miércoles, 22 de abril de 2020

In memoriam: Pedro Castro, una buena persona y un gran profesional del mundo de la caza y del perro.

Hace unos días nos enteramos de la muerte de Pedro Castro García (14 marzo 1926, Retuerta del Bullaque-30 de marzo de 2020, Piedrabuena) Ciudad Real, a los 94 años. Pedro Castro era conocido como "Periquillo" o "Periquillo Valdueza" y era considerado, en el mundo de la caza, como uno de los mejores perreros, podenqueros o rehaleros de España. Fue un verdadero experto y sus conocimientos, su sabiduría natural, su experiencia, su pasión, su abnegado trabajo y su constancia, contribuyeron decisivamente a crear una nueva raza de perros.
Pedro había sido uno de tantos chiquillos a los que la Guerra Civil de 1939-1939 le pilló con unos nueve o diez años, y con unas abarquillas puestas. Tuvo que trabajar, como se solía hacer entonces. En diferentes ocasiones realizaba su trabajo solo, en el monte, con el ganado. Sus dotes de observación y su fascinación por la Naturaleza le llevaban a disfrutar de lo que le rodeaba, de los paisajes agrestes, y duros, de los Montes de Toledo. Y a sufrirlo, con sus fríos, sus nieblas, sus lluvias, sus calores, sus tormentas, sus temidas y temibles alimañas.
Pedro, el tío Pedro, me contaba historias que atesoro ahora como afortunado que fuí por haber tenido el privilegio y la suerte de conocerlo y de haberlo tenido muy cerca. Era familia de mi esposa y éramos, además vecinos.
Me hablaba del miedo, de la soledad, de la indefensión, de una infancia en un mundo en guerra. Pero, sobre todo, me hablaba de la atracción que sentía por los animales. Me decía, por ejemplo, que veía de todo, ya que estaba día y noche en el campo. Pero su inquietud, su curiosidad, su espíritu de buscador, de descubridor de lo cercano, le hacían esconderse detrás de unas matas, o subirse a un árbol, para ver cómo se comportaban ese pajarillo que cantaba, un conejo o un lance de caza de algún carnívoro.
Pedro Castro estuvo al frente de una de las rehalas más prestigiosas de España, la del Marqués de Valdueza. Con ella pasó su vida. Con ella monteó por toda España, y se fue ganando el respeto de rehaleros, monteros y cuántos le conocían. Creo que no exagero cuando digo que Pedro Castro era un referente, una figura de respeto y admiración, y un modelo a seguir. Con los perros experimentó y, además de la participación del dueño, y no sé si de alguna persona más, fueron creando una nueva raza canina. Me encantaba oírle hablar de podencos, de grifones, de mastines...de razas de perros que yo no conocía, de rasgos, de habilidades y características particulares, y de como, durante años, iban mezclando unos con otros. (Yo, por cierto, soy ecologista radical, pero respeto la caza como tantas otras actividades tradicionales y sostenibles). Era un trabajo a largo plazo, de días, meses, años... Paciencia, constancia, dotes de observación... Una vez me contó que había noches que se levantaba una, dos, tres veces, las que hiciera falta. Dormía muy cerca de los perros y estaba pendiente de ellos, de sus ladridos, de las peleas, de enfermedades, de las crías... Para mí era un mundo totalmente desconocido, y sorprendente. 
También me contaba, ante mis preguntas, lances de caza o el siempre impactante encuentro con el lobo. Y en un programa de televisión pude ver cómo lo entrevistaban, con gran admiración y respeto, y cómo relató un agarre de sus perros con un jabalí imponente, que los lanzaba a diestro y siniestro.
Con Pedro también tuve la suerte de compartir algunas salidas al campo, a otra de sus pasiones, las colmenas. Allí volví a descubrir a todo un maestro, a un conocedor de las abejas, a una persona que amaba y se mezclaba con la Naturaleza. Una vez lo ví  coger un enjambre con un corcho, en el colmenar. Me hubiera encantado haberlo podido filmar porque era todo un repertorio de acciones muy diestras de manejo apicultor tradicional. Golpeaba el corcho, (es decir, una colmena circular, de corcho) lo colocaba, ponía algo de barro para tapar un orificio...Después, ayudé algunos días en el castro, toda una vivencia para mí. Cuando falleció mi suegro, Mario Sánchez García, me ayudó con las colmenas que teníamos. Pero antes, otro día, me avisó para que viera un espectáculo muy curioso. En su patio habia entrado un enjambre. Era el mes de abril a finales,, quizás primeros de mayo, del año 2000. Le hice unas cuantas fotografías -diapositivas analógicas- metido en esa nube de abejas, sin careta, sin traje, sin guantes, con total naturalidad.
Creo que la obra pictórica y escultórica del artista Pedro Castrortega, su hijo, tiene sus raíces en esta vida ligada al campo, al monte, a la vida que bulle por todas partes.
Por último, ya en el último período de su vida, escribió sus memorias, como era él, con gran naturalidad y sencillez, con cercanía, con sentimiento. Sus palabras vieron la luz en forma de libro, titulado "Ecos del Monte" en la editorial Serbal de los cazadores.
Guardo muy buenos recuerdos de Pedro Castro, del tío Pedro. Sus hijos Mari Carmen y Pedro, sus nietos y bisnietos, saben que Pedro ya está en el cielo, con Feliciana.
Pedro falleció por el coronavirus, el día 30 de marzo de 2020, en Piedrabuena, a los 94 años de edad.
Siempre me quedaré con los recuerdos de esta buena persona, amable, cordial, gran amante de la Naturaleza y de su familia. Un ejemplo a seguir.

Aníbal de la Beldad Caro escribió un artículo tras el fallecimiento, que ha servido para otros medios de comunicación para elaborar la noticia en decenas de periódicos en papel y virtuales y para esta entrada de mi blog. Las revistas de caza también lo han recordado y honrado.

¡Descanse en Paz!









1 comentario:

  1. Descanse en paz y que desde el cielo contemple nuestros montes y nuestros perros por siempre

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