martes, 3 de mayo de 2022

Ya se pueden visitar las impresionantes cruces de Piedrabuena.

 Ayer, dos de mayo de 2022, lunes, a las 8 de la tarde, se abrieron las cruces de Piedrabuena. Tras los dos años de pandemia por Covid-19 y dos meses largos de trabajo, pudimos disfrutar de esta tradición. a medio camino entre lo religioso y lo pagano, entre la artesanía y el arte, entre la tradición y la innovación y entre el sentimiento y los sentidos.

Y es que las cruces de Piedrabuena son, a mi juicio, eso, una curiosa mezcla muy difícil de describir, habida cuenta del gran número de variables y caracteres únicos que confluyen en ellas. Las cruces se ven, se huelen, se oyen, de alguna manera, también se degustan culinariamente y nos proporcionan situaciones de encuentro y de soledad, de conversación y de introspección, de recuerdos y de futuro, de oración, de divertimento, de música, del sonido del agua que brota de fuentes o se precipita por estalactitas, las cruces se disfrutan, nos sorprenden, y se sienten.

Las cruces son, además de una tradición que ha venido evolucionando, una suerte de taller de artistas. En ellas se vierte la creatividad, la imaginación y las habilidades de hombres y mujeres de todas las edades. Son, en realidad, arte efímero que, curiosamente, perdurará en el recuerdo y, ahora, en fotografías y grabaciones. Además, las cruces son el fruto del trabajo colectivo, desinteresado, de la ilusión y la solidaridad. De las promesas individuales o familiares se está pasando a las elaboraciones colectivas e institucionales. 

En las cruces, me decía hace ya un mes y medio una persona que las conoce muy bien y que tiene un papel muy destacado en ellas, Rafa, hay un deseo intenso de agradar, de ofrecer algo que guste, que sorprenda, que produzca, de alguna manera, felicidad y alegría. Es una de las claves de esta actividad tan entrañable y que, por cierto, atesora otra virtud más: el deseo de compartir y de acoger y mostrar ese trabajo a todo el mundo, sin distinción. Es una peculiar forma de hospitalidad. Pensemos que antes todas las cruces se hacían en casas y durante los días y horas que se enseñaban las cruces  se permitía el acceso a cuantas personas acudieran. 

Este año son quince las cruces que podemos visitar, más la de San Marcos, conocida como la madre de todas las cruces, según la tradición. Pero, desde el año 2020, en Piedrabuena se hacen otro tipo de cruces, las llamadas "crucecillas", es decir, pequeñas cruces instaladas en las ventanas, balcones, escaparates, portales...Tienen una significación diferente, son una especie de reacción al confinamiento sanitario, son la expresión de un deseo, de un sentimiento, de una negación a resignarse ante la tragedia, y, de alguna manera, una afirmación y una respuesta  espontánea.

Las cruces de Piedrabuena son parte muy importante del llamado Patrimonio Inmaterial pero también del material, en cuanto que realizaciones que se pueden disfrutar y vivir durante unas dos semanas. Y, para terminar con esta breve entrada, no olvidemos que, junto a las Cruces están los Mayos y los mayeros, esos cánticos y melodías que alegran el pueblo durante estos días mágicos. Las Cruces de Piedrabuena bien merecen una visita.

 Crucecilla en la Calle Tercia.

Preparando la ajedrea y el tomillo el día antes de la apertura, en la Cruz de la Unión Democrática de Pensionistas.
Con los últimos detalles el día anterior a la apertura de las cruces. Peña Los Tunantes, una de las más antiguas.

Benito Laguna, hocino en mano, recogiendo ajedrea para la cruz de la UDP.


Angelita con las llamadas "frutas de sartén".
Cruz de la peña de jóvenes "Cruz y Malla".
Cruz de la Peña "Amigos de las Cruces" en la calle Tercia.

Algunos de los miembros de la cruz de la UDP.




Gregorio, en una cruz de tela. Es uno de los más experimentadosen el difícil arte de elaborar cruces de tela de Piedrabuena.
Esperanza con la Cruz de san Marcos, en su casa. Siguen cuatro familias con esta tradición, en la que inicialmente eran siete.

Mayeros cantando el mayo en la cruz de Los Discípulos. Es el primer grupo que incorporó a una mujer el año pasado, concretamente a Marta González Zúñiga.
Cruz municipal. La fotografía no hace honor a la belleza y la originalidad de esta cruz. Además, el entorno es igualmente espectacular. Se trata de una especie de cueva o habitáculo en el antiguo castillo de Mortara, actual plaza de toros.

Cruz de la Cueva del Castillo.


Mayeros en la churrería de Olvido, el 1 de mayo de 2022, domingo.

Cruz de Los Tunantes. Aunque en la fotografía no se aprecia es de destacar la especie de cueva realizada con piedras de basalto del volcán, así como el fluir del agua en dos fuentes, una de ellas, una pequeña tinaja, así como el recurso de "trazar" la cruz como un hueco en el brezo y la incorporación de un gran espejo.

Cruz de la Peña La Corchea, la más antigua de Piedrabuena. Es una cruz mista, de brezo y tela, con espejos y con una especie de jardín o bosquete en el exterior. Su principal artífice, José Laguna, lleva tres décadas poniendo cruces.


Cruz de la Asociación de Amas de Casa.




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