jueves, 19 de agosto de 2021

La blasfemia, coronada, en las llamadas redes sociales y en la televisión: el caso de Jareño, en Tomelloso, Ciudad Real.

 Ayer y antesdeayer pude ver un notición en un canal de televisión manchego. Se trataba nada más y nada menos que del gran seguimiento que ha tenido un vídeo de un tractorista de Tomelloso, apellidado Jareño, en el que se puede ver cómo durante la pandemia iba desinfectado una calle con su tractor y bromeando porque en una casa de un conocido soltaba más líquido que en el resto. Bueno, no es demasiado original pero no tengo nada que objetar, si no fuera porque suelta una blasfemia con todas sus palabras. De verdad que no sé dónde está la gracia. No comprendo que estas expresiones ofensivas para muchas personas se puedan emitir sin ningún tipo de control. Contrasta con lo que está pasando en España en otros aspectos de la vida cotidiana y la política en los que incluso se ha legislado al respecto. Hay temas de los que no se puede hablar pero, evidentemente, se puede blasfemar sin problema alguno. 

No tengo nada que decir a una persona que se expresa así aunque podría estar bien expresarse con la misma intensidad sobre cuestiones que puedan ser valorados por el blasfemo. Más de una vez lo hice cuando era joven y el resultado fue contundente. No sentó nada bien. Es decir, si alguien suelta un "me ...en..." delante de un creyente debería estar preparado para que le digan lo mismo sobre su cantante favorito, su futbolista o su equipo o su partido político, por poner unos ejemplos. 

La diferencia es que millones de personas blasfeman de forma inconsciente, con una función lingüística enfática, más que otra cosa. Así, dioses, vírgenes, hostias y copones, con adjetivos muy fuertes, van saliendo por esas bocas que, como dicen los norteamericanos que luego van a besar a su madre. (Are you going to kiss your mother with that mouth?). 

Cuando yo era pequeño en una sala de juegos, la de Piña, había varios carteles que hacían alusión a las normas de comportamiento. Una de ellas me llamó poderosamente la atención y tuve que preguntar a mis padres por su significado. Decía "Queda terminantemente prohibido blasfemar". Ahora no sé si tengo que callarme o seguir escribiendo sobre este tema tan cotidiano. 



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