Hoy, 30 de enero de 2021, sábado, es el Día de la Paz y la No Violencia. En los centros educativos lo celebramos, trabajamos y vivimos ayer.
Para mí, maestro de escuela ya muy cercano a la jubilación, es el día más importante del año, el más bonito, el más intenso, en el que más esfuerzo, energía e ilusión pongo. Me suele ocurrir que, en varios momentos, tengo que dejar de hablar para respirar profundo y que no me tiemble la voz o se me salten las lágrimas.
Empecé a celebrarlo en el pequeño pueblo de Anchuras, un exclave de la provincia de la provincia de Ciudad Real. Allí, junto con mis compañeros, don Leopoldo Paramio (qepd) y Pilar Sánchez Fernández, pasamos un día extraordinario. Nos había ayudado y facilitado muchos materiales el profesor de Religión, Rafael Galán de la Flor.
Hicimos unos cuadernillos, a mi juicio, muy completos y preciosos, y otras tantas actividades, e intentamos trasmitir el mensaje del día: Paz y No Violencia. El lugar estaba cargado de significación, con su lucha pacífica contra el proyecto de instalación de un campo de tiro (Campo de entrenamiento) para el Ejército del Aire.
Además, se organizaron varios actos en el pueblo, y venía gente de muchos lugares diferentes a apoyar la causa, pacífica y apartidista, de Anchuras.
Ahora, treinta cursos después, me sigo emocionando al hablar de Gandhi, de Luther King, de Rigoberta Menchú, de lo importante que es la No Violencia hasta en los más mínimos detalles...
No hay comentarios:
Publicar un comentario