Con el debido respeto, hemos vivido el fin de semana más absurdo de nuestra Historia. No está en mi ánimo molestar ni ofender a nadie pero, como decía el poeta latino: "Nescio, sed fieri, sentio, et excrucior"...
He oído verdaderas barbaridades, falacias, mentiras, acusaciones de todo tipo, generalizaciones que resultan hasta sospechosas, teatro del malo, si no fuera por la gravedad de tantas afirmaciones sin fundamento alguno. Es como si las palabras, los conceptos, las locuciones hubieran perdido todo su valor, todo su significado, como si fueran monedas ya sin utilidad pero, a la vez, aceptadas a la fuerza, a sabiendas de su inaceptabilidad.
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