Villarrubia de los Ojos es un municipio de la provincia de Ciudad Real, España. Se encuentra situado al norte de la provincia, limitando con la de Toledo.
Su término municipal se encuentra repartido entre pequeñas sierras y una llanura, por la que discurrían dos ríos, el Guadiana -que nacía o renacía allí, según se mire- y el Gigüela. Los dos ríos y sus afluentes, al discurrir por esa zona llana, lo hacían divagantemente, con cauces anastomosados, muy anchos, con escasa corriente y zonas pantanosas.
Entre sus peculiaridades estaba la existencia de surgencias de agua que recibían el nombre de "ojos" y "ojuelos".
En el caso de los Ojuelos, se trataba en realidad del paleocauce del río Gigüela, los restos de esa amplísima superficie inundable en la que había islas, ligeras elevaciones del terreno y pequeñas depresiones en las que manaba el agua. Había mucho yeso, que se extraía y se generaban a su vez pequeñas depresiones de escasa profundidad. Todos esos terrenos estaban a su vez entrelazados por arroyos y zanjas de origen antrópico que tenían diversas funciones. Por un lado, desecar la zona para poderla cultivar, cuando llegaba la temporada de la bajada de las aguas. Por otro, recoger aguas para el riego de esas pequeñas huertas. Además, eran "trampas" para los peces, lucios y carpas, y otros animales. Se hablaba de la "zanja madre", más profunda y ancha y que desembocaba en el río. Estaban la zanja de Zubilla o la de los Cachones, entre otras. Curiosamente ambos topónimos nos hablan de fenómenos hídricos. Una "zubilla", pienso, es el diminutivo de "zuba" o "zúa"...como en "Zuacorta", con el significado de "azud". "Cachón" hace referencia a un terreno cubierto por el agua y, más exactamente, a la espuma que se forma al caer. Muy cerca de los Ojuelos se encontraban los "cachones de la vega", justo antes de llegar al río Gigüela, desde Villarrubia de los Ojos. El cachón de la leona, por ejemplo, se encuentra aguas abajo del río Guadiana, ya pasado Puente Navarro. Allí murió un joven ahogado a principio del siglo XX, creo recordar.
También muy cerca estaban los "ojos" del Gigüela como el de Ricopelo o el de la Médica.
Además, esos terrenos estaban y están parcialmente, jalonados por dunas. Puede resultar chocante pero es una realidad digna de ser conocida. En realidad se trata de "paleodunas" aunque, curiosamente, están activas y se aprecian las pequeñas formas que dibuja y construye el viento con esas arenas finísimas de color rojizo. En Villarrubia de los Ojos esas formaciones siempre se han conocido como "arenales" y nos recuerdan al vecino y contiguo municipio de Arenas de San Juan. Un poco más alejado se encontraba "
Arenales de la Moscarda", población a la que se cambió el nombre por el de Arenales de San Gregorio.
En Los Ojuelos podemos encontrar unas plantas y una fauna de gran interés, con un buen número de endemismos. Este tipo de hábitat se considera como prioritario para su conservación por la Unión Europea.
Desde el punto de vista patrimonial todo este territorio está cargado de historia y de restos arqueológicos. Paisajísticamente están sufriendo transformaciones profundas, cuando no la destrucción total. Son en realidad una de esas "partes" del municipio -y que suele haber en otros muchos pueblos y ciudades- que tienen un halo de marginal, un aire de "sub", de extrarradio del campo aunque no esté precisamente alejado.
Curiosamente abundaban los terrenos municipales y se alternaban las pequeñas parcelas con algunas medianas o grandes pero quizás por su condición de terrenos ganados al río, de la existencia de yesos y arenas, por su escasa productividad agraria con el régimen actual de ausencia de agua...quizás por eso tenían y tienen ese aspecto un poco de "tierra de nadie" en lugar de ser lo que verdaderamente eran y deberían seguir siendo, "tierra de todos".
Llama poderosamente la atención que hoy, en enero de 2016, se vean vertidos incontrolados de escombros por aquí cuando lleva ya muchos años funcionando, mejor o peor, una escombrera, convertida en el eufemístico "Punto Limpio".
Pero más sorprende que se sigan alterando estos paisajes a ritmos frenéticos.Por ejemplo, la extracción de áridos que suponen la destrucción total de las dunas y de todo lo que en ellas se encontraba, desde los seres vivos a los restos arqueológicos. Los vertidos de alpechines en una zona tan porosa en la que el agua se encuentra muy somera. La puesta en cultivo de terrenos prácticamente infértiles pero que suponen la destrucción de la vegetación endémica. En fin, todo parece corroborar esa concepción de territorio periférico y abandonado.
Subsisten algunas pequeñas alamedas y las zanjas se resisten a desaparecer, esperando tiempos mejores.
Y es estos paisajes casi de casquería, de despojos y de rastro, ahora, surge una luz, una fuente de esperanza y de ilusión. Brota el agua en varios puntos cercanos. Se ve la vegetación acuática y surgen el interés y las dudas.
Los Ojuelos nos dicen que en realidad los hemos tenido abandonados demasiado tiempo, cuando no maltratados y maltrechos. Nos ponen de manifiesto nuestro olvido y la necesidad de que les devolvamos la mirada que les quitamos hace demasiados años.
Los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos nos dicen que hay que mirar también a lo pequeño, a lo distante, a lo menos llamativo, a lo aparentemente menos valioso. Nos demuestran lo poco que sabemos. Por ejemplo, no sabemos porqué mana ahora, después de un año seco, y allí, el agua, a un metro y medio de profundidad, y sin embargo los pozos de noria cercanos, más profundos, siguen secos.
Los Ojuelos son ese lugar mágico en el que tanto podemos aprender. Nos están diciendo por ejemplo que la Naturaleza no se rige por esas líneas que trazamos en los mapas y a veces en el suelo.
Pero sobre todo Los Ojuelos de Villarrubia de los Ojos nos están retando a hacer "las cosas" de otra manera.
Quizás debamos abandonar la grandilocuencia y hacer oído y bajar al nivel de la hierbecilla y el insecto para entender la complejidad del paisaje.