El pasado sábado, "sabbat", a las seis de la mañana, Hamás atacó Israel matando a civiles y militares indiscriminadamente, tomando rehenes y haciéndose con el control de una parte del territorio. Las consecuencias no se hicieron esperar y el presidente Netanyahu declaró que estaban en guerra, iniciándose un ataque también indiscriminado.
Desde ese momento hasta hoy, martes, 10 de octubre de 2023, a las ocho y poco de la mañana, según las fuentes, ya van más de mil quinientos muertos, miles de heridos, un número impreciso de rehenes, de los cuáles, según el New York Times, el ejército israelí ya habría matado a varios en un ataque, incluyendo a los secuestradores.
Las manifestaciones en las calles y plazas de medio mundo tampoco han tardado y en la misma medida las declaraciones y tomas de posición de lo dirigentes y de la llamada clase política. En las redes sociales está ocurriendo lo mismo.
Lo que más me sorprende, además de estos espantosos acontecimientos, es cómo miles no, millones de personas, sacan a pasear su odio como si fueran actitudes normales, compartibles y hasta obligatorias. La división es muy fuerte y parece inútil intentar razonar y racionalizar esos discursos.
Y es que un ataque como el de Hamás no tiene justificación alguna. Pensemos, por ejemplo, muy "a la rusa" de Putin, cómo Hamas amenaza con asesinar a los rehenes en público si Israel sigue atacando "sin avisar". Y ese es el primer punto a tratar en estos dolorosos y tensos momentos. Y después, seguimos expresando con la misma contundencia que un estado, Israel, no puede hacer lo mismo que una formación como Hamás, por sangrienta y dolorosa que haya sido el golpe recibido. Y en la misma medida, que se condene la forma de proceder de Hamás no significa bajo ningún concepto que se esté en contra del pueblo palestino o de Palestina y a favor de Israel. Son cosas muy diferentes. Lo que está ocurriendo en Israel en perjuicio gravísimo, y a veces asesino, contra los palestinos no tiene tampoco justificación alguna.
Y para mí, esta es la única posición posible. Yo digo alto y claro, siguiendo a Gandhi, que la Paz es el único camino, que estoy en contra de la violencia, venga de quién venga y que un palestino es igual que un israelí, un español o un ruso o un ucraniano.
Las declaraciones de algunos políticos españoles me han parecido bastante pobres, pero no voy a entrar en detalles. Tampoco me ha parecido ni medianamente aceptable ni comprensible el comunicado de la embajada palestina en Madrid.
Para concluir siempre deberíamos hacernos las preguntas muy elementales como ¿quién gana con las guerras? y ¿qué podemos hacer? Desde luego dejarnos llevar por nuestro corazoncito si lo que salen son improperios no parece lo más indicado. ¿Apoyar a uno de los dos pueblos en liza? Bueno, yo no lo veo tampoco. Porque, repito, la Paz es el único camino y, por lo tanto lo único que me parece lógico y consecuente y positivo es apoyar a todas las víctimas, a todos los inocentes, sean quiénes sean.
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