Mientras el cauce de los ríos Guadiana, Azuer y Gigüela está completamente seco, discuten sobre el agua que quieren seguir derrochando para producir excedentes.
Y es que estos días del mes de junio de 2022 se han reunido en Ciudad Real la patronal agraria ASAJA, otros representantes del sector agrario y responsables de la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Se dice que las cifras sobre la impresionante cantidad de agua que le falta al gran acuífero manchego es inferior a una cifra dada y se pide, consecuentemente, poder extraer más agua todavía.
Pero los Ojos del Guadiana -el nacimiento de uno de los siete grandes ríos peninsulares- y muchos kilómetros de su cauce, siguen completamente secos. En la misma situación se encuentran el Gigüela y el Azuer, aunque tengan características diferentes en cuanto a su nacimiento. El Parque Nacional de la Tablas de Daimiel está, a duras penas, y solo una parte, mantenido con agua de los pozos, y se ha dicho recientemente que recibirá agua del Trasvase Tajo-La Mancha.
Circulo por diferentes carreteras de este territorio y veo viñedos, olivares, almendrales, pistachos... con regadío. Cientos de hectáreas, miles, van recibiendo el agua a diario de este subsuelo exhausto. Hay cultivos que producirán, simplemente, excedentes. Se tirarán en el campo o no se cosecharán o se destruirán para no bajar los precios.
Se nos habla de progreso, de desarrollo sostenible y de tantas y tantas pantallas -verdaderas murallas- para ocultar la realidad: el desastre ambiental de la Mancha Húmeda. Y, paralelamente, se quieren acometer obras en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, consistentes en retirar sedimentos y vegetación en el entorno de la Isla del Pan, para mejorar las condiciones ambientales. Ecologistas en Acción lo ha llamado, directa y claramente "maquillaje ambiental". Yo casi creo que se trata de una fase muy próxima a la tanatopraxia.
Lo que hay que hacer se sabe y todos los partidos políticos que tengan una sensatez media y que no estén manejados por los intereses particulares y el afán de conseguir cuotas de poder a cualquier precio deberían unirse para lanzar un mensaje claro y contundente. Y ese mensaje, después, lo tendrían que materializar, incluso uniéndose en las urnas y en las instituciones, para atajar este grave conflicto.
Ahora tenemos algunas pseudo-coartadas, como el cambio climático, el calentamiento global o el falso aliciente (zanahoria), convertido en elixir curalotodo, del Trasvase Tajo-La Mancha.
Mientras tanto lo más interesante es no visitar el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel ni la laguna de Navaseca sino recorrer, aunque sea unos metros, los Ojos del Guadiana, entre las carreteras Nacional-430 y Provincial CR-P- 2031 y ver el tramo del río Guadiana, en Zuacorta, entre Villarrubia de los Ojos y Daimiel, CR-201.
En estos parajes hoy desérticos e inhóspitos, paraban los turistas y viajeros de los años sesenta del siglo XX. Ramón Gómez de la Serna hablaba de las aguas cristalinas de los Ojos, por ejemplo. Dionisio Pérez (qepd), un agricultor villarrubiero y buen conocedor de estos pueblos, me contaba que, cuando trabajaba en las cercanías de este privilegiado paraje, bebían directamente esas aguas dulces y fresquitas, en los meses más calurosos del año.
En el siglo XIX, en un documento de la Desamortización, se lee que, mandadas hacer las mediciones y valoraciones pertinentes, los alarifes y peritos dijeron que es tarea imposible, dadas las características de estos terrenos pantanosos. Pero llegaron las máquinas excavadoras e iniciaron el principio del fin, trazando zanjones rectilíneos que, lamentablemente, siguieron siendo llamados "río". Miles de pozos empezaron a bombear agua y, hasta hoy, 2022.
En Zuacorta había un pequeño bar, metido en una pequeña cueva, Los Gemelos, y allí se hacía un alto en el camino. En las tarjetas postales de la época se veía el antiguo molino harinero y algunas personas bañándose. Muchos cientos de metros de anchura estaban cubiertos de agua y, parcialmente, de vegetación y vida. Cruzar por esa carretera, que se estrechaba y estrangulaba parcialmente en el puente -todavía existente, y colgado- ofrecía una vista y unas sensaciones extraordinarias: fuertes nieblas en invierno, el frescor del agua y la vegetación, la casi siempre presencia de fauna...
Hoy, los Ojos del Guadiana y el cauce del río, espejo roto y cuarteado de esta sociedad del consumo, la mentira, la injusticia social y ambiental masiva, son la viva imagen de la muerte, que nadie queremos ver.
En el tórrido y tenso verano de 1995 miembros del Grupo Ecologista Anea organizamos unas jornadas para hablar sobre el tema del agua. Nos coordinamos con la iniciativa de Daimiel llamada Aguacultura. En esos meses Asaja recibía a los políticos con camellos y lanzando una oveja contra el coche del entonces ministro Atienza.
Testigos de otra época y de otra forma de aprovechar los recursos naturales, los cangilones de una noria nos dicen más que todas las campañas de mercadotecnia actuales.
Una mano coherente, comprometida y sincera nos decía que ese letrero era falso. Antiguo cauce del río Guadiana, en Zuacorta, entre Villarrubia de los Ojos y Daimiel. Era el primer puente que cruzaba el recién nacido río, ese que. según Camilo José Cela se cachondeaba de los geógrafos.
Una máquina excavadora en el cauce, seco, del río Gigüela, a las puertas del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Uno de los trabajadores nos prohibió el acceso porque estaba prohibido hacer fotos. Julio de 2012.
Vista aérea de las Tablas de Daimiel, completamente secas. La fotografía la hice desde un helicóptero de los países del Este que había realizado la campaña contra incendios de ese año. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, como había llovido y ya no había riesgo, los utilizó para llevar a personas que pudieran tener cierta proyección social y/o mediática, a ver las Hoces del Cabriel. A mí me concedieron ese honor gracias al director del Colegio Público de Porzuna, don Lorenzo Prado Cárdenas, a quién siempre le estaré agradecido.