A veces, cuando consultamos documentos de tiempos pasados, nos damos cuenta de cómo algunos topónimos permanecen mientras que otros nos resultan desconocidos. Así, en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real, España, tenemos algunos muy antiguos frente a otros que van surgiendo, diría que casi a diario.
Uno de los que más me ha llamado la atención leyendo un texto manuscrito de 1900 es el del sitio y camino de "Huertas perdidas". Además, lo he leído en una tesis doctoral de los años 80 refiriéndose al mismo lugar. Huertas perdidas era como se llamaba el camino y el paraje de El Allozar, al menos durante los últimos cuarenta años del siglo XIX. La sensación que me da es que esos dos topónimos se simultaneaban.
Otros topónimos que me han llamado mucho la atención se refieren a fincas muy concretas, más que a parajes o elementos naturales de mayor entidad. Eran, en realidad, hasta dónde yo sé, sencillamente, olivares de una extensión de entre una a tres hectáreas. Y es que era frecuente que los olivares tuvieran nombre propio, costumbre que perdura hasta nuestros días. Desconozco la extensión o el nivel de conocimiento del pueblo de esos nombres de lugar. Así, he localizado algunos, con los sonoros nombres de Lilao, Monitos o Chamorro, los tres en las cercanías del Allozar.
Otro topónimo villarrubiero que he localizado en un texto del siglo XIX, concretamente de 1839, es el de "Canto gordo". Aunque no aparecen datos que me permitan una localización exacta pienso que se encontraba en lo que llamamos La Vega, ya en la llanura, pero es sólo una hipótesis.
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