Corría el año 2015. En realidad se apuraban los últimos días de diciembre de aquel año cuando Conce Sepúlveda Rodríguez, guía de campo y gran conocedor y divulgador del Entorno, de Villarrubia de los Ojos, de Daimiel y de otros términos municipales, supo que en el paraje conocido como Los Ojuelos, había agua, después de varios decenios sin una gota. Cuando me lo dijo me pareció toda una noticia y rápidamente visitamos esos lugares. Rincones apartados y con algo de marginales. Tierra de todos y, por lo tanto, de nadie.
Pensamos que lo mejor sería dar a conocer el hecho, por su gran interés científico, ambiental, social, cultural, ecológico y educativo. Así lo hicimos. En pocos días la noticia había tenido gran repercusión. Aparecieron diferentes medios de comunicación interesados en hablar del tema, en buscar información y en publicarla.
Pensamos que lo mejor sería dar a conocer el hecho, por su gran interés científico, ambiental, social, cultural, ecológico y educativo. Así lo hicimos. En pocos días la noticia había tenido gran repercusión. Aparecieron diferentes medios de comunicación interesados en hablar del tema, en buscar información y en publicarla.
Era curioso como, de la noche a la mañana, los Ojuelos del río Gigüela o los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos, pasaron del más absoluto anonimato al interés explícito por parte de instituciones que, de alguna manera, parecía que se sentían un poco...¿sobrepasadas? ¿puestas en evidencia?¿perdidas?¿ilusionadas?
Sin embargo, hay que dar al César lo que es del César y no sería justo olvidar que había habido algunas personas, concretamente, geógrafos, que sí venían prestando su atención, su esfuerzo, su tiempo y su trabajo a este lugar tan interesante. Así, el doctor en Geografía, don Óscar Jerez García, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, por un lado, y el geógrafo Enrique Luengo Nicolau, por otro, llevaban ya muchas horas, días, meses y años de estudio, de seguimiento y de dedicación...
Otros, pasábamos por allí, como por otros espacios muy deteriorados, pero que albergaban y conservan aún hoy verdaderas joyas, con la idea de conocer, de aprender, de disfrutar, de mejorar, de conservar...
Lo cierto es que las instituciones iniciaron procesos de estudio, de seguimiento y de toma de decisiones, por pequeñas que fueran. En muy poco tiempo surgieron nuevos afloramientos de agua, es decir, fueron localizados, ya en este caso por profesionales, y, al mismo tiempo, los conflictos y las causas del deterioro casi extremo se seguían manifestando. Así, puntos de agua contaminada o incendios provocados, destrucción de vegetación autóctona con abundantes endemismos, vertidos, intensificación agrícola y extractiva...fueron y son el día a día.
Las noticias generadas, los estudios realizados y publicados, los proyectos elaborados no parecen haber tenido, por el momento, los efectos positivos deseados y deseables.
Así las cosas, parece ser que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se ha venido negando a realizar estudios serios y, sobre todo, a otorgar alguna figura de protección, a pesar de reconocer la valía incuestionable del espacio en cuestión. El ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos, hasta dónde sabemos, trabajó en esa protección que no llegó (hay quiénes hablaban de la negativa de la Consejería debido a la discordancia de partido político del ayuntamiento; de ser cierto sería sencillamente, lamentable y vergonzoso) y en la elaboración de algún proyecto con la intención de conservar, al menos, una parte de esos terrenos comunales de los que apenas si se tenía constancia ni se hacía trabajo específico alguno de vigilancia, seguimiento o mantenimiento mínimos, antes de la aparición de la noticia inicial.
Nada hemos vuelto a saber ni de la Confederación Hidrográfica del Guadiana ni del IGME ni de la JCCM, aunque esto no signifique que no hayan seguido trabajando.
Lo cierto es que, a día de ayer, 27 de diciembre de 2019, la sensación que se obtiene es verdaderamente dura y decepcionante. Más terrenos arados y usurpados u ocupados. Más incendios y más cultivos. Ni un solo cartel, ni una señalización, nada de nada hace imaginar que nos encontremos en un espacio municipal con grandes valores naturales, culturales y patrimoniales.
No hay agua. Además de las escasas lluvias y del mucho regadío quizás el Cambio Climático se esté haciendo más evidente. La vegetación acuática ha sido quemada intencionadamente. Apenas se adivinan los trocitos de carrizos y nada queda de la masiega y de la anea que consiguieron abrirse camino, en este secarral. Ahora el signo político, es decir, el partido político, del ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos ha cambiado y, para bien o para mal, la Junta de Comunidades ya no podrá esgrimir esa diferencia.
Es el momento de trabajar en serio y de iniciar los trámites para la protección efectiva de este espacio.
Conce Sepúlveda Rodríguez, ayer, 28 de diciembre de 2019, en uno de los puntos en los que detecto la presencia de agua en diciembre de 2015, en los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.
Uno de los zanjones o pequeña poza en la que hubo agua y vegetación acuática desde, al menos, finales de 2015. Como se aprecia en la fotografía, el terreno circundante se encuentra arado, sembrado y rulado.
Otros, pasábamos por allí, como por otros espacios muy deteriorados, pero que albergaban y conservan aún hoy verdaderas joyas, con la idea de conocer, de aprender, de disfrutar, de mejorar, de conservar...
Lo cierto es que las instituciones iniciaron procesos de estudio, de seguimiento y de toma de decisiones, por pequeñas que fueran. En muy poco tiempo surgieron nuevos afloramientos de agua, es decir, fueron localizados, ya en este caso por profesionales, y, al mismo tiempo, los conflictos y las causas del deterioro casi extremo se seguían manifestando. Así, puntos de agua contaminada o incendios provocados, destrucción de vegetación autóctona con abundantes endemismos, vertidos, intensificación agrícola y extractiva...fueron y son el día a día.
Las noticias generadas, los estudios realizados y publicados, los proyectos elaborados no parecen haber tenido, por el momento, los efectos positivos deseados y deseables.
Así las cosas, parece ser que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se ha venido negando a realizar estudios serios y, sobre todo, a otorgar alguna figura de protección, a pesar de reconocer la valía incuestionable del espacio en cuestión. El ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos, hasta dónde sabemos, trabajó en esa protección que no llegó (hay quiénes hablaban de la negativa de la Consejería debido a la discordancia de partido político del ayuntamiento; de ser cierto sería sencillamente, lamentable y vergonzoso) y en la elaboración de algún proyecto con la intención de conservar, al menos, una parte de esos terrenos comunales de los que apenas si se tenía constancia ni se hacía trabajo específico alguno de vigilancia, seguimiento o mantenimiento mínimos, antes de la aparición de la noticia inicial.
Nada hemos vuelto a saber ni de la Confederación Hidrográfica del Guadiana ni del IGME ni de la JCCM, aunque esto no signifique que no hayan seguido trabajando.
Lo cierto es que, a día de ayer, 27 de diciembre de 2019, la sensación que se obtiene es verdaderamente dura y decepcionante. Más terrenos arados y usurpados u ocupados. Más incendios y más cultivos. Ni un solo cartel, ni una señalización, nada de nada hace imaginar que nos encontremos en un espacio municipal con grandes valores naturales, culturales y patrimoniales.
No hay agua. Además de las escasas lluvias y del mucho regadío quizás el Cambio Climático se esté haciendo más evidente. La vegetación acuática ha sido quemada intencionadamente. Apenas se adivinan los trocitos de carrizos y nada queda de la masiega y de la anea que consiguieron abrirse camino, en este secarral. Ahora el signo político, es decir, el partido político, del ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos ha cambiado y, para bien o para mal, la Junta de Comunidades ya no podrá esgrimir esa diferencia.
Es el momento de trabajar en serio y de iniciar los trámites para la protección efectiva de este espacio.
Conce Sepúlveda Rodríguez, ayer, 28 de diciembre de 2019, en uno de los puntos en los que detecto la presencia de agua en diciembre de 2015, en los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.
Uno de los zanjones o pequeña poza en la que hubo agua y vegetación acuática desde, al menos, finales de 2015. Como se aprecia en la fotografía, el terreno circundante se encuentra arado, sembrado y rulado.
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