Ayer, a las seis de la mañana, en una churrería de Ciudad Real, una persona que no me conocía de nada y que ya llevaba alguna copa de güisqui en su cuerpo, se me puso a hablar sobre algunos detalles de la conducta personal del político Íñigo Errejón Galván. Me sorprendió lo que me dijo y supuse que yo no estoy lo suficientemente informado, gracias a Dios, sobre las intimidades de nadie. Pero me pareció penoso que fuera ese el tema de conversación, que enseguida derivó por otros derroteros con la siguiente copa.
Y es que el dicho del árbol caído, del que todo el mundo hace leña tiene una base muy sólida. Me parecería más respetuoso esperar a que se produzca un juicio o unas declaraciones del denunciado en cuestión antes de hablar y verter ríos de tinta y organizar espectáculos mediáticos de todo tipo.
También llama la atención que para un político que dimite a la primera, sin hacerse el remolón ni negar unos hechos concretos, que admite no haber procedido correctamente, que revela que está recibiendo ayuda (o terapia) por reconocer que tiene un problema se actúe con semejante actitud. ¿Es esto justificar algo que es reprobable? Rotundamente no, y quién lo quiera ver así se equivoca.
Pero, veamos. Lo grave para la inmensa mayoría es que se trataba de un político que ha venido hablando y trabajando sobre el tema de la igualdad y del feminismo desde una posición muy relevante. Pero no debemos olvidar que somos humanos y todos y todas cometemos errores, decimos verdades a medias, estamos sujetos a cometer delitos y la corrección no es fácil de alcanzar en todas las facetas de la vida.
Vi un vídeo de lo que llamo un ínclito y ubérrimo periodista (que como se puede intuir no es santo de mi devoción) que tardó muy poco en iniciar su propio juicio sub-paralelo, metiendo en cintura al personaje y trazando lo que él creía ver como síntomas ya lejanos de lo que ahora se ha conocido (conocido es mucho afirmar).
Tampoco debemos olvidar que de decirse que había miles de comentarios parecía darse a entender que en realidad eran cientos o miles las mujeres que habrían sufrido ese acoso sexual. Esas formas de hablar hacen mucho daño y se relacionan a la perfección con el "miente que algo queda". Ya han pasado unos días y, hasta dónde yo sé hay dos denuncias en firme. Por cierto el mismo día que se supo la noticia en España violaron con penetración a cuatro mujeres, y otras cuatro al día siguiente, y otras cuatro al siguiente...según las estadísticas, sin contar las tentativas y las denuncias por acoso. Pero no es noticia. Claro, de entrada, son personajes o personas anónimas y no tienen el interés mediático del político de primera fila.
No voy a entrar en detalle sobre las dos denuncias que hemos conocido pero basta con decir que tiene su parte de sombra, de incoherencia. No se puede dudar del empeño en contar por unos y por otras hasta los más mínimos detalles de la conducta de un hombre en una habitación, con una mujer, en una fiesta, con la ingesta de alcohol y puede que más productos que alteran muy considerablemente nuestra forma de actuar. Y no, tampoco lo estoy justificando. Pienso, como me decía un amigo hace más de treinta años, que ese proceder -embriagarse-debía ser considerado como agravante y no como atenuante. Pero en la misma medida pienso que por lo relatado debería haber funcionado de forma automática el "aquí te pillo aquí te mato" por parte de las ahora denunciantes. Es decir, en ese momento es cuando se debería haber procedido a defenderse con la contundencia necesaria y la denuncia si hubiera sido el caso. Porque también es cierto que paso del tiempo desdibuja y deforma nuestros recuerdos, los agrava, los magnifica o los minimiza, asimila, olvida o transforma.
Lo que no debería haber pasado de un mosqueo impresionante y un enfrentamiento claro y contundente, incluso con defensa física en alguna parte muy dolorosa para los varones, se ha convertido en un capítulo que, casi con seguridad, traerá consecuencias no sólo para un partido político que abandera, entre otros valores, el de la igualdad de hombres y mujeres, sino también para esa causa. Muchas personas se frotan las manos políticamente hablando, con lo ocurrido. Otras muchas lo sentimos y nos sentimos defraudadas. El tratamiento mediático, como ocurre con otras tantas realidades, me ha parecido desmedido y fuera de lugar.
Para ir finalizando será un juicio el que nos diga si se considera delito lo que se ha dicho lo que ocurrió. La llamada "condena del telediario" ya está dictada, para ambos, o para los tres, el demandado y las dos demandantes.
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