Este verano he tenido la oportunidad de escuchar en demasiadas ocasiones insultos de lo más inapropiados y ofensivos hacia los ecologistas y sus progenitoras. En alguna ocasión he recibido yo esas afirmaciones. No se entiende bien -ni regular, siquiera- que a estas alturas, en el año 2021, haya tantas personas que piensan y se manifiestan en esos términos. Argumentos que puedan recibir esa denominación no he escuchado ni uno. Sí debo aclarar que en algunos casos había alcohol por medio, y en otros casos, un desconocimiento generalizado de la actualidad, de la evolución del conocimiento científico y de la sociedad. En esos casos parece que ni procede abrir la boca para defenderse o aclarar algunos extremos, aunque yo no suelo rendirme y lo intento.
Pero lo preocupante y lo grave es que a veces esos mensajes los profieren personas con estudios, con eso que llamaos formación. Además, tan inquietante como lo anterior, es que nos parece detectar mensajes que se repiten, ideas, datos -falsos, inexactos, descontextualizados...-que parecen provenir de las mismas fuentes. Es como si hubiera quiénes están muy satisfechos lanzando bulos, falacias y burdas mentiras. Y, mientras tanto, los llamados medios de comunicación nos siguen regalando con desinformación, polémicas de todo tipo, y un creciente alejamiento de la realidad.
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