El español, como otros idiomas, tiene una capacidad impresionante de crear nuevos vocablos partiendo de los ya existentes. Los diminutivos y sus variables, (en -ico, -illo, -ino, -ito, -ete...*), los aumentativos (-azo, -on, ...), los despectivos...(-uzo, -orro..) cuando se aplican a los nombres y apellidos pueden ser una forma cariñosa o simpática de hablar o, por el contrario, una forma de menospreciar, minusvalorar, ridiculizar, señalar y hasta castigar...
Depende de muchos factores. No es lo mismo que a un hombre o a una mujer de cincuenta, sesenta o setenta años, por ejemplo, se le llame con un diminutivo porque se le conoce desde siempre, se tiene parentesco, amistad, cariño, amor o cualesquiera sentimientos positivos que si no se le conoce de nada.
Tampoco es igual el tono de una situación de complicidad que el de un escenario de confrontación. Pero lo ideal, lo bueno, lo idóneo, lo mejor y lo que debería ser la norma es que esas creatividades varias las dejáramos, como mucho, para el ámbito familiar.
De manera que, lo ideal, usar los nombres tal cual, que para eso los tenemos.
* En masculino y femenino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario