libro de este curso 2021-2022, con nuestro alumnado de 1º de Educación Primaria. CPAJM, Ciudad Real.
En la Nava Grande de Malagón, con el alumnado del Colegio Público "Lope de Vega" de Arroba de los Montes. Estuvimos conociendo algunas manifestaciones volcánicas cercanas. A la izquierda, el director del colegio, don Tomás Herance Lázaro, que dirigió diligente y muy laboriosamente este centro durante muchos años, y a la derecha, Miguel Ángel, de Malagón (siento no recordar los apellidos). Ca. 2000.
Ánimo para el camino que emprende ahora, será muy duro el dejar esa maravillosa profesión pero también comienza un período donde retomar lo que se ha ido dejando de lado
ResponderEliminarLa escuela se lleva por dentro y por fuera y así será aunque pasen los años
Saludos
Si alguna vez detectó acoso escolar, espero que hiciera lo correcto.
ResponderEliminarQué poca gente conoce los libros de Luis Bello, cuánta sabiduría encierran
ResponderEliminarEnhorabuena por mantenernos en más que momentos de lectura
Muchas gracias. Os agradezco vuestras palabras. Efectivamente a Luis Bello lo conoce poca gente. Una pena.
ResponderEliminarMuy buen profesor ,pero mejor persona!!
ResponderEliminarMuchas gracias
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