martes, 28 de enero de 2020

"Aguas oscuras", o el buen cine comprometido y desapercibido.

El domingo pasado, 26 de enero de 2020 pude ver la película "Aguas oscuras" del director Todd Haynes Me sorprendió que, en una sala de unas 150 personas estuviéramos tres espectadores. Cierto es que eran las diez y media de la noche. 
La película aborda un conflicto ambiental pero que, en realidad, trasciende con mucho este ámbito. En realidad es un relato bastante minucioso de un proceso complejo de unos cuantos ciudadanos frente, o contra, no sólo una de las grandes multinacionales con un historial más oscuro de la Historia de la Humanidad, la "Dupont", sino todo el "aparato" social que las protege, permite, favorece, disculpa y justifica.
Cuando digo "unos cuantos ciudadanos" me refiero, como suele ser habitual, a esos primeros perjudicados, que en inglés, en el terreno de los movimientos ecologistas, se denominaba como "No en mi jardín" los "NIMBY" (Not In My Back Yard), los afectados, dicho simple y llanamente. Es decir, no se trata de ecologistas, ambientalistas, naturalistas, científicos comprometidos ni nada parecido sino de ciudadanos que sufren un problema directamente (o un proyecto amenazante, en otros casos). Junto a ellos, en esta ocasión, conocemos la historia de un brillante abogado que iniciará todo un proceso que se prolongará a lo largo de los años y que llegará a afectarle profesional y familiarmente.
Sobre la Dupont se ha escrito, investigado, juzgado, culpado, sentenciado...pero, sorprendentemente, goza de una imagen impecable, me atrevería a decir que, inalterada, después de su largo historial de destrucción, dolor, mentiras y daños. Es como si no existiera para lo que se suele llamar "el público en general" o la mal y engañosamente llamada "opinión pública". La trayectoria de esta empresa, que estuvo detrás, delante y en medio, por ejemplo, de las armas químicas en la Primera Guerra Mundial, ha estado marcada por ese lado ultra oscuro, contrapunto de sus inventos y patentes tan conocidos como el nylon, el velcro y el polémico y cancerígeno teflón, origen de este relato cinematográfico.
Y es que la empresa Dupont, durante años, produjo residuos altamente contaminantes y muy peligrosos, con conocimiento de causa, ocultando ese conocimiento, produciendo muerte y desolación. Y ahí es dónde aparece un rudo granjero de Virginia en un prestigioso despacho de abogados, con una caja de vídeos, para que se denuncie al gigante de la Industria mundial química.

Entre los muchos aciertos de esta película están, a mi juicio, la elección de la historia. No todo el mundo se atreve, y ya es de agradecer. Hablar de un "Goliat" sigue siendo un problema. El hecho de contar con un reparto de actores y actrices muy bueno pero alejado del estrellato más fulgurante, y a veces vacuo, es así mismo, un valor añadido. Como tercer gran punto positivo citaría ese realismo de grises, de penumbras, de silencios, de decenas de detalles de la vida cotidiana que escapan, normalmente, de la gran pantalla. Se suele decir que la elección está al límite, siempre, del fracaso económico y de espectadores. La música es una especie de latido que, de alguna manera, genera tensión, incertidumbre y un ritmo, pausado, pero suficiente. Quizás sea ese su defecto, la lentitud, que, en realidad, es virtud, en este mundo de la prisa, la velocidad y la inmediatez.
Y, de fondo, una sociedad que valora y prima especialmente el consumo, el trabajo, aunque sea en detrimento de la salud y de la vida y un muy mal entendido progreso. Y unos poderes más que controvertidos y hasta controlados, si no maniatados, con sus ramificaciones burdas e incomprensibles.
Como suele ser habitual "Aguas oscuras" ha sido para mí un descubrimiento de cartelera, de llegar al cine sin noticia alguna, sin saber nada sobre la misma, sin haberla visto en la televisión, anunciada, ni nada parecido. Me atrevo a predecir que durará cuatro días, o cuatro ratos, como prueba de que el brillo extraordinario de Dupont deslumbra. Y como demostración de que, la tragedia producida por las multinacionales que dicen hacer nuestras vidas más fáciles, no tiene importancia para los llamados medios de comunicación social. Y mientras tanto, Dupont ya lleva muchos años rondando por la provincia de Ciudad Real, intentando hacer socavones, a su estilo. Y los malos, como siempre, son , o somos, los ecologistas, que nos oponemos al progreso, al desarrollo, y que estamos vendidos, precisamente, a las multinacionales, según dicen algunos.
Como digo en el título de esta modesta opinión, "Aguas oscuras" es una muy buena película, comprometida y, lamentablemente, desapercibida.
La película "Aguas oscuras" de Todd Haynes, de 2019, tiene una calificación, a fecha de hoy, 28 de enero de 2020, de 6,7, sobre 10.

domingo, 26 de enero de 2020

"Hortera", curiosa palabra.

La palabra "hortera" se utiliza, al menos en algunos pueblos de los Montes de Ciudad Real, para designar un recipiente circular de madera de fresno. Es curioso que al buscarla con "Google" no aparezca. Aparece con el significado  que cambió drásticamente en los años setenta del siglo XX. De ser un sustantivo que designaba a los jóvenes dependientes, es decir a los mozos o empleados de comercios, pasó a usarse exclusivamente con el sentido negativo de mal gusto, mal conjuntado, excesivamente llamativo. Recuerdo un refrán que decía: "no hay parto sin dolor ni hortera sin transistor". Lo cierto es que esta palabra se sigue usando con el significado que aparece el el Diccionario de María Moliner y el de la Real Academia de la Lengua.

Falta foto...

El término "escapaz", en algunos municipios de Ciudad Real.

Hace ya bastantes años desde que escuché el término "escapaz", con el significado de "capaz". Después lo he oído más veces, también en Piedrabuena. Me parece curioso.

El río Guadiana sigue exhausto.


El río Guadiana sigue exhausto.
Francisco Zamora Soria. 18 enero 2020.
Maestro de Educación Primaria. Geógrafo. Ecologista. Fotógrafo.


Me asomo, otra vez, a este espejo triturado por la apisonadora del desarrollismo.
-¿Qué es esto? - me pregunto.
-¿De qué estoy hablando?- Se me puede contestar. 
Veamos. Voy por un camino, perpendicular a una carretera comarcal. A mi izquierda hay unas ligeras lomas de tierras calizas, con abundantes piedras. Las más grandes han sido amontonadas en los bordes de una ligerísima depresión. Abundan los cultivos de cereal, viñas en espaldera y olivos. Recordemos que dónde había mil seiscientas parras (vides) ahora se plantan dos mil doscientas. De la prohibición del riego se ha pasado casi a la irrigación obligatoria, con un grado de subvención entre la cuarta parte y la mitad de las inversiones por parte de las instituciones. A lo lejos, fincas más grandes, con sistemas de regadío gigantescos, los llamados “pivot”, ponen de manifiesto el trasfondo agro-político en el que estamos.
A mi derecha, en ese terreno que está a escasos metros de desnivel en las zonas más bajas, hay algo de vegetación palustre, seca, sobre un fondo alterno de grises, negruzcos y blanquecinos. Cubren el suelo los restos de las plantas anuales, ya de invernada, muertas y, a rodales a veces muy amplios, las tobas, también grises, con algunos ejemplares tronchados o inclinados.
La sensación que me produce es de desolación, de abandono, de profundo destrozo, cargado de soledad y olvido.
Un conejo se mueve e inicia su rápida huída. Al otro lado de este espacio incierto y, de alguna manera, innombrable, sobre una siembra, planea un busardo (Buteo buteo), al que antes llamábamos ratonero, un ave rapaz de medio porte. Afino la vista. En realidad persigue a escasos dos metros a una urraca (Pica pica). Hacen quiebros, suben, bajan, se posan muy cerca el uno de la otra.
Me salgo del camino, sorteando esos montones de piedras calizas blanquecinas de entre quince y cuarenta centímetros, jaspeadas con grises superpuestos con algún toque amarillento. Siento el suelo como mullido, casi acolchonado, que cede ligeramente bajo mis pies. Desciendo más y ya solo piso carrizos (Phragmites) y aneas (Typha) que tapizan el suelo. Subo un desnivel de dos metros y medio y vemos agujeros de diferentes tamaños y formas por todas partes. Madrigueras de conejos, abandonadas y recientes, hoyuelos de haber excavado hace un rato un conejo, socavones que muestran, a su vez, agujeros que se dirigen hacia los laterales o hacia el fondo. Hay pequeños caparazones de caracolillos, ya blancos, sobre la tierra gris o negra, por todas partes. También se ven cartuchos y algún que otro resto de cemento, o quizás de un tubo de metal.
Miro hacia el Oeste, miro hacia el Este, y contemplo esta herida no curada del paisaje. 

Sigo andando y mi amigo Conce Sepúlveda Rodríguez me muestra un agujero de algo más de un metro cuadrado de superficie por el que, al anochecer, se ve el humo de la turba ardiendo. Lo descubrió David García Urda el primer día de este 2020. 
Seguimos caminando. Volvemos sobre nuestros pasos. Cogemos el camino subparalelo más cercano. Aquí también se ven las piedras, junto a un zanjón hecho con máquinas hace ya medio siglo. Más arriba - ¿río arriba?- se ve un montículo, una motilla de la Edad del Bronce Manchego, expoliada y destrozada, como el resto. 
Vamos al colapso (hundimiento) del Rincón, de hace ya unos años. Los agentes erosivos lo han ido lodando, con sus orillas, desgajándose con resquebrajaduras de varios metros de longitud y profundidad. Parece que estamos en otra motilla, desmochada, sobre la que se instaló una explotación agrícola en la posguerra, para poner en cultivo el cauce del río, haciendo recintos con piedras y tierra. ¡Eran campos de arroz!

Sí, quizás ya se haya adivinado, estoy en lo que fue el nacimiento del río Guadiana, en sus primeros kilómetros de recorrido. 

Pero ¿se puede llamar río a un espectáculo como éste? ¿Cauce? ¿Álveo? 
Paleocauce se me antoja demasiado lejano en el tiempo.
El Guadiana es uno de los siete grandes ríos de la Península Ibérica. Desde su nacimiento, en los Ojos, su caudal no se interrumpía estacionalmente, como ocurría en otros muchos afluentes, incluyendo al cercano Gigüela. 
Su nacimiento era debido al rebosar natural del gran acuífero manchego. Hay estudios geomorfológicos que afirman que ese nacimiento -o renacimiento, si se siguen la teoría o el relato tradicional-actual, en realidad, son restos de un paleocauce en el que se observaron huellas de meandros encajados. Lo describía el doctor en Geografía don Julio Muñoz.

Ese cauce tan ancho, en una llanura, sin sistemas montañosos cercanos, era todo un misterio, un verdadero enigma geográfico. El Guadiana, así, era un río mítico, atípico, muy literario y sugerente. Aparecía no solo en el Quijote sino en el habla de la calle… ”apareces y desapareces como el Guadiana”, se suele decir.
El Guadiana, a escasos metros de los primeros manantiales, ya tenía una anchura extraordinaria. Era una especie de pantano, jalonado por pequeñas presas que derivaban el agua a los molinos y al batán que extraían riqueza de una forma sostenible. Sus aguas, lentas, abundantes, transparentes, cristalinas, dulces, de sabor suave y agradable, no en vano, habían atravesado, en su alumbramiento, un filtro natural inmejorable. Se trataba de una turbera de varios metros de espesor. Carbón vegetal, al fin y al cabo, que se fue formando a lo largo de los últimos diez mil años.
Su cauce, en el mapa topográfico nacional (a escala uno cincuenta mil) de Daimiel (número 760), en la edición de 1952, aparece como una mancha azul, disimétrica, enorme, que nos transporta, de alguna manera, a una realidad hoy robada. Esa mancha cartografiada con rayitas azules, tenía, en estos parajes, entre uno y dos kilómetros de anchura.
Yo, modestamente, ya dije en 1999, en el prólogo de un libro titulado “Poesía para salvar ríos” que quizás esas líneas azules del mapa se deberían cartografiar en rojo, incluyendo los terrenos usurpados o anexionados.
Hoy, en 2020, todo está seco y, lo que es peor, prácticamente en su totalidad, muerto. Los incendios subterráneos han vuelto a activarse.
Es cierto que tuvimos unos años con pluviometría muy favorable y es de suponer que con disminución de la extracción de agua (se decía que, además de las lluvias, la crisis económica había silenciado muchos motores y bombas). 
El agua volvió a aparecer en los Ojos. En el cauce, raquítico ya, se notaba también la ligera recuperación.
Ahora, los tarayes (Tamarix) han prosperado y señalan ese exiguo pero incipiente camino de vida.
Pero los riegos siguen extrayendo mucha más agua de la que se debería. Los niveles freáticos bajan y volvemos a estos terrenos espectrales, kafkianos, reflejo  del momento esperpéntico que vivimos: más palabras  y más imágenes que nunca parecen querer ocultar la verdad. ¡Extraña y dolorosa paradoja! 
Nos recuerda a los cruceros y cayucos surcando los mismos mares, con precios incluso superiores de los segundos. Es el mundo “equis punto cero”. 
A escasos metros, un Espacio Natural Protegido, Parque Nacional, Z.E.P.A., Reserva de la Biosfera, humedal Ramsar…las Tablas de Daimiel, mantenidas hiper-artificialmente, mostrando a los visitantes una gran falacia, haciendo las veces de trampantojo, de un decorado, de un telón de fondo, ocultando el tremendo desastre ambiental de la conocida como Mancha Húmeda. 
Se acuñó un término científico, el de ”daimielización”, doloroso y humillante para Daimiel y su gente. Quizás deberíamos llamarlo directamente “macro estafa ambiental” y no particularizar en un municipio.
En estos años se ha escrito mucho. Tesis doctorales, trabajos de investigación de todo tipo, materiales divulgativos, prensa, informes, poesía, como la de Miguel Galanes, o prosa intensamente poética, como la de Francisco Gómez-Porro, textos en internet … han venido a describir este escenario de destrucción.
Yo escribí, el 9 de octubre de 2002, en el periódico La Tribuna de Ciudad Real, un artículo titulado “El río Guadiana está exhausto” (Sección de Opinión, pág. 28). Hoy, casi dieciocho años después, vuelvo a lo que fue el río Guadiana. La realidad ha cambiado muy poco. Cierto es que se han hecho avances, como la señalización del Dominio Público Hidráulico.
Ahora que arde Australia y el movimiento internacional, ecologista y pacífico “Extinction Rebellion” corta una de las calles más importantes de Madrid, una mujer, manifestante anónima, aparece con un brazo en llamas. Buen símil de nuestro maltrecho Guadiana en sus primeros kilómetros, que lleva así, con un breve paréntesis, desde 1984.
Algo –esperamos que mucho-tendremos que hacer.






jueves, 23 de enero de 2020

Otra cita de Elanio azul (Elanus caeruleus) en Alcolea de Calatrava...

Hoy, 23 de enero de 2020 he vuelto a ver un ejemplar de elanio azul (Elanus caeruleus) en el término municipal de Alcolea de Calatrava, Ciudad Real. Eran las 17:51 y se encontraba sobre un poste eléctrico, a unos 400 metros de la gasolinera de la carretera N-430.



Veinticinco años aprendiendo y enseñando juntos: el Colegio Público "Alcalde José Maestro" de Ciudad Real.

Mañana, 24 de enero de 2020, se cumplen veinticinco años desde que se inauguró oficialmente el Colegio Público "Alcalde José Maestro" en Ciudad Real. El lema elegido por el claustro del colegio para este curso tan emblemático ha sido "Veinticinco años aprendiendo y enseñando juntos". 
El colegio Alcalde José Maestro presenta algunas características muy interesantes como son el haber apostado por la enseñanza del francés como segunda lengua, además de mantener el inglés, como tercera y el haber iniciado su andadura con un proyecto educativo generado por un grupo de maestras y maestros con el sello del compromiso y, me atrevo a añadir, del entusiasmo. Durante años escuché opiniones y valoraciones de diferentes personas en este sentido. 
En estos veinticinco años han pasado por el colegio miles de alumnas y alumnos, con sus correspondientes familias. Así mismo, son muchos los profesionales que han hecho posible este sueño, hecho realidad. Desde el personal laboral, el profesorado, los responsables de los equipos de orientación,  a los diferentes equipos directivos, todos han aportado su esfuerzo y su buen hacer.
Ha habido, sin embargo, un maestro especialmente significativo, sin menospreciar a nadie, el que fue director y uno de los "fundadores", por decirlo de alguna manera. Me estoy refiriendo a Rafael González. Murió hace unos años pero este curso, muy especialmente, lo estamos recordando por todo lo que hizo. Entre otras cosas, por ejemplo, escribir el himno del colegio, con la correspondiente música.
Están siendo muchas las actividades que se han organizado en lo que llevamos de curso y algunas más las que faltan. Y son muchas las personas y las instituciones las que las están haciendo posible, como las diferentes facultades de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Desde este espacio felicitamos a toda la comunidad educativa y agradecemos muy especialmente al equipo directivo el esfuerzo que están realizando. ¡Gracias Federico, Pilar y María Ángeles! y ¡Feliz 25 aniversario a toda la Comunidad Educativa del Colegio Público "Alcalde José Maestro"!







































Mi primer año en Biodiversidad Virtual, 2019-2020.

Hoy, 23 de enero de 2020, hace un año desde que me inscribí en la página de la asociación sin ánimo de lucro "Biodiversidad Virtual". Se trata de una iniciativa de lo que se ha dado en llamar Ciencia Ciudadana. Por el momento contiene y comparte la mayor base de datos de biodiversidad de España abierta y gratuita, con más de dos millones de fotografías, muchas de ellas, debidamente revisadas y clasificadas por expertos, aportando además, los imprescindibles datos de la georreferenciación. Además, muy interesante y muy importante, se trata de imágenes captadas en libertad, sin capturas.
Biodiversidad Virtual organiza los llamados "testings" o muestreos sistemáticos en diferentes espacios de España y mantiene una línea de publicaciones científicas también abierta y gratuita.

Mi experiencia de este año ha sido muy positiva y enriquecedora. He subido casi cuatrocientas fotografías, de algo más de cien especies. Algunas citas tienen cierto valor añadido frente al resto, -por decirlo de alguna manera-por tratarse de especies  o bien de presencia muy escasa o muy difíciles de localizar. He participado en cinco muestreos (testings), total o parcialmente, y, sobre todo, he conocido y reencontrado a amigos que comparten estas pasiones de la Naturaleza, la Conservación, la Fotografía y el Conocimiento Científico.

Junto a las galerías de seres vivos hay otras de indudable interés, como Geología, Fenómenos atmosféricos, Impactos y Etnografía.




Mañana se inaugurará "Las edades del vino" en el Canguro Violeta.

Mañana, 24 de enero de 2020, viernes, a las 9:30 de la noche,  se inaugurará la exposición fotográfica "Las edades del vino" en el Canguro Violeta de Piedrabuena, Ciudad Real. En ella, cinco fotógrafos nos muestran el recorrido de este singular, milenario y casi universal elemento de nuestra cultura y de nuestra historia.
Los autores, cuatro fotógrafos y una fotógrafa, son miembros del Colectivo RAW, de Miguelturra, y en esta ocasión presentan catorce imágenes de 70x50 cms cargadas de un halo un tanto poético sin alejarse del realismo.
Para las personas que procedemos de entornos muy vinateros o viti-vinícolas, la selección tiene un fuerte poder evocador y nos traza el quizás inverosímil camino desde la aparición de los primeros brotes en la parra  o vid (Vitis vinifera) hasta el momento de su consumo.
José Andrés Gallardo, Guillermo Martín, Rafael Pérez, Marta Torres y Alfonso Torres cuentan ya con un largo currículo fotográfico. Se puede ver en este enlace.


La exposición se podrá visitar hasta el 23 de febrero de 2020.



miércoles, 8 de enero de 2020

La primera flor de jara pringosa (Cistus ladanifer) del 2020, en Piedrabuena, Ciudad Real

El pasado día seis de enero de 2020 pude observar y fotografiar la primera flor de jara pringosa (Cistus ladanifer) del año 2020 en Piedrabuena, Ciudad Real. 
Se encontraba en la Sierra de la Cruz. Había en ese momento, a las diez de la mañana, unos tres grados centígrados y se acababa de levantar la niebla. La flor estaba ligeramente cerrada y recubierta de gotitas de agua de la reciente cencellada.



sábado, 4 de enero de 2020

Geografía, a vista de dron, con el profesor Juan Martín Martín.

Ayer, 3 de enero de 2020, volví a tener la oportunidad y la suerte de compartir la tarde con un compañero y amigo, el profesor de Geografía Juan Martín Martín, además de con Cristina Martín, ingeniera de Telecomunicaciones y el doctor en Geografía Óscar Jerez García.
Juan lleva ya un buen tiempo aprendiendo y disfrutando con el manejo de drones. Además, a estos aparatos -que se pueden confundir con simples juguetes, sin serlo, verdaderamente- les da un uso educativo y geográfico. Y es que los drones, entre otros usos, cuentan con un potencial didáctico impresionante. Son una herramienta motivadora de primer orden en la que confluyen varias disciplinas, destrezas y competencias. 
Con las imágenes, en movimiento o estáticas, de un dron, descubrimos la realidad que nos rodea de una forma a veces totalmente nueva. Así, un pueblo, ciudad, monumento, construcción, o elemento de la Naturaleza cobran nuevas dimensiones y se cargan de información y valores antes desconocidos. El paisaje "se abre" de otra manera, más explícita, más elocuente, añadiendo nuevos alicientes a la simple observación del Entorno, ya de por sí enriquecedora.
Con el dron y el manejo de Juan he podido descubrir espacios que conocía desde hace años y verlos de otra manera. Es como subir a una sierra para contemplar la llanura, allí dónde no hay desnivel alguno, es poder ver el cauce del río, difícil de percibir con su simple recorrido y con el trabajo cartográfico o bibliográfico. 
En estas dos ocasiones hemos visto las fotografías de los Ojos del Guadiana en Villarrubia de los Ojos, y el maar (o cráter de explosión hidromagmática o freato-magmática) de Navarredonda, el volcán de la Arzollosa y el río Bullaque, en Piedrabuena.
El uso de drones se nos revela como un gran avance para nuestras aulas, para nuestros pueblos y ciudades, en un tiempo en el que parece que la distancia entre el mundo/la vida y las aulas se incrementa preocupantemente.
Recomiendo la lectura de la entrada y la presentación sobre el tema en el que quizás sea el blog geográfico más visitado de España, el blog de Geografía del profesor Juan Martín Martín. O esta otra, más reciente, sobre el mismo tema.

 "Maar" o laguna, en primer plano, de Navarredonda y el volcán de la Arzollosa, en un segundo plano, a la izquierda. Al fondo, también a la izquierda, la Sierra de la Cruz. Piedrabuena, Ciudad Real. La laguna fue drenada y puesta en cultivo, y sólo se inundan algunas partes en años de abundantes precipitaciones. Como se puede ver, junto al camino, se ve una siembra parcialmente encharcada. Se trata de un cráter muy amplio, subcircular, rodeado parcialmente de sierras de escasa altitud, lo que dificulta la percepción de la forma, hecho que no ocurre en la cercana laguna del Lucianego, mucho más pequeña. El topónimo es especialmente expresivo. Hay personas que denominan este lugar como "laguna". No aparece cartografiado como maar ni en el Mapa Geológico de Piedrabuena 1:50.000 y el Mapa Geomorfológico de las comarcas del Campo de Calatrava-Montes de Ciudad Real de José Luis García Rayego.
Fotografía de Juan Martín Martín.

 La pequeña presa de Los Jarales, en el río Bullaque, Piedrabuena, Ciudad Real. Fotografía de Juan Martín Martín.

El río Bullaque, aguas abajo de la presa de Los Jarales. Se puede observar como el río sigue desmantelando e incidiendo en las rañas. Fotografía de Juan Martín Martín. Fotografías tomadas con dron "Parrot Anafi 1.6.3."

miércoles, 1 de enero de 2020

Los últimos momentos de las gambas duende...mayo 2019. Tercera generación de 2019.

Esta entrada de mayo de 2019, ahora tiene más interés, aunque queda, como quedó, sin desarrollar.

Más gambas duende para despedir el año 2019, y recibir el 2020.

Acaba el año 2019 y volvieron a eclosionar las gambas duende y las almejas duende. Dan así la bienvenida al 2020. Este año, sin haber sido un año lluvioso, ha supuesto cuatro generaciones de branquiópodos en alguno de los puntos que venimos siguiendo.

Amigo alacrán...

Amigo alacrán,
como suelo hacer,
he ido a verte.
Allí estás,
en tu habitáculo.
He vuelto a hacerte fotos.
Desde hace ya unos años
pienso que me miras.
Se me antojan,
tus ojos,
clavados en los míos.

No hay reproches,
no hay veneno.
no hay maldad.
Eso creo.

A veces las cosas
no son como parecen.

¿Cómo fiarme
de un ser cómo tú?
Pero, ¿no podrías pensar tú lo mismo?
Estás ahí,
tan tranquilo,
tan seguro,
tan solo...
libre,
o quizás encerrado en ti mismo.

Bajo esa piedra,
tu cobijo,
tu hogar,
tu escondite,
tu refugio,
una parte más de ti,
una piel quizás más dura,
que,
te parece,
te protege.

¡Qué cerca!
¡Qué lejos!

Sobre esta piedra
que te oculta,
hoy estoy yo,
como hace un año,
como hace dos,
como hace tres...

Estás ahí,
solo,
clavándome,
como yo a ti,
tus ojos,
sin veneno...

Creo,
después de muchos años,
que el miedo,
simplemente el temor,
puede hacer más daño
que el peligro,
más o menos cierto.

Tu aguijón avisa,
pero no todo viene
con ese signo,
sino de todo lo contrario.

De las aguas mansas...

Alacrán, amigo,
siempre habrá una piedra
que te oculte,
proteja,
y me llame...
Creo...
Espero.

El daño viene
de dónde menos te lo esperas...
Tú a mí no me has hecho nada,
a pesar del veneno.
Yo a ti, tampoco,
a pesar de ser
lo que soy.

¡Me dicen tanto,
tus ojos, en silencio!
Alacrán, amigo,
espero verte dentro de cinco o seis meses o,
quizás un año.

Me hago preguntas
de ti,
de mi,
de tu hueco excavado en la tierra
y del mío.

¡Hay tantos sentimientos encontrados!
¿No es la contradicción el camino?
¿No nos ciega la luz
y nos quema
y destruye
la verdad?
¿No pesa más
el aire
que la piedra enorme
que te protege?

Creo, alacrán,
que tus ojos
me dicen tanto
como puedo entender...