Ayer fue la fiesta de Todos los Santos. Aunque se esté perdiendo el verdadero sentido de esta celebración, en realidad, para la Iglesia Católica es un día señalado, muy importante, de intensa alegría. Es el día de todas y todos, por decirlo de alguna manera. Es nuestro santo y como tal lo deberíamos considerar. Sin embargo, dado que hoy, es decir, el día siguiente, es el día de Todos los Difuntos, se confunde y se mezcla.
Lo cierto es que, por si fuera poco, ahora tenemos, desde hace unos veintipico años, "Jalogüin", cambiándolo todo. Una pena, pero bueno, ya hablé en otras entradas sobre el tema.
Este año lo curioso ha sido que con la pandemia por coronavirus la fiesta se ha visto seriamente empañada y limitada. Hay cementerios que han estado cerrados durante los días clave, o con accesos controlados o limitados. Muchas personas han optado por no ir, algunas, recurriendo a servicios de profesionales, como personal de limpieza y floristería.
A pesarde eso, muchos cientos de miles de españolas y españoles sí hemos visitado nuestros cementerios. Ha sido diferente y, sobre todo, doloroso. Una fecha clave que, ojalá, no se vuelva a repetir en estas circunstancias.
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