Los aviones y las golondrinas son aves migratorias que pasan en nuestro país la primavera y el verano. Después, se van a África a pasar el otoño y el invierno. Aunque también lo hacen en la Naturaleza suelen anidar en las construcciones humanas. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Por ejemplo, a veces inician la construcción del nido en el interior de una habitación y, de repente, se encuentran con que no pueden salir o no pueden entrar. Como inconveniente para nuestros intereses vemos que manchan un poco el suelo y las paredes más cercanas. En esos casos lo recomendable es barrer cada cierto tiempo y limpiar una vez que han abandonado el nido. A veces basta con pasar un cepillo y, en otras, con algo de agua o unos brochazos se soluciona el tema.
Sería curioso comparar el caso de las golondrinas y aviones con el de las palomas. Muchas personas las alimentan a diario, a pesar de ser consideradas las ratas del aire. Y es que sus deposiciones son mucho más abundantes y manchan también más. Por si fuera poco, provocan daños en los tejados y otras infraestructuras y equipos.
Sin embargo, una golondrina o un avión, en época de cría, caza unos dos mil mosquitos al día. Pensemos en los nidos que hay en nuestras casas y multipliquemos por dos...Y si todo va bien puede que prosperen cinco, seis o más crías. Ese es el gran beneficio que recibimos, pero hay más.
Ahí está, si se sabe apreciar, el puro placer estético de observar sus rapidísimos vuelos y sus requiebros. Es un verdadero espectáculo a nuestro alcance. Y no olvidemos esa sensación de vida, de alegría, que producen sus cantos y sus llamadas al amanecer y al atardecer. Nada desdeñable es la experiencia de ver cómo evolucionan los nidos y, en su caso, las colonias de nidificación, cómo construyen sus nidos, cómo se aparean, como cazan insectos al vuelo, como cogen el barro y hasta piedrecillas y pajitas o como beben en ríos y charcas, como van sacando a sus proles -a veces dos y tres veces en el mismo año. No es fácil. La simple observación de los nidos, que son utilizados año tras año y cuya presencia ya aparece en textos romanos de hace dos mil años, nos brinda el reto de relacionar el tiempo que está haciendo con esa contrucción o reconstrucción. Y es que, algunas veces, se observan vetas de barro de diferente color en los nidos. Nos puede estar indicando que hubo tiempo seco y tuvieron que acudir a otro lugar a por barro o que, quizás, surgió una amenaza que recomendaba no frecuentar ese charco o borde de humedal. En torno al respeto de los nidos las creencias de los diferentes pueblos son muy diferentes. En algunos territorios anglosajones relacionaban la destrucción de un nido con la mala suerte, con que las gallinas no pusieran huevos o las vacas no dieran leche o la tuvieran ensangrentada.
Muchas veces llegan, exhaustas, desde África estas aves y se encuentran con "ocupas", inquilinos no deseados que defienden esos hogares como propios, entablando unas dinámicas muy curiosas en las que, en ocasiones, los gorriones van destruyendo parcialmente los nidos para apoderarse de ellos. En el Reino Unido existe la creencia de que los aviones cierran con barro los nidos con los gorriones dentro.
Hay más dificultades. Algunas están en franco avance, como la proliferación de gatos que son mantenidos en las calles y plazas por amantes de estos mamíferos, generalmente animalistas, sin considerar que tienen un efecto muy negativo en nuestros aliados alados.
Los aviones y las golondrinas son, en realidad, termómetros que miden el grado de salud que presenta un espacio. Si no los hay algo va mal, o quizás ese "algo" sea "mucho".
En España todas las aves insectívoras están protegidas por la ley y, lógicamente, en igual medida, los nidos. Aunque este argumento es el único que se tiene en cuenta por algunas personas lo lógico sería que valorásemos la presencia de estas hermosas y curiosas aves que hacen miles de kilómetros cada año, desde más allá del desierto del Sáhara, para venir a criar a nuestras casas y eliminar los mosquitos que tanto nos molestan y perjudican.
Casi para terminar, el estudio y el conocimiento nos pueden proporcionar muchos momentos de felicidad. Hay trabajos extraordinarios tanto escritos como plásticos que podrían suponer un cambio radical de actitud frente a estas avecillas de las que, desde pequeños, aprendimos que no se las podía cazar porque le quitaron las espinas a Cristo. Es sólo una muestra del rico legado cultural y etnográfico que atesoran. Pensemos en la poesía de Bécquer o en el relato de Wilde como ejemplos muy ilustrativos.
Las golondrinas, los aviones y los vencejos son otro regalo de la Naturaleza, que se resiste a dejarnos tristemente solos con nuestros estruendos cotidianos y nuestra contaminación. De manera que, bienvenidas golondrinas, bienvenidos aviones, y gracias por acercarnos a la Madre Naturaleza, que tanta falta nos hace.
Golondrina común (Hirundo rustica) cogiendo barro en un arroyo en Piedrabuena, Ciudad Real.
Golondrinas comunes cogiendo barro de un charco en Toledo.
Golondrina común (Hirundo rustica) en Toledo, cogiendo una ramita para el nido. Abril de 2013.
Golondrina alimentando a sus crías, ya volantonas. Laguna de Navaseca, Daimiel, Ciudad Real, en 2013.
Nido en el interior de una vivienda en Piedrabuena, Ciudad Real. Se observa que hubo diferentes lugares de extracción del barro para la construcción del nido.
Nido de golondrina en el interior de casa de campo abandonada en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real, en 2013.
Grupo de golondrinas comunes descansando en un saliente de un balcón en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.
Cópula de aviones comunes (Delichon urbica) en 2013 en Piedrabuena, Ciudad Real.
Avión común haciendo el nido en un hotel en Portugal.
Aviones comunes cogiendo barro en un arroyo en Picón, Ciudad Real en 2017.
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