Lo que he aprendido o me han enseñado algunos jueces o juezas, después de cinco años de problemas judiciales ...
-Lo primero y sorprendente es que no pasa nada por mentir.
-Lo segundo, que si tienes un abogado "hábil", digámoslo así, puedes arrebatarle tierra a tus vecinos.
-Lo tercero, que los jueces o juezas no se mojarán lo más mínimo ni entrarán en materia ya que se trata de pequeñas extensiones de tierra. Todo será una cuestión de formas jurídicas. Es decir, lo importante no es que un vecino te arrebate, por ejemplo, cuatrocientos metros cuadrados, sino que, burocráticamente, tu abogado, se mueva perfectamente de manera que se pueda dictar sentencia. Pero si el abogado contrario es más "hábil", los hechos dan igual.
-La cuarta lección es muy fuerte. No pasa nada por amenazar de muerte a una persona. No me refiero a una amenaza verbal sino a acelerar y embestir con un gran tractor contra tu adversario, frenando y quedándote a dos centímetros de distancia. Se sobresee y se archiva, y punto.
-La quinta es que lo que se presenta a una juez, por ejemplo, en cinco folios de relato, alusivo a varios delitos, se resumirá con un par de palabras o tres. Los informes y documentos y demás, dan igual. Todo se resume hasta hacerlo irreconocible.
-La sexta es que el delito de coacciones tampoco debe ser tan grave. Ni se nombra en la sentencia en la que se archiva la denuncia.
-La séptima es que también es muy importante tener suerte con los guardias civiles que asisten incluso a la comisión de un delito porque, abiertamente, pueden tomar partido por la parte contraria.
-La octava es que el resto de instituciones como los ayuntamientos, alcaldes o alcaldesas, concejales, técnicos, guardas...tampoco quieren problemas y es muy posible que no entren en materia o que ya tengan su veredicto de antemano. Y quizás, incluso, basado en el grado de conocimiento de la persona en cuestión o criterios semejantes.
-La novena es que no merece la pena gastar dinero ni tiempo ni esfuerzo en informes técnicos realizados desde la objetividad. La juez ni los mirará. Siempre habrá una coma o una tilde mal puesta. Razón de más para no tenerlos en cuenta.
- La décima es que tampoco merece la pena ni aprender Derecho ni intentar entender las diferentes situaciones que se van produciendo. Es un mundo tan complejo, tan difícil, tan amplio...y se hacen tan pocos esfuerzos por acercarlo, por hacerlo comprensible, que se quitan las ganas.
-La undécima es también preocupante. Quizás por decir estas cosas esté cometiendo un delito, o varios, y pueda ser juzgado con todo el rigor.
-La duodécima es que es muy probable que ese abogado o abogada "hábil" de tu oponente, te puede provocar, faltar al respeto, hacer preguntas capciosas, utilizar lo que te dijo el día antes por teléfono en tu contra y mentir abiertamente, quizás preparando el terreno para el próximo ataque o juicio. No pasa nada. La jueza, cansada de ver casos tremebundos, no se va a escandalizar por esas menudencias.
-La decimotercera es que todo va lento. Pones una denuncia por amenazas de muerte y te llega la primera respuesta a los tres meses para decirte que ya está todo resuelto. Se archiva la denuncia y si quieres, tienes tres días para interponer recurso, pagando a un abogado.
-La decimocuarta es, sinceramente, mi vivencia, que la acepción de personas, existe. Y que, de antemano, ya estás juzgado. Por razones que desconozco pero que intuyo, sientes que no tienes nada que hacer. La cara, la ropa, tu forma de sentarte, tu nombre, apellidos, profesión...Sería curioso hacer algunas investigaciones sencillamente estadísticas al respecto.
-La decimoquinta es que hay guardias civiles que hoy, en el cuartel, te dicen que no pueden ayudarte y al día siguiente ves como "ayudan" a tu contrario, sin sonrojo alguno. Y lo mismo ocurre con la policía municipal.
-La decimosexta es que, en cinco años de denuncias, de juicios, de sentencias, de recursos y demás, todavía nadie, es decir, la jueza, me ha escuchado decir lo que, parecería lógico, tengo que decir.
-La decimoséptima es que esa misma jueza, que no quiere ni ha querido entrar en materia, en una visita oficial al lugar del conflicto, te manda callar porque estás aclarando una burda mentira.
-La decimoctava es que, a pesar de todo lo dicho, no debo generalizar. Sigo confiando en la Justicia y en los muchos profesionales que hacen bien su trabajo.
-La decimonovena y última, aunque podría seguir, es que nunca hay que desfallecer ni perder las formas, el respeto y la educación, ni con quiénes se vienen portando tan mal contigo ni con los profesionales que no cumplen con sus obligaciones.
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