El pasado 23 de noviembre de 2025 Concepción Sepúlveda y David García observaron, de nuevo, que la turba del cauce del río Guadiana estaba ardiendo. No era ni la primera ni la segunda vez que estos dos naturalistas villarrubieros se percataban de este fenómeno que, por otra parte, se viene produciendo desde que se secaron los Ojos del Guadiana y el cauce de este río, allá por 1984.
Antes de entrar en materia quiero advertir del peligro que supone caminar por ese entorno, saliendo de los caminos, por posibles hundimientos y colapsos. Igualmente se trata de propiedades privadas cultivadas y se generan daños. Lo ideal es observar desde los caminos circundantes.
En esta ocasión los incendios subterráneos se han localizado, y por el momento, en las cercanías de la finca La Peñuela, aguas abajo (si hubiera agua) del puente del Nuevo, en el término municipal de Daimiel. Nos resulta llamativo que se perciba perfectamente ese olor tan característico que durante decenios rodeaba a este río desde su nacimiento y en muchos kilómetros de recorrido. Además, también llama la atención el hecho de que haya pequeñas manchas en ese proceso de la denominada "autocombustión" en la ribera, en terrenos cultivados y recientemente sembrados de cereal.
Para Concepción Sepúlveda se trataría de la turba que no llegó a quemarse en los muchos años de fuego subterráneo. Hay también que destacar que todo ese tramo de río está literalmente carbonizado por el incendio acaecido hace unos meses.
Este proceso de combustión de la turba se viene produciendo en muchos lugares del mundo. Se sabe, por ejemplo, que pueden alcanzarse temperaturas de hasta cuatrocientos (400) grados centígrados y a profundidades variables, según sea el grosor de los depósitos de carbón vegetal. No está de más recordar, a su vez, que este carbón o turba se ha venido formando en un proceso muy lento, de entre diez mil y varios cientos de miles de años, al irse acumulando materia vegetal en ambientes hídricos, con condiciones anaeróbicas.
El incendio más "famoso" o mediático de este entorno se produjo el año 2009 (1), cuando, a consecuencia de la ausencia de agua en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos, el fuego subterráneo llegó al interior del Espacio Natural Protegido. Su manejo entraña muchas dificultades ya que sólo se puede conseguir apagarlo inundando la zona. El acceso es también difícil por el peligro de colapsos y la falta de suelo firme que permita el trabajo de profesionales y maquinaria pesada.
En el incendio de 2009 se habló de una profundidad de veinte metros.
En realidad parece ser que habría que hablar de "combustión latente", es decir, un tipo de combustión, valga la redundancia, sin llamas. Es mucho más lenta que la que tiene llamas pero más persistente. Uno de los problemas que genera es la destrucción del registro fósil. Y es que las turberas albergan una ingente información, almacenada durante muchos siglos, que las convierten en verdaderos archivos de la actividad climática y biológica.
Son muchos los lugares en los que se vienen produciendo estos incendios, siendo uno de los más importantes el de Borneo de 1997, que tuvo algunas consecuencias planetarias. Por cierto, se volvió a activar en 2006. Los ha habido en Indonesia, Botsuana, Escocia, Estados Unidos (Carolina del Norte) y en otros muchos países.
Para el caso que nos ocupa, el incendio subterráneo o combustión latente en el cauce del río Guadiana, en Daimiel, Ciudad Real, España, la causa es antrópica. Se trata de una prolongada ausencia total de agua en el cauce del río, que tiene una turbera de considerable espesor. La ausencia del agua hace que el terreno se vaya agrietando y circule el oxígeno, que generará la ignición, habida cuenta de la presencia de ese combustible fósil, carbón vegetal, y de los gases generados por el mismo en ausencia de agua y humedad.
El 20 de diciembre de 2023, por ejemplo, los llamados "pozos de emergencia" del Parque Nacional de las Tablas, empezaron a bombear. Se había concedido un cupo de diez (10) hectómetros cúbicos de agua para inundar parcialmente la superficie del espacio protegido "para garantizar la humectación de una parte del paquete de turbas y evitar el riesgo de autocombustión espontanea que de forma natural puede originarse en estos ecosistemas. Un capítulo que las Tablas de Daimiel ya vivieron en el año 2009, cuando el subsuelo empezó a arder por falta de agua" (Ana Pobes. Diario La Tribuna de Ciudad Real, 23 de abril de 2024. página 21, edición en papel). Ese bombeo continuó hasta abril de 2024.
Se trata de un verdadero desastre ambiental que no debería ignorarse. minimizarse o despreciarse por el mero hecho de no encontrarse dentro de los límites administrativos del Parque Nacional, Reserva de la Biosfera, ZEPA, LIC...porque, además de los valores intrínsecos que posee, forma parte del mismo ecosistema y del mismo hidro y geo sistema.
(1) La noticia apareció en numerosos medios de comunicación, como el diario El País. En este enlace aparece el titular y las primeras líneas. Hubo muchos artículos de prensa. Era noticia en la radio y en la televisión y se pueden ver, por ejemplo, además de esos medios, vídeos en "youtube".
Las fotografías son del pasado 11 de diciembre de 2025.