Después de cuarenta y dos años de ejercicio muy activo de la profesión más bonita del mundo que un maestro de escuela que se acaba de jubilar te diga que se lo ha pasado muy bien, que le gusta mucho su trabajo, que ha estado tres años más de los que le corresponden para jubilarse es, a mi juicio, una muy buena noticia y un indicador de que estamos hablando de todo un profesional con una dedicación digna de, como mínimo, ser conocida y difundida.
A pesar de no estar de moda hablar de gente corriente, normal y corriente, cargada de méritos y virtudes, y muy alejada de polémicas y topicazos al uso, voy a intentarlo, precisamente desde el convencimiento de que esas personas son tan importantes como cualesquiera otras.
De manera que con estas palabras quiero perfilar la trayectoria profesional y personal de un enseñante, de un profesor de Educación General Básica que, después, pasó a ser denominado como maestro de Educación Primaria. Y digo perfilar porque no soy yo la persona indicada ni este es el lugar adecuado para profundizar en la vida de este interesante profesor, su nombre, Ángel Morales Camacho, de Villarrubia de los Ojos.
Y es que Ángel Morales representa para algunas personas -quiero pensar que muchas- un verdadero referente, un modelo, una forma de abordar el trabajo marcada por el compromiso y el deseo continuado de hacer las cosas bien y de seguir siempre en la línea ascendente del aprendizaje, la autocrítica, la colaboración, la innovación, la defensa de unos valores universales no siempre bien comprendidos por las mayorías, y el esfuerzo. Y todo bien amasado con el estudio, el trabajo constante y la interacción con el Entorno social y natural.
Ángel fue uno de esos estudiantes de Magisterio que obtuvo el conocido como "acceso directo", curiosamente, a pesar de estar en contra de tal procedimiento y de haber firmado para que se eliminara. Lo cierto es que desde muy joven se encontró con la preciosa pero tremenda responsabilidad de educar a cientos de chicos y chicas como quehacer diario.
Fueron los primeros años de mucho revuelo político, ideológico, de partidos y sindicatos. Tiempos de cambios, de conflictos, de lucha, pero cargados de ilusión, de sueños y proyectos, que había que materializar. Y el tiempo fue pasando y el sentido de la responsabilidad y el empeño de hacer se convirtieron en la muy compleja y en tantas ocasiones ingrata labor de dirigir.
Y así Ángel asumió muchas más responsabilidades como director o miembro de equipos directivos. Paralelamente siguieron años de estudio, de colaboración y participación en diferentes colectivos profesionales y, además, en la movediza arena política. Pero el convencimiento pleno de que eran muchas las cosas que había que cambiar y mucho lo que había que mejorar empujaban mucho más que la tendencia mayoritaria al conformismo y a la comodidad. Concejalías, partidos, siglas, elecciones, asociacionismo, altruismo, crítica, ayuntamiento, iniciativas de todo tipo, y siempre, la escuela, a diario, con sus ruidos, sus vaivenes, sus luces y sus sombras, sus alegrías y disgustos.
Año tras año, curso tras curso, aula tras aula, alumnos y alumnas, van pasando los años y los decenios. Van pasando, demasiado rápidas y sin consenso alguno, las muchas leyes educativas, a veces sin pies ni cabeza. Pero Freinet o Freire siguen siendo Freinet o Freire, como la Poesía, el Teatro, la creatividad o el desarrollo del espíritu solidario y crítico, muy por encima de las penúltimas o las últimas modificaciones terminológicas de la jerga llamada educativa.
Tras cuarenta y dos años de tiza dibujando sueños en la pizarra inmaculada de los recuerdos de miles de chicas y chicos, Ángel Morales se jubila....
Veamos un breve resumen de su fructífera y comprometida carrera docente.
Ángel Morales Camacho nació en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real, el año 1958. Estudió Magisterio en Ciudad Real y obtuvo acceso directo siendo el número 7 de su promoción. Era 1978. En el servicio militar ya ejerció la profesión de maestro en lo que se llamaba "Extensión Cultural", por tierras aragonesas.
Su primer destino fue Villahermosa, donde estuvo un mes trabajando, viviendo en una pensión. Su segundo destino lo consiguió en Torre de Juan Abad. Allí mantuvo sus primeros contactos con el Movimiento de Cooperación de Escuela Popular, colectivo con el que ha seguido trabajando durante toda su carrera profesional.
Al año siguiente llega a Villarrubia de los Ojos, al Colegio Público "Rufino Blanco", cuyo nombre completo era "Colegio Nacional Mixto Rufino Blanco". Allí estuvo de tutor de un grupo de 4º de EGB del que guarda muy buen recuerdo. Eran los tiempos del inicio de las asociaciones de madres y padres, de huelgas y de innovación, en su caso.
Del "Rufino" es destinado a Puerto Lápice durante tres cursos. Allí, por ejemplo, consiguió cambiar el nombre del colegio. Se sustituyó el del político y gobernante "Utrera Molina" por el del poeta manchego "Juan Alcaide", que había ejercido de maestro precisamente en ese colegio. Su siguiente destino fue La Guardia, en Toledo, dónde permaneció 11 años, uno de ellos de director. De ese período es su libro "Una década de teatro escolar". Y de la Guardia regresó a Villarrubia de los Ojos, para trabajar en "El Rufino" durante 25 cursos, algunos como director.
Incompleto...
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