Un moracho (Mora, Toledo), pionero
del cine de los años 20 del siglo XX, en Villarrubia de los Ojos: don Bernardo
Marín del Campo Peñalver.
Francisco Zamora Soria, septiembre-octubre 2024.
En Villarrubia de los Ojos,
Ciudad Real, había una casa con grandes valores artísticos, arquitectónicos y
urbanísticos que fue demolida el año 2002, a pesar del gran apoyo social que se
generó para conservarla, incluyendo el aval de expertos y técnicos de
diferentes administraciones. Era conocida como “la casa de don Bernardo”. Esta casa vendría a poner de manifiesto el gusto de sus propietarios y una clara
inclinación por el mundo de las creaciones artísticas, que se materializaría
unos años después, con esa etapa creativa del propietario, don Bernardo Marín
del Campo Peñalver, que nos resulta tan sorprendente como desconocida.
Además de sus familiares
políticos y los que lo conocieron en vida, muy pocas personas sabíamos
prácticamente nada sobre este personaje, más allá de que se había casado con
una villarrubiera, doña María Felipa Díaz, y que tras enviudar, pasado un
tiempo, vendió su casa.
Repasando brevemente su biografía
veremos hasta qué punto el olvido parece haberlo ocultado por completo.
Bernardo Marín del Campo Peñalver
nació en Mora, Toledo, en 1874, aunque el año está pendiente de confirmación.
Era el penúltimo de los seis hijos del matrimonio formado por Manuel Marín del
Campo y Sánchez-Guerrero y de Francisca de Borja Peñalver. Se trataba de una
familia moracha – de Mora, Toledo- bien acomodada, que ha sido estudiada por el
también moracho, el historiador Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo.
Uno de sus hermanos, Juan Alfonso,
fue muy conocido en ámbitos jurídicos, culturales, periodísticos, políticos y
religiosos. Era el reconocido periodista y escritor “Chafarote”, del que se puede
leer la biografía en el espacio virtual “Memoria de Mora” del precitado
historiador y en la Wikipedia.
Don Bernardo, como era conocido
en Villarrubia de los Ojos, estudió derecho en Madrid. Tras consultar
diferentes documentos de la época, y a falta de alguno que pueda ser
concluyente, o del testimonio de sus familiares, se habría instalado en este
pueblo en 1900 y ya aparecía como abogado por esas fechas en algunas fuentes escritas.
En 1902, con 28 años de edad, es
alcalde de Villarrubia de los Ojos, que por esas fechas sobrepasaba ligeramente
los 5.000 habitantes. Al frente del ayuntamiento estará el bienio 1902-1903, un
período complicado en el que se encontrará con dificultades de todo tipo, como
una de las peores plagas de langosta,
incluyendo las peticiones -no aceptadas- de dimisión de cinco de los concejales
de la corporación. Durante ese tiempo fueron varios los permisos que solicitó
para ausentarse del pueblo, unos, por asuntos propios en Madrid y alguno más
por enfermedad.
Ese año se trajo, excepcionalmente, la imagen de la Virgen de la
Sierra en primavera para sacarla en procesión por la falta de lluvias. Mucho debió
llover porque hubo roturas de la cibanca
del río Gigüela, por ejemplo, provocando el encharcamiento de algunos cultivos
adyacentes.
Don Bernardo ya era por entonces el mayor contribuyente del
municipio, superando a algunos de sus parientes políticos, los Díaz, que
también se encontraban entre los primeros. Sabemos que se casó con doña María
Felipa Díaz Givica, hermana de don Cristino. El matrimonio no tuvo
descendencia.
En 1909 el diario ABC publicó un
telegrama suyo en el que mostraba su apoyo a una campaña del periódico en favor
de los niños pobres y en 1911 también se hizo pública su suscripción para el
homenaje a los famosos dramaturgos y poetas, los hermanos Álvarez Quintero, que
consistiría en el regalo de una medalla de oro.
En la que fue su casa, una
verdadera joya de la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX,
con un estilo ecléctico, se percibía su gusto por el Arte y su visión moderna e
innovadora. Entre otros elementos llamaban la atención las pinturas que había
en la imponente escalera. Habían sido pintadas sobre el estuco en 1912 por José
Martínez.
En 1917, hasta donde tenemos
noticia, vuelve a la vida política activa. Lo vemos como diputado provincial
por el partido de Daimiel, del que formaba parte Villarrubia de los Ojos. Será
designado, junto a otros diputados, responsable de la “Comisión permanente de
Actas” y de la “Comisión de Revisión de Acuerdos”.
También por esas fechas participó
en la fundación de la Cooperativa Agrícola “El Progreso” siendo uno de los 66
accionistas que la crearon. Desde hacía al menos quince años don Bernardo
aparecía en los anuarios comerciales de la época como cosechero de cáñamo (en
1923 aparecen solo tres) y vinatero.
De alguna manera, tuvo también
algo que ver con la llegada de la luz eléctrica a Villarrubia de los Ojos ya
que era el propietario de los terrenos que poseía en la calle del Charcazo,
dónde se instaló la fábrica de luz, de la sociedad anónima “La Electro-
Industrial de Villarrubia de los Ojos” en 1922. Al lado se instaló una
panificadora. Fue una iniciativa de varios vecinos que crearon una sociedad por
acciones.
Muy pronto, en mayo de 1918,
fallece su esposa, doña María Felipa Díaz. De esa fecha es la cancela de la
ermita de la Virgen de la Sierra, que fue donada por ella, según reza en el
mismo trabajo de forja y fundición: “DONATIVO DE DOÑA MARÍA FELIPA DÍAZ DE
MARÍN DEL CAMPO A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA SIERRA AÑO 1918”.
Doña María Felipa Díaz Givica fue
la camarera de la
Virgen de la Sierra, tras suceder a su tía, doña Leonor del Águila y Díaz. En
los inventarios de la hermandad aparecen sus donaciones siendo la más conocida
la de la cancela pero también hizo otras de alto valor económico, como unas
andas para el traslado de la imagen del santuario al casco urbano.
La prensa provincial se hizo eco de la
defunción de doña María Felipa y del muy llamativo recordatorio, a modo de
librito con oraciones, que le dedicó su esposo.
Es muy poco lo que sabemos de los
años posteriores al fallecimiento de su esposa en cuanto a su relación con
Villarrubia de los Ojos. Tras consultar algunos documentos oficiales el último
en el que aparece como domiciliado en Villarrubia de los Ojos es de 1928, ya
con 54 años. Sin embargo, por esas fechas ya llevaba tiempo residiendo en
Madrid, con sus nuevos negocios, que nada tenían que ver con nuestro pueblo ni
con las actividades agrícolas y comerciales.
De manera que, ya en Madrid, en
1924, además de moverse en ambientes artísticos, en general, y
cinematográficos, en particular, abre una librería, de la que hay muy poca
información. Se encontraba en la céntrica calle Marqués de Cubas, cerca del
Congreso de los Diputados y del Banco de España.
Fue ese mismo año cuando creó una
empresa de producción de cine, “Ediciones MarinCampo”, con sede en la
Calle Hortaleza. Se conocen dos películas de éxito producidas por él. La
primera fue “La mala ley”, dirigida por Manuel Noriega. Se trataba de una
película muda y rótulos basada en la obra de teatro de Manuel Linares Rivas. El
rodaje comenzó en febrero y acabó en mayo. Tras el estreno en Madrid y
Barcelona y darla a conocer en los periódicos de tirada nacional, como el ABC y
en otros especializados, como, por ejemplo, “Arte y Cinematografía” se
publicaron reseñas muy positivas. Desde un punto de vista económico no fue todo
lo bien que auguraban las muy buenas críticas en cuanto a la calidad de las
imágenes -la fotografía corrió a cargo de Blanco-, a las extraordinarias
actuaciones de actores y actrices de primera línea, a la música y a los
espacios en los que se rodó.
La segunda, “Los granujas”,
rodada en 1924, pero estrenada en 1925, fue dirigida por Fernando Delgado. Se
basaba en el sainete de Carlos Arniches y José Jackson Veyán. Tenía una
duración de 44 minutos y era también cine mudo con rótulos. La película costó
24.500 pesetas, menos que la primera. Tuvo muy buena acogida de público y
crítica, apareciendo en diferentes periódicos. Se distribuyó por “provincias” y
se proyectó también en países americanos, por ejemplo, en Argentina. Es curioso
como en la primera película el argumento se desarrolla en un espacio que
podríamos describir como señorial mientras que en la segunda los protagonistas
forman parte de la clase más baja de la sociedad. Está ambientada en las cuevas
de Príncipe Pío en la que viven una suerte de vagabundos. Uno de los aciertos y
de los retos del rodaje fue precisamente recurrir a esos enclaves al aire
libre, hogar de los más desfavorecidos que, curiosamente, darán toda una
lección de humanidad a otras personas mejor situadas.
Fueron muchas las noticias que
hablaban sobre estas películas de éxito en diferentes periódicos. Desconocemos
si se produjeron más películas. No está de más recordar que este período no ha
sido tan estudiado como el siguiente. Algunos estudiosos apuntan a que dado que
las modas y los gustos cambiaron muy rápidamente ya en los años veinte del
siglo XX, de lo que se había rodado hasta entonces no quedaba más del cinco por
ciento.
La aparición del cine sonoro
desplazó por completo al cine mudo, además del escaso o nulo interés se produjo
un curioso -y penoso- proceso de destrucción de películas, generalmente,
vendidas para reciclarlas en objetos tan cotidianos como botones o peines. De
manera que podemos hablar de verdadera hecatombe lo acontecido con todo ese
material. Parece ser que sólo se conservan unos segundos de una de estas dos
grabaciones.
Don Bernardo apareció en algunas
ocasiones más en la prensa y durante los años previos a la guerra civil de 1936-1939, estuvo activo
con los partidos conservadores y monárquicos. Ya en los primeros meses de
guerra varios familiares suyos fueron asesinados. A él le fueron incautados
varios bienes de considerable valor artístico y económico en Madrid, que
consiguió recuperar una vez que terminó la contienda.
Otra faceta suya muy poco o nada
conocida tenía que ver con el mundo del las obras de arte y las antigüedades.
En 1948 obtuvo un galardón en el VI Concurso Nacional de Artesanía y Feria del Abanico
Español.
Murió el 9 de septiembre de 1961,
a los 87 años de edad. De su fallecimiento dieron cuenta también algunos
periódicos. En Villarrubia de los Ojos tuvo lugar su funeral un año después.
Parece evidente que la figura de
este moracho que residió en Villarrubia de los Ojos, que fue abogado, alcalde, diputado
provincial, librero y productor cinematográfico es muy poco conocida, no sólo
en nuestro pueblo y en las dos provincias de referencia, Toledo y Ciudad Real.
La información que he utilizado relativa a su faceta de productor
cinematográfico y otros datos vitales proceden de los textos del historiador
don Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, que publicó en su página “Memoria de
Mora”.
Este año se cumple el centenario de la realización de sus dos películas.
Su figura y su obra bien merecen algo más que este breve recordatorio. Don Bernardo Marín del Campo Peñalver puede ser considerado y valorado, sin ninguna duda, como un
pionero del cine de Castilla-La Mancha.
Agradecimientos:
Muchas gracias a don Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, que, tras su publicación del 2 de septiembre de 2024, me ha facilitado buena parte de los datos aquí contenidos pero, sobre todo, por difundir esta faceta de pionero del cine de don Bernardo Marín del Campo Peñalver.
Gracias también a Gema del Prado Redondo, archivera del Ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos, así como a Virginia de la Osa, del Archivo de la Diputación Provincial de Ciudad Real, a los responsables del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha de la UCLM y del Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real y al párroco de Villarrubia de los Ojos, Julián Plaza Pérez de Madrid, por facilitarme el acceso al archivo parroquial.
Vaya también mi agradecimiento a Antonio Muñoz Buitrago, del Bar La Barra, por su buena disposición y a Ángel Morales Camacho, José Antonio y a Eñe Radio, por su interés y colaboración.
También agradezco a algunas vecinas y vecinos que me han facilitado información sobre este personaje que durante años vivió y trabajó en Villarrubia de los Ojos.
Rúbrica de don Bernardo Marín del Campo en el libro de actas del ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos, 1902.