Cuando yo apenas era un mozuelo una persona mayor me explicó que los nombres de personas los hacemos nosotros y no al revés. Me puso un ejemplo concreto muy gráfico. En un pueblo, determinado nombre de persona tenía connotaciones negativas por las características del personaje en cuestión. Se hacían chistes y había varias expresiones muy poco respetuosas.
Sin embargo, en otro municipio, el mismo nombre era bastante frecuente y estaba muy bien considerado. Además de varias personas de edad avanzada y alta valoración social que lo habían recibido en la pila bautismal ya era también común en varios jóvenes, pequeños y recién nacidos.
Sea como fuere, lo más importante es no reírse jamás de un nombre de persona. Además, no caer en la muestra de extrañeza ni en el chiste facilongo ni en el tópico de turno nos acerca a eso que solemos llamar Educación. Quién sabe si el nuestro puede provocar esas reacciones tan poco respetuosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario