domingo, 28 de junio de 2020

Donde la realidad te lleva, 1. Usurpación de tierra por un gran agricultor en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.

La vida nos va llevando. Es cierto que podemos salirnos del guión, que podemos tomar las riendas, que podemos decidir y hasta revelarnos con lo que podría llamarse destino. Pero muchas veces la realidad nos impone un camino no buscado, no deseado e incluso, no imaginado.
Así, aunque se quiera tener una buena relación con todo el mundo, los hechos nos condicionan, y nos obligan a modificar nuestros quehaceres y hasta nuestras emociones y sentimientos. Si se sufre una agresión, si te insultan, si faltan a la verdad, si te quieren quitar tu tierra o tus derechos, algo tenemos que hacer. 
Lo ideal es no caer en la provocación ni perder las formas, tan importantes en la convivencia pacífica. Y, por supuesto, no recurrir nunca ni a la violencia ni a la venganza ni al ojo por ojo, tan frecuentes en nuestro mundo y en la potente y abundante cultura cinematográfica. 
Se abre un nuevo camino por el que no teníamos previsto transitar. Se nos brindan ocasiones para demostrar nuestro temple, nuestra consistencia ante esas faltas de respeto y esas carencias institucionales, cuando se dan.
Visto así, en realidad se trata de una posibilidad, de una oportunidad, de una especie de camino alternativo a la mera confrontación.
Tras los necesarios contactos verbales, orales y escritos, siempre desde el respeto, se puede recurrir después a los trámites administrativos y judiciales. Tal y como están las cosas, lo normal es que todo vaya lento, o que no vaya. Que no te escuchen, que te malinterpreten, que te juzguen antes de tiempo o que sea más cómodo mirar para otro lado, lavarse las manos y desentenderse del conflicto. 
Pero la causa sigue ahí, como aviso, como llamada, como alarma. 

Es posible que esa administración, uno de los tres poderes de nuestro sistema social, la Justicia, concretándose en una jueza, en un juez, en un fiscal, o en varios, decidan, una y otra vez, no entrar en la materia. Quizás no te escuchen, quizás incluso te obliguen a callar, Quizás tengas que pagar por un servicio verdaderamente no recibido. Pero es más, puede que la abogada que dos días antes te llamó para ofrecerte un trato, ahora, delante de la jueza, te acuse a tí de todo lo que te ha venido haciendo su defendido. El mundo al revés. El agresor acusa al agredido. La persona que te ha provocado daños, que te viene faltando al respeto, que ha mentido, que te ha amenazado, por arte de este sistema en el que una persona no se puede defender, te acusa falsamente de todo lo que en realidad te ha hecho. Blanco sobre negro, y grabado en vídeo y en audio, y quizás en las notas manuscritas o telemáticas de los representantes de la Justicia, queda dicho justo lo contrario de lo denunciado. Dónde una persona intenta una y otra vez arrebatarte, por ejemplo, una parte de una finca comprada, te dicen que eres tú quién quiere quedarse con la finca del acusado. Te dicen que acosas, que causas daños, cuando es justo al contrario. Cuando existen pruebas, cuando existen ya varias denuncias, declaraciones y juicios previos.
Tienes que esperar un año para leer la sentencia que viene, en realidad, a no sentenciar nada, o sí, no se sabe. Te dice la sentencia que no ha lugar a efectuar un deslinde de dos fincas porque los límites de ambas están claras. Sin embargo, el juez anterior dictó que no había delito puesto que se trataba de un problema de lindes, y que había que proceder judicialmente en ese sentido. Curiosísma coincidencia con la postura del abogado del acusado. Se trata de un problema de lindes, decía. Te obligan a pagar pero todo sigue igual. Tu vecino sigue causando daños, entrando y saliendo y haciendo su labor profunda en tu finca, rebasando abiertamente los límites.
Denuncias solicitando un deslinde, y pierdes y te dice la jueza que no ha lugar, que no hay problema de lindes. ¡Muy extraño que una figura con forma de casi un triángulo se transforme en un rectángulo!

Y te vuelves a encontrar indefenso, sin saber a quién recurrir. Tras varias incursiones, siete, por ejemplo, decides llamar por teléfono, y recibes insultos, nuevas amenazas y mentiras y ofensas incluso hacia personas que ya fallecieron. Aparecen curiosos argumentos que no se sustentan y se va descubriendo y describiendo la verdadera razón de ese gran agricultor que dice no necesitar dinero, porque tiene mucho. Surge una verdad oculta que hunde las raíces en una anécdota de la infancia. Se hace voz esa envidia o resquemor u odio, enquistados en la apariencia de una simple labor agrícola. 
Ante el juez, ante la jueza, se niega todo. En persona, se profieren amenazas, se dicen mentiras y se niegan las evidencias. Las fotografías aéreas no valen. Los documentos como las escrituras no valen. Los testimonios de las anteriores propietarias no sirven. Nada sirve. ¿Te molestan las parras que he puesto? ¿Han quedado pocas anchuras? Pues arranca tus árboles, y así tienes más anchuras.

La historia de este intento continuado de usurpación de tierra ya lleva cinco años, o más. El artífice es un agricultor, un gran agricultor. Los metros cuadrados de mi finca que pretende incorporar a su finca deben rondar los doscientos o trescientos, a ojo, Sin embargo, su finca tiene unos doce mil. Argumenta, en realidad afirma, ¡que me quiero quedar con todo! Son muchas las hectáreas que tiene y, según se comenta, es uno de los que más frutos coge de todo el municipio. 
Es sorprendente cómo algunas personas, sin ni siquiera escuchar los pormenores o conocer la realidad, toman partido, a ciegas. Parece como si sociológicamente, humanamente, un trabajador manual, un agricultor, tuviera que llevar razón o ser defendido, frente a los que no trabajamos en el campo, ni físicamente. 
Hay una parte ya, de entrada, en esa primera toma de contacto y de posicionamiento, que está perdida. Para muchas personas no realizar un trabajo físico ya es un demérito, y hay muchas formas de expresarlo o escenificarlo. Los que llevan corbata, los del traje, los que no tienen callos en las manos, los que no pasan frío ni calor...los que no sudan ni tiritan, los señoritos, los chupatintas, los de las oficinas, los de la ciudad...parecen haber perdido una parte importante de credibilidad y de respeto y de derechos. Uno de esos derechos es el de ser tratado y juzgado con ecuanimidad. Es decir, yo puedo no ser agricultor pero si la persona que quiere arrebatarme mi propiedad es agricultor no debería importar. Vivimos en un sistema socio-político en el que se respeta la propiedad privada. O eso se dice. En el Juzgado de Daimiel parece que hay profesionales que no lo interpretan así.

El nombre y apellidos de esta persona no merecen la pena, por el momento. Como tampoco los de los jueces que se han quitado de en medio, ni de los abogados que tan curiosamente faltan a la verdad y acusan, preparando el camino. Son muchos los detalles que podría contar. Con sólo cinco frases dichas se podría conseguir una especie de retrato rápido, algunas apenas si las he explicado someramente.
Lo cierto es que ante estas situaciones tan desagradables hay que mantener la calma, respirar profundo y no dejarse caer en las provocaciones.













 En esta fotografía se aprecia cómo ha sido arada parcialmente la finca, hasta los almendros, y realizada una labor profunda con vertederas en varias ocasiones.




sábado, 27 de junio de 2020

Las extremas...políticas.

Hace unos días un amigo me habló de una de las extremas políticas. Hacía referencia a una pseudonoticia, es decir, algo ocurrido que no tiene en realidad la importancia, la trascendencia ni el interés para convertirse en noticia. Es curioso que es tipo de hechos salten a los informativos, periódicos, redes sociales y a nuestras vidas. De pronto, una anécdota negativa se convierte en el centro de atención, de comentarios, de reflexiones, de tomas de postura, de posicionamientos y, se hila, falazmente, a toda una argumentación sin sentido. Los participantes en programas de radio y televisión opinan, hablan, obvian los detalles y hasta el verdadero trasfondo, y lanzan sus diatribas. Y lo peor es que, lo que no pasa de ser, por ejemplo, una bravuconada, un acto aposemático sin más, para muchas personas, se convierte poco menos que en una ofensa, en una razón, en una justificación de todo un discurso segregador, clasificador y erróneo. Una especie de dinamizador o acelerador de ideas, sentimientos y datos, aunque sean falsos.
Así, se pueden entender esas posturas conversacionales tan al dictado, de nuestra actualidad política. Por un lado, los malos de la extrema derecha. Por el otro, los malos de la extrema izquierda. Los unos y los otros representan lo peor de lo peor y son capaces de todo...lo malo que se nos pueda ocurrir. No merece la pena entrar en detalles, ni en apelativos ni en las ideas manidas de unos y otros. Lo curioso es que están hay las etiquetas, con muy pocas ventajas, por no decir ninguna. Y detrás de esos adjetivos, de esos epítetos, de esas expresiones tan simples y simplificantes, hay personas. Hay personas con nombre y apellidos que, como nos podemos imaginar, son normales y corrientes e intentan llevar vidas normales y corrientes. Siempre se podrán hacer tantas excepciones como sean necesarias pero lo cierto es que las denominaciones no son uniformes ni túnicas ni raíles o carriles de los que no se pueda salir. Desde luego no deberían servir para apartarnos unos de otros, para estigmatizarnos, para detestarnos, despreciarnos, criticarnos y hasta odiarnos.
De manera que quizás sea interesante obviar tanto señalamiento, tanta trivialización de la vida política y social y tanto desvío de lo verdaderamente importante.

miércoles, 24 de junio de 2020

Adiós a Julián Cabrera Bajo, "Catite".

Ayer, 23 de junio de 2020, supe que había muerto Julián Cabrera Bajo, conocido como "Catite". Contaba con 95 años y los últimos años de vida los pasó en la residencia de Mayores de Piedrabuena. Cuando me dieron la noticia ya había sido enterrado. De haberlo sabido habría intentado ir al entierro, o al tanatorio, si nos hubieran dejado.
Nació en 1925, por lo que era de la quinta del 45.
Me vinieron a la memoria momentos muy buenos pasados en la Guarnicionería de su buen amigo Vicente Rodríguez García-Sacedón, en la calle Real. Allí lo conocí, como uno de los amigos y visitantes de Vicente, entre los que me cuento.  
Había sido cabrero toda su vida, por lo que mi mujer, Pilar Sánchez Fernández, contactó con él para que le aportara información sobre los usos, nombres y creencias de las plantas de Piedrabuena, ya que estaba haciendo un trabajo de Etnobotánica. Fuimos, junto con Vicente, al campo, y allí nos empezó a contar sus conocimientos sobre las plantas que veíamos. 
Después fueron muchos los días en los que estuve presente en esas pequeñas tertulias de la guarnicionería. Allí se veían unos cuantos amigos y conocidos de edades similares. Imperaba el buen humor, con frecuentes alusiones al pasado común. Las intervenciones de Julián eran muy bien recibidas, con sus chascarrillos, refranes, canciones y anécdotas. Julián siempre estaba de buen humor y aportaba una especie de bondad e ingenuidad a la conversación. Para mí era un verdadero placer escucharlo, aprender de él y disfrutar de esos encuentros tan entrañables. Julián era una buena persona, muy sencillo y sereno. ¡Descanse en paz!


Julián Cabrera Bajo, el 17 de marzo de 2007, en el carreterín del repetidor de Los Pozuelos de Calatrava, Ciudad Real, en una salida de campo con fines de recopilación etno-botánica llevada a cabo por Pilar Sánchez Fernández.


Julián en la guarnicionería de Vicente, en enero de 2011.


Julián, en agosto de 2014, en la guarnicionería de Vicente Rodríguez García-Sacedón.


domingo, 21 de junio de 2020

Mi cuaderno del coronavirus, 14: se van cayendo las hojas de muchos aplausos.

Se van cayendo las hojas de muchos aplausos. La conversación, entre amigas y amigos avanza. Salen los detalles, los sentimientos, las vivencias, y se va desdibujando una forma y gestando otra. La poderosa duda, la incertidumbre y hasta algunas sospechas se ciernen sobre cualquier mesa de un comedor, de una terraza, de un bar, de un restaurante. ¿Qué está pasando?¿Qué nos está pasando? Fulanito se ha ido, y, en teoría, no se puede salir. Hay muchas posibles causas. Hay gente que cumple las normas y gente que no. Sesenta euros son las clave. ¡Háztelo! Ese es el problema, que no me lo quiero hacer. Yo ya pago. ¿Curiosidad? No, es responsabilidad. Es sentido del deber. Es profesionalidad. Lo importante no es saber si lo has tenido sino si lo puedes seguir contagiando. Todo es cuestión de dinero. Y de organización. La verdad es la verdad. Y dos más dos son cuatro. Es complicado. Como todo. Claro, claro. Yo creo. Yo pienso. Yo me supongo. Yo me figuro. A mí me parece. Es que yo. Desde mi punto de vista. Yo he leído.Yo he visto. Me han dicho. Me contó, Dijeron. Parece ser. Ahora a ver qué tal nos comportamos. Eso, eso. La gente mayor. Los jóvenes. Los niños. ¡Madre mía! Pero se puede. No se puede. Lo suyo sería. Dentro de un par de meses. Cuando lleguen los fríos. Esto va pa´largo. Ya hay otro que ha mutado. Las casas. Los arquitectos ya están planteándose cómo hacer las cosas (casas) en el futuro. ¿Y los colegios? ¿Y los centros de salud? Palabras. Palabras. Palabras. Y las hojas van cayendo. Se deshoja la flor. La antesis ya no es ni un mero reflejo agostado por las preguntas sin respuestas. Los centros de salud siguen cerrados. Te atienden por teléfono. Teletrabajo. Y la gente que haya estado en casas pequeñas. En pisos interiores. En ciudades. Y la gente que está en el paro. Los niños sin poder salir. Tres hijos y dos ordenadores y el padre o la madre, teletrabajando. Horroroso. Ha sido horroroso. Hay quiénes no quieren hablar. O no pueden. Es normal. Ha habido de todo. 
Ya se puede salir y entrar. Con mascarilla. Y guardando las distancias de seguridad.¿abrirán los cuarteles? ¿O estaban ya abiertos? ¿Y los centros de salud? Ya se puede volver a los colegios. ¿Tiene sentido? Hay miedo. Es normal. Hay gente a la que se la señala. Se les puede coser un símbolo con el coronavirus bien visible. O impedirles entrar o salir. O encerrar. O poner en cuarentena. Una mujer me habla de un familiar muerto. Se me pone el bello de punta. Y a mí. No poderles dar siquiera un beso. Ni cogerles las mano. Hay mucha gente. Han sido muchos. Pero muchos. En el siglo XXI. En el siglo pasado, vale, ¿pero ahora?
Parece que amaina el temporal.  Hablan o hablamos de normalidad. 

lunes, 15 de junio de 2020

La increíble historia de las flores de achicoria (Cichorium intybus).

Hace unos días hice fotografías de las florecillas de la achicoria (Cichorium intybus). Además de su indudable belleza y sencillez, me animó el hecho de comprobar que, en la plataforma de Ciencia Ciudadana "Biodiversidad Virtual" en la que participo, sólo había dos citas de esta muy común planta, en la provincia de Ciudad Real. 
Tras subir la fotografía la experta que la editó me pidió otra imagen de las brácteas, esa especie de hojillas que están por detrás y por debajo de los pétalos. Como las fotos que subí no sirvieron, comuniqué que iría en un momento a hacer las fotos de nuevo, ya que están muy cerca de mi casa, a un kilómetro o dos.
Me acompañó mi mujer, que es una buena aficionada a la botánica y que posee más conocimientos y destrezas que yo. Tras buscar la planta fotografiada por la mañana, desde el coche, estuvimos recorriendo el tramo de camino varias veces, yendo y viniendo...sin resultado positivo alguno. Me parecía imposible lo que me estaba ocurriendo. A las nueve de la mañana se veían las matas llenas de florecillas azuladas y a las siete y media de la tarde, no fuimos capaces de localizar ni una. El trayecto lo alargamos un par de kilómetros, en el coche, y a pie, en varios tramos. ¡Ni rastro de la flor de la achicoria!
Sí vimos algunas plantas pero con las flores cerradas, con un color, por cierto blanquecino.
Al día siguiente, temprano, volví al mismo lugar, y allí estaban, alumbrando, iluminando, adornando esa cuneta, con verdadera fuerza: florecillas de achicoria por todas partes, en plantas rastreras y en otras más altas. Cientos de plantas y flores destelleaban a ambos lados del repasado camino. 
Rápidamente, fotos y llamada a mi esposa. Y esa tarde, otra vez la desaparición total, ya con dos amigos. 
Era evidente, las flores de achicoria (Cichorium intybus) se cierran por la tarde. Lo aprendimos de pequeños pero yo lo había olvidado por completo. Desde luego, por si alguien lee esta entrada, recomiendo hacer la prueba, a las nueve o las diez de la mañana y luego, a las siete u ocho de la tarde, en esta época, mediados de junio. Aclararé que a las nueve y pico de la tarde es todavía de día, el sol se está poniendo y hay mucha luz solar. Es decir, a las siete de la tarde la iluminación es total.
Y un día más tarde, vuelvo a salir también con amigos. Observamos que a las doce del medio día algunas flores parecen estar empezando a cerrarse. Sorprendente.




Flor de achicoria ya parcialmente cerrada.





Mapa de la distribución a 22 de julio de 2023 de la achicoria en la página de Ciencia Ciudadana "Biodiversidad Virtual". La entrada la escribí el 15 de junio de 2020.

viernes, 5 de junio de 2020

El Canguro Violeta reanuda su actividad fotográfica con "Luces y sombras de una pandemia" de Teresa Luca.

Hoy, viernes, 5 de junio de 2020, ha quedado inaugurada la exposición fotográfica "Luces y sombras de una pandemia" de la fotógrafa de Velilla de san Antonio (Madrid) Teresa de Luca.
Con una selección de 25 fotografías la autora nos muestra escenas del día a día de estos meses difíciles en los que los miembros de Protección Civil han tenido una actividad muy importante. 
Reinicia así el Canguro Violeta de Piedrabuena (Ciudad Real) su actividad, con cierta normalidad, en su deseo de seguir dinamizando la vida cultural del municipio. El patrocinio ha corrido a cargo del Ayuntamiento de Piedrabuena y el comisariado y trabajo de impresión a Margo Zúñiga.
La fotógrafa, para poder realizar las fotografías durante el estado de alarma, consiguió un autorización de la policía municipal, acompañando a los voluntarios de Protección Civil. 
Se trata de una exposición documental, de rabiosa actualidad, con una mirada centrada en el voluntariado y en la asistencia prestada a vecinos y vecinas. La autora es Técnico Superior de Imagen con una formación amplia en el mundo de la Fotografía.
En las imágenes seleccionadas podemos ver el devenir de un pueblo, la asistencia prestada a los vecinos, los momentos de encuentro, en ventanas y balcones, los aplausos y gestos de apoyo o los procesos de desinfección del personal sanitario. Todo, con la mirada respetuosa y humanizante de esta vivencia trágica. Una buena forma de preservar tanta solidaridad y tanta cooperación en medio del aislamiento, el dolor y el miedo. Desde aquí felicitamos a las personas que habéis hecho posible esta actividad pero, sobre todo, a la autora, Teresa Luca, por su buena iniciativa y su gran trabajo.




jueves, 4 de junio de 2020

Mi cuaderno del coronavirus, 13: no hay pruebas del coronavirus nada más que pagando, o para los elegidos.

Desde que empecé a escribir sobre el estado de alarma, el confinamiento, la pandemia por coronavirus y lo que nos está pasando no he dejado de poner en duda todo lo que oigo o leo. Así, cuando se habla de víctimas mortales yo he mantenido que esas cifras eran, manifiestamente, falsas. Ahosa nos dicen desde el Instituto Nacional de Estadística, nada más y nada menos, que las personas que han muerto en España en este periódo, frente a las del año pasado, superan las cuarenta y cuatro mil, muy lejos de las veintisiete mil que dice el gobierno. Se podría añadir que son más, al menos, porcentualmente. Veamos. La población española ha bajado. Los cientos de miles de turistas que nos visitan se han ido. La actividad laboral se redujo a mínimos así como los transportes, de manera que, al número de fallecimientos del año pasado habría que descontar un buen número, pero, aún así, la diferencia es tan grande que no merece la pena profundizar en ese argumento. Lo triste, lo grave, lo penoso, es que hablamos de personas, con nombres y apellidos, con familias, y no sólo de datos o cifras.
Por otra parte me preocupa que se estén tomando medidas tan contradictorias como que un municipio decida hacer las pruebas a todos sus habitantes, o un colectivo como el de la Universidad de Castilla-La Mancha, frente a otros que no han sido elegidos. Ni siquiera le vale a Caixasegur Adeslas la información aportada en un diagnóstico por un radiólogo para que a un asegurado se le pueda hacer la prueba por COVID-19.
Sorprende que al personal de la UCLM se le vaya a hacer la prueba y no al de Educación Infantil, Primaria, Secundaria, Formación Profesional y otros. Sorprende porque los segundos tratan con muchas más personas y en condiciones laborales mucho más difíciles de manejar. En la Universidad hay adultos, mayores de 18 años y, de entrada, muchos más espacios. En el resto de centros educativos, mucho peor equipados en todos los sentidos, hay menores y familias. Compárese una aula de la universidad, un pasillo, unas escaleras y visítense los colegios. Tómese nota de la entrada, a las nueve de la mañana, a un colegio, con cientos de adultos acompañando a los escolares. Obsérvese luego la entrada en las diferentes facultades.
Pero las pruebas del COVID-19 no están previstas, parece ser, para todo el mundo, sino para los elegidos. Ah, ¡qué olvido! Y también se puede conseguir pagando, es decir, repagando, porque todos hemos pagado nuestras correspondientes cuotas sanitarias durante estos meses.
Así las cosas, los discursos, las palabras, los tonos, hasta ese fondo poético y conciliador de los cuarenta y siete millones de hilos que forman la bandera de España de la que hablaba el presidente del gobierno, don Pedro Sánchez Castejón, en el parlamento, ayer mismo, suenan huecos, vacíos, falsos, sencillamente falsos. Aunque las dos comentaristas de la Cadena SER me puedan tachar de cualquier cosa...por expresar mis ideas libremente.