Hoy, 19 de agosto de 2023, es el Día Mundial de la Fotografía. Para muchas personas, probablemente la inmensa mayoría, no tiene mayor importancia y sólo supondrá que se han enterado por diferentes medios y que quizás hayan visto o publicado alguna imagen. Cada día somos más las personas que las hacemos y las que las compartimos en las llamadas redes sociales. Hacer y hacerse fotos se ha convertido en algo completamente "normal", muy frecuente y cotidiano. En esta tesitura uno de los efectos de tal proliferación es que, de alguna manera, se está produciendo una considerable banalización y desvalorización de la Fotografía, de los fotógrafos y de las fotografías. Resulta complicado explicar a quiénes te piden fotografías que tienen un precio y, además, su uso se debe regir por una serie de normas que, -aunque la mayoría lo desconozca- están reguladas por legislación. La realidad, en muchos ambientes muy poco o nada familiarizados, es desalentadora. Se generan situaciones difíciles de manejar que no siempre se saldan positivamente.
Por ejemplo, ante una petición de fotografías para diferentes fines y por parte de particulares, responsables de empresas, asociaciones o instituciones puede ocurrir, y de hecho, ocurre, que tras aclarar algunas condiciones para su utilización se te responda de forma poco adecuada o se prescinda de esos materiales. Y es que hay una ingente cantidad de personas que opina que las fotografías no tienen ni valor ni precio, salvo las de los fotógrafos con galería (así se decía antiguamente). No se piensa en el coste económico de los equipos, ni el aprendizaje y la formación que se viene haciendo ni en el esfuerzo ni en el trabajo posterior de descarga, almacenado, edición (si fuera el caso), clasificación, selección...Y tampoco se valora ni se tiene en cuenta el equipo necesario para estas tareas menos visibles. Me estoy refiriendo a los equipos informáticos, a los programas y a los materiales o sistemas de almacenamiento. Y el pequeño detalle del factor "tiempo", traducible también en trabajo se desvanece, como si no existiera. Porque de estos importantes aspectos de la Fotografía concernientes a las fotografías y a los fotógrafos no se suele hablar y tampoco aparecen nunca como tema de actualidad, ni en las noticias, ni en ningún lado.
Se puede dar el caso que para localizar una o varias imágenes concretas haya que hacer un gran esfuerzo de búsqueda pero ¿quiénes lo saben? ¿se valora? ¿se tiene en cuenta?
Y otra cuestión de vital importancia es la de las publicaciones, sean del tipo que sean. Son tantas las imágenes aparentemente gratis o, sencillamente, disponibles, que cuando se nombra este incómodo detalle hay quién se ríe, quiénes se extrañan y quiénes se ofenden o se enfadan.
-Si no las das tú se las pedimos a otra persona o las bajamos de internet - se puede escuchar. Y efectivamente siempre habrá otras formas de conseguir esos objetivos.
Y al mismo nivel de dificultad se encuentra el reconocimiento de la autoría, que también sorprende a muchas personas. No se sabe si es que nunca han oído hablar del tema o que no lo quieren escuchar. Pero, efectivamente, las fotografías las hacemos personas con nombre y apellidos y, por lo tanto, así se debe abordar su manejo, su publicación y utilización.
De manera que para mí, que llevo haciendo fotos desde hace cuarenta y cinco años o más este Día Mundial de la Fotografía tiene un significado muy especial, con un componente reivindicativo de educación y concienciación insustituible e irrenunciable.
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