Leyendo algunos textos de 1975 sobre el llamado "saneamiento del Guadiana" me ha vuelto a llamar la atención la afirmación de que esas obras eran compatibles con la conservación de la Naturaleza. Hoy, ya en el año 2023, vemos esos muchos miles de hectáreas desecadas, prácticamente inermes, rodeadas de campos de cultivo mayoritariamente intensivo y de regadío. Sí, tenemos muchos Espacios Naturales Protegidos, sobre todo, sobre el papel. Para algunas personas son demasiados, ¡qué curioso! Pero ¿de qué sirve proteger un humedal si no hacemos posible que tenga agua en un régimen lo más parecido al natural? No, no es que no llueva como antes y tampoco es el Cambio Climático, es que se alteraron los cauces, por decirlo suavemente y se extrae mucha más agua de la que se debería para, en un buen número de casos, generar productos excedentarios que, en ocasiones, sólo servirán para "jugar" con los precios, léase, especular y crear ganancias extraordinarias. Ver miles y miles de kilos de cebollas, que han sido regadas generosamente con esas aguas que no han podido aflorar a la superficie, tiradas en mitad del campo me hace preguntarme por conceptos supuestamente muy elementales como "desarrollo" o "progreso".
Me vienen a la memoria las escenas de mi infancia de ranas, de miles de aves acuáticas en las vegas encharcadas de La Madre Chica y del Gigüela y del primer día que, con mi hermano y mis primos vimos bigotudos...y vuelvo a leer esas palabras, coartadas o burdas mentiras, falsas promesas, y a recorrer estos terrenos yermos y me doy cuenta de cuán grandes son las justificaciones que utilizamos para tranquilizarnos.
Cuando hablo de estos temas me suelo llevar buenas críticas y reprimendas. Por ejemplo, me dicen que la gente tiene derecho a comer, que no tengo ni idea, que si quiero que volvamos a ir en carreta y otras lindezas por el estilo. Otras personas me dicen que hay un "lobby" ecologista muy potente, que no se puede hacer nada en el campo, que todo está prohibido, que nos van a arruinar con tantas leyes ecologistas...
Pero vuelvo al río Gigüela y está seco. Bueno, era un río estacional pero ahora más parece comportarse como esos otros a los que se les llama "los ríos invisibles", es decir, las ramblas, pero sin pendiente. Y me acerco a los Ojos del Guadiana y a sus decenas de kilómetros, que no eran estacionales, y están peor que el Gigüela. Efectivamente aquellas iniciativas y casi todo lo que vino después no ha supuesto esa compatibilización con la Conservación de la Naturaleza de la que se hablaba en 1975... y hoy en día.
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