En Villarrubia de los Ojos, provincia de Ciudad Real, se utiliza bastante el vocablo "cibanca" para denominar la orilla del río Gigüela. No aparece ni el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, edición de 1992, ni en la digital, ni en el extraordinario diccionario de María Moliner. Tampoco consta el el "Diccionario de voces españolas geográficas" de 1796 ni en el de Fernando González Bernáldez de 1992 titulado "Terminología popular de los humedales". En este podemos leer la palabra "cilanco" que significa:
"charca que deja un río al retirarse tras una crecida. Corresponde a las lagunas marginales de las llanuras de inundación que ocupan depresiones de origen variado (meandros abandonados, huecos entre el albardón y el lecho de inundación, etcétera). Sinónimos: galacho (aragonesismo), derrames del río, pozanco". (Sic).
Además, como término no editado en su momento, -1933-1936- encontramos la palabra en cuestión en masculino, "cibanco" con un significado que podría dar sentido a nuestra "cibanca". También es sinónimo de "cibanto". Estamos hablando del "Diccionario histórico de la lengua española". la definición es la siguiente:
"CIBANCO. m. desus. Cibanto, risco o peñasco..."
"CIBANTO. m. Sal. Acantilado, escarpe vertical del terreno..."
Aunque el río Gigüela discurre por la llanura en nuestro pueblo sí conviene recordar que el cauce, antes del encauzamiento de los años 60 del siglo XX, era lo suficientemente profundo -entre uno y dos metros, o poco más-como para que se pudiera hablar de un "escarpe". El río, los años de abundantes precipitaciones, se desbordaba -en realidad sencillamente ocupaba todo su lecho, su "llanura de inundación", que en Villarrubia de los Ojos llamamos "vegas". No debemos olvidar que antes de que se promulgara la ley de "Saneamiento..."de 1956* ya se habían llevado a cabo en diferentes ocasiones trabajos de profundización del cauce para evitar esos encharcamientos periódicos.
Coincide esta idea con un texto municipal de principio del siglo XX en el que dos vecinos daban cuenta de la rotura de la cibanca y la consiguiente inundación de los campos adyacentes. El paraje en el que se produjo el desbordamiento era el Horcajo, situado entre los dos primeros puentes de hierro actuales. Se avisaba del daño que podía ocasionar a las mieses y se emitió un bando para que los agricultores tomasen las medidas que consideraran oportunas.
El ayuntamiento tomó cartas en el asunto y envió a varios trabajadores para que repararan la rotura, aunque se aclaraba que, dadas las fechas, -mediados de junio-todos estaban trabajando. El coste de la reparación fue de cuarenta pesetas con cincuenta céntimos por lo que podemos estimar que la obra no fue muy grande y se reparó con unos doce o trece jornales. Es interesante el dato de la fecha porque nos aporta la visión de un río con abundante caudal bien entrado el mes de junio.
Y es que la cibanca del río Gigüela presenta la particularidad de que, debido a esas intervenciones, sobresale sobre el nivel de la llanura de inundación, a veces hasta un metro o dos. En los años finales de los sesenta y primeros de los setenta del siglo XX había algunos puntos en los que se recrecía la cibanca clavando palos y estacas y cubriéndolas con tierra, para darles más consistencia. También localizamos esta práctica en el cercano y contiguo término municipal de Arenas de san Juan.
La palabra cibanca me parece preciosa y no deberíamos dejar que desaparezca de nuestra habla. Desconozco si se usa en los pueblos surcados por este río que, a día de hoy, se encuentra en un deplorable y penoso estado de conservación mientras hay quiénes piden más agua para regar productos excedentarios.
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