Vindicación de la sanguijuela.
Anclada a mi infancia
como a mis piernas
sangrantes
e indoloras.
Curiosa,
ondulante,
desaparecida
durante décadas
de mi vista.
Sanguijuela
llena de misterios
a fuerza de no saber
o no recordar nada.
Imagen contradictoria
de la felicidad,
de la libertad,
de la salud,
de la alegría,
de la seguridad,
del agua...
¡Agua!
¡Agua y sangre!
Y sin dolor,
a borbotones
brotando la vida
y mezclándose
libremente.
Ahora ya no las veo -grandes-
como antaño.
Ni siquiera sé si son
o no son
verdaderas sanguijuelas,
símbolo contradictorio
de la salud
y la curación,
de la sangría
y el bienestar.
Pero sí, en esos charcos,
pequeños charcos,
hermosos charcos,
vivos charcos,
enriquecedores charcos,
rebeldes charcos
-espejos rotos
de nuestro quehacer diario,
testigos de las palabras huecas-
que se forman en mitad del camino,
que se forman en mi camino
están ellas,
¡sanguijuelas!
surcando
el agua,
¡libres!
y quizás, como yo
como todos,
esperando
no sé si la sangre
pero en el agua,
y van dejando
tenues,
casi imperceptibles
huellas,
estelas,
caminos indelebles,
escritos
en mis recuerdos
y efímeros
como suave viento
que te acaricia.
Queda poca agua
para tantas formas de vida
inadvertidas
como las de las sanguijuelas,
sangradoras indoloras.
Quedan pocos espejos
que nos digan algo.
Muy bueno. Más gusta.
ResponderEliminarA mí no me parece sanguijuela, o puede que sea por el tamaño...
Gracias. Yo tengo dudas.
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