Hace ya muchos años. Recorriendo caminos, sierras, cerros y rastrojos, un espacio me llamó mucho la atención. Era una nava, un espacio llano rodeado de sierras. Cuando supe que se llamaba "Navarredonda" experimenté esa satisfacción de comprobar cómo el estudio de los topónimos me aportaba nuevos conocimientos y pequeños descubrimientos.
Volví varias veces, muchas, en realidad. Un día me encontré con unas puestas de sapo corredor (Epidalea calamita), en mitad del camino. Era un espectáculo verdaderamente curioso. Miles y miles de renacuajos, de unos centímetros, todavía con forma de pececillos negros, nadaban en esos charcos alargados, en los que eran visibles las huellas de los tractores, ordenando rítmicamente esos barros, creando lomas y depresiones, laberintos curiosos, pero espacios de vida, al fin y al cabo.
Pronto, donde bullía la vida, todo era ya desolación. El agua había desaparecido. Los renacuajos eran pequeñas manchas negruzcas y planas, adosadas unas a otras. Formaban un mosaico un tanto macabro.
Desde entonces, cada invierno y cada primavera intentaba volver por allí. Quería contemplar de nuevo ese peculiar fenómeno, que ya me estaba empezando a resultar familiar, puesto que lo veía, también, en otros lugares.
Un buen día me llevé una ingrata sorpresa. La apisonadora y, supongo, camiones y camiones de tierra, habían "¿arreglado?" el camino. Ya no había espacio para los sapos ni para otros seres, aunque fuera por unas semanas. El camino había crecido en altura unos quince o veinte centímetros y, algo también, en anchura. Ahora, los charcos se formarían en los bordes de los caminos, en las siembras y olivares.
Seguí yendo por allí a pasear, a recorrer esas sierras, solo y acompañado, a hacer fotos, a aprender y a leer esa hermosa caligrafía, ligeramente corregida.
Conversando con un amigo, también amante del campo, y gran conocedor de Piedrabuena, Paco Contreras, me habló del paraje como "la laguna", lo que, de pronto, me trajo a la memoria aquellos charcos repletos de vida y ese topónimo tan sonoro y descriptivo: Navarredonda.
Me di cuenta de que se trataba de un "maar", un cráter de explosión volcánica. Busqué y encontré pronto los lapillis acrecionales, signo evidente de haberse producido una explosión freatomagmática. En aquellos momentos yo estaba estudiando los cursos de doctorado y uno, concretamente, versaba sobre esta materia. Mi profesora era la doctora doña Elena González Cárdenas. Otro, estaba centrado enlos diferentes humedales, impartido por la doctora Marta Peinado.
Ahora, después de muchos años, veo la necesidad -quizás mi necesidad- de escribir unas líneas sobre este volcán tan poco conocido.
Por lo pronto, baste señalar que no lo he encontrado cartografiado en los mapas geológico y geomorfológico, ni en los estudios volcanológicos sobre este municipio. Quizás el hecho de estar apartado de las carreteras y de tener unas dimensiones considerables han supuesto que no se ha estudiado lo suficiente. Me refiero con lo de "unas dimensiones considerables" a que, aunque llueva abundantemente, nunca he visto ese aspecto lagunar que se capta rápidamente en otros maares cercanos, como el del Lucianego.
Lo cierto es que el maar de Navarredonda no aparece ni en los mapas topográficos ni en el resto de materiales ya mencionados.
El maar o cráter de explosión de Navarredonda se encuentra a unos cuatro kilómetros al Norte del casco urbano de Piedrabuena y a un kilómetro, al Norte también, del volcán de la Arzollosa.
Se encuentra rodeado casi completamente por pequeñas sierras paleozoicas de unos 750 msnm, aproximadamente. Así, al Norte está el Morro de la Cabaña, con 749 msnm. Al Oeste, la Sierra el Grajo, con 767 msnm y al Sur el Morro de la Perdiguera y el Collado de las Liebres, con 769 msnm, el primero.
El desnivel, por tanto, del vaso lagunar, con respecto a estas sierras, es de unos 70 metros de altura.
El aspecto es el de una pequeña depresión sub-circular que, por su amplitud, no resulta fácil de percibir.
Geomorfológicamente se encuentra entre crestas sobre areniscas, glacis de vertiente y depósitos de ladera (1)
Aunque no hemos encontrado referencias concretas a este volcán, todo parece indicar que estaría en relación con las grietas de la corteza que produjeron las manifestaciones volcánicas próximas, como la de Peñas Negras, más al Norte, y la de la Arzollosa, a escasos mil metros al Sur, entre otras, también cercanas.
Lo que sí es evidente es que tanto su forma como la presencia de materiales denotan ese origen, como consecuencia del contacto del magma con las capas de agua del subsuelo, produciendo una gran explosión.
El terreno del vaso, muy llano, se encuentra cultivado, tanto de cereales como de olivares. En las sierras adyacentes hay igualmente olivares y monte y matorral mediterráneo.
Además de los usos agrícolas se aprovechan también pecuaria y cinegéticamente estos terrenos.
Desde el punto de vista hidrológico cabe destacar que sólo algunas partes se cubren de agua en los períodos de lluvias, como en estos momentos. Desconozco si en décadas pasadas se llego a llenar de agua o si se llevó a cabo algún tipo de drenaje. En una de las parcelas centrales de la laguna, destinada a cereales, hay un pozo.
Hay varios caminos que nos llevan hasta este hermoso y apartado paraje.
(1) GARCÍA RAYEGO, José Luis (1994) "Mapa geomorfológico de la comarca de Los Montes-Campo de Calatrava". Colección Ciencia y Técnica, UCLM, Madrid. 72 págs y mapa. ISBN: 84-88255-62-4
GOSÁLVEZ REY, Rafael Ubaldo (2011) "Análisis biogeográfico de las lagunas volcánicas de la península Ibérica. Bases científicas para su gestión". Tesis doctoral inédita. 1.048 páginas. UCLM. Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Se puede consultar y descargar en formato digital.
Aspecto de ayer mismo, 7 de febrero de 2021, con pequeñas zonas encharcadas. En este caso, en un sembrado.
Otro punto con encharcamientos, en uno de los cruces de caminos. 7 febrero 2021.
Otro charcón, fotografiado a través de los chaparros, junto al camino.
Fotografía analógica digitalizada, realizada en torno al año 2000. Vista de Navarredonda desde una de las sierras circundantes.
Aunque de forma un tanto imprecisa, el maar de Navarredonda se cincunscribiría a la parte más baja de esta pequeña depresión, marcada con la línea azul.
Vista aérea, tomada con un dron, por el
profesor y geógrafo Juan Martín Martín. Se aprecia una de las zonas anegadas por el agua de las lluvias, en la confluencia de los caminos y hacia la derecha de la imagen.
Vista parcial en la que se aprecian las laderas, con olivares y la vegetación de monte y matorral. El vaso lagunar está cincunscrito por el camino, que aparece a la izquierda de la fotografía, y se corresponde en esta parte con el cultivo de cereal.
Fotografía aérea tomada con un dron por el profesor y geógrafo Juan Martín Martín. Estas dos fotografías anteriores fueron tomadas en enero de 2020.
La laguna de Navarredonda en abril de 2018.