Este 2018 nos ha dejado un final del invierno con bastantes precipitaciones. La primavera siguió el mismo camino y el campo lo viene agradeciendo. Las gambas duende, crustáceos anostráceos, han vuelto a eclosionar por tercer año consecutivo, en uno de los charcos que venimos siguiendo.
Además de la "Branchipus schaefferi" que citamos el año pasado en el diario Lanza, hemos podido observar en dos localizaciones diferentes, distantes varios kilómetros, otro género, sin determinar por el momento. Ese otro género presenta, a simple vista, mayor tamaño que el de "Branchipus" y un ovisaco muy alargado y afilado.
Así, como mínimo, hemos visto dos géneros diferentes de gambas duende en dos enclaves, uno de ellos verdaderamente interesante. También he visto ejemplares en diferentes estados de desarrollo, unos prácticamente recién nacidos y otros ya adultos, con sus huevos. También ha habido controles negativos, al menos por el momento. Es decir, en determinados puntos considerados idóneos no las he localizado.
Este pequeño hallazgo lo hemos difundido entre amantes de la Naturaleza y lo hemos trabajado también en el aula de segundo de Educación Primaria del Colegio Público "Luis Vives" de Piedrabuena.
Lo cierto es que las gambas duende se han convertido para mi en un aliciente más, en un motivo de estudio, de búsqueda de información, de salir al campo, de practicar la observación en detalle de la Naturaleza y de generar contenidos educativos y divulgativos. Ha sido un buen momento de convivencia y de compartir con compañeras, compañeros, con las amistades y la familia. Al final, es cuestión de sensibilidad, de curiosidad, de motivación y de deseo de conocimiento y de compartir.
Ya que estaba intentando localizar nuevos hábitats de los anostráceos me iba fijando en otros aspectos y en otros grupos animales, como los concostráceos, a los que apenas había prestado una mínima atención para fotografiarlos hace ya más de dos años, y leer algo sobre ellos. Así, en esta primavera los he disfrutado más, los he fotografiado y seguido, de alguna manera. Los he localizado en varios lugares nuevos y los he dado a conocer también.
Pero esos pequeños espacios acuáticos, pequeños charcos, me han enseñado muchos más tesoros, además del que iba buscando inicialmente, que era la evolución pormenorizada de los huevos de sapo corredor (Epidalea calamita). Quizás en otro momento hablemos de ellos, esos tesoros de los que hablo, y que se encuentran en un simple charco pisado, a veces, por coches y tractores...
Gamba duende macho de Piedrabuena, Ciudad Real, de 2016.
Las "conchas" de los concostráceos, una vez que se había secado el charco. La coloración era muy oscura, casi negra, frente a la que nos resulta más abundante, de color marrón. Piedrabuena, Ciudad Real.
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