El pasado 2 de mayo de 2023, a las 8 de la tarde, se abrieron al público las dieciséis cruces que este año se han hecho en Piedrabuena, Ciudad Real, España.
Las cruces son una tradición en muchísimos pueblos de España y en algún que otro país. Su origen no es claro y hay diferentes interpretaciones. Se dice que la tradición cristiana podría haber transformado ritos paganos o religiosos anteriores, dadas las semejanzas y las fechas en las que se dan.
Lo cierto es que para el caso de este pueblo, Piedrabuena, a medio camino entre las comarcas naturales de los Montes de Ciudad Real y el Campo de Calatrava, contamos con un trabajo de historia de gran interés de José Freire, "Piedrabuena, mayos y cruces", de 1995. En él, tras muchos años de trabajo, de búsquedas en archivos, en bibliografía y de trabajo de campo con las personas de más edad del pueblo el autor no ha encontrado pruebas que demuestren que esta tradición se aleja más allá de mediados del siglo XIX.
Sin embargo en un libro del siglo XVI sobre la historia de la Virgen del Prado, patrona de la cercana Ciudad Real, se habla de cómo, ante el hallazgo de la mencionada imagen, los vecinos rápidamente recogieron plantas aromáticas del entorno para hacer una especie de altar. Podría ser un antecendente pero no pasa de ser una hipótesis más. También hemos leído que una hermana del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, en la segunda mitad del siglo XIX, estaba en Toledo forrando una cruz para el canto de la Maya (canción del inicio del mes de mayo muy extendida durante siglos en España) con plantas aromáticas.
En Piedrabuena, por otra parte, se dice que, en realidad, el origen de las cruces de mayo está en la Cruz de san Marcos. Aquí la llaman "la madre de todas las cruces" y se sigue poniendo. Se muestra sólo a las personas que tienen contacto con la familia que la expone o a los visitantes con un interés especial. Esta cruz la gestionaban los descendientes de una familia, que eran siete. De manera que cada familia la ponía cada siete años. Hoy sólo una familia la sigue poniendo todos los años, por fallecimiento de las otras ramas familiares o por desistimiento de otras.
Lo cierto es que hace tiempo desde que las cruces de Piedrabuena están experimentando un auge muy llamativo que se mueve entre la tradición y la innovación. Desde hace ya unos años vengo manteniendo que se trata de "arte efímero" y hace poco un amigo me decía que, en realidad, manifestaciones de ese tipo se han producido a lo largo de toda la historia de la Humanidad. Son bastante conocidas las creaciones de la Edad Media con motivo de los eventos más significativos de la realeza y la nobleza, por ejemplo.
Hablar de tradición y de innovación, de arte efímero y de patrimionio inmaterial puede resultar chocante. Resulta evidente, cuando se conoce un poco el mundo de las cruces piedrabueneras, que se basan en una tradición que viene desde, al menos el siglo XIX. Así, hay todo un "protocolo", "una forma de hacer", "un saber hacer" que tiene características propias, frente a las de la inmensa mayoría de municipios de España. No es este el momento ni el lugar para detallar esas particularidades pero basta una visita para comprobarlo.
Lo curioso, lo llamativo y lo que motiva esta entrada en este blog es el fenómeno social, creativo y artístico que estamos viviendo. Y es que prácticamente todas las cruces piedrabueneras están impregnadas y articuladas por la innovación. A todas las personas que pregunto me dicen lo mismo: lo que queremos es que gusten y que sean diferentes. Así, desde las peñas de jóvenes de veinte años en adelante, las de personas en edad adulta y mucha experiencia, las de las asociaciones e instituciones y las de algún particular se percibe ese proceso creativo en el que conviven el conocimiento de lo tradicional con la experimentación, a veces, ciertamente, arriesgada, pero siempre airosa y hermosa.
Cuando vi las cruces por primera vez era el año 1992 o 1993 y, lógicamente, me impactaron. En aquellos años se decía que los más modernos eran "los viejos" (dicho siempre con respeto y cariñosamente), es decir, las mujeres y los hombres del Hogar del Jubilado. Pero, poco a poco, ese empeño en "gustar", en hacer algo nuevo año tras año, se fue percibiendo en las demás cruces de Piedrabuena. En esos tiempos primaban las cruces hechas por familias ante promesas mientras que hoy la realidad es bien distinta.
Hablando de innovaciones vimos una cruz de tela hecha por un diseñador, por ejemplo, que suponía, a mi juicio, un antes y un después. Era la de Ángel López. Un poco después, en 2001, desde el Colegio Público "Miguel de Cervantes", con motivo de la organización de un curso de Etnobotánica, las profesoras y profesores hicieron una. Y el año 2003 (quizás fuera un año o dos antes) los concejales del ayuntamiento, Benito Laguna y Pilar Sánchez iniciaron la realización de la cruz municipal. Tenía una vertiente educativa, didáctica y participativa muy interesante. Las primeras se hicieron en el antiguo Hogar del Jubilado, en la calle Ramón y Cajal. Fue otro hito a tener en cuenta que, pienso, dio algunos de los frutos que hoy podemos ver.
Las peñas de Carnaval seguían cada mayo mostrando sus creaciones buscando localizaciones muy atractivas. Y llegaron los jóvenes con un potencial y una capacidad inusitadas. Sorprenden tanto sus cruces como el hecho de que sean precisamente grupos de chicas y chicos los que estén aportando este nuevo aliento a la vivencia de la Cruz de Mayo.
El ayuntamiento siguió apostando tanto por la declaración de fiesta de interés turístico regional como por la promoción de las actividades en torno a ella. Y desde el ayuntamiento, el concejal y teniente de alcalde Rafael Sánchez dio y sigue dando un impulso impresionante tanto creativo como institucional a las cruces, incluyendo a los centros educativos del municipio.
Hace pocos años, en 2018, vivimos otro hito y es que el alcalde, José Luis Cabezas, había conseguido que el artista piedrabuenero, de proyección nacional e internacional, Pedro Castrortega, hiciera la cruz municipal.
Hoy, en mayo de 2023, las cruces de Piedrabuena son una tradición extraordinariamente innovadora, creativa, de arte efímero, popular, en la que el patrimonio inmaterial sigue latente, incluyendo la también importantísima parte de los mayos. Son muchas las personas que merecerían haber sido nombradas pero esa es otra característica de las cruces, el ser hechas por varias personas, a veces muchas, y, aunque sepamos quién o quiénes tienen más experiencia o habilidad no son obras firmadas, salvo en casos excepcionales, como el antes mencionado.
Las cruces de Piedrabuena rezuman arte desde la creatividad popular y la tradición, en torno a la Cruz, símbolo católico que, para muchas personas sigue siendo lo más importante. Así, santiguarse o rezar o asistir al rezo del rosario en alguna cruz también forma parte de esta vivencia. Era y sigue siendo costumbre decir mil veces "Jesús" tras una breve oración. Este año un grupo de mujeres, la peña "Entre amigas" nos lo recuerda con un texto en su rompedora y preciosa cruz.
Igualmente, las cruces son un momento de encuentro, de convivencia muy intensa para las personas que las hacen, y para todas las que las visitamos, de dentro y de fuera. Tienen una carga y un potencial educativo nada despreciable, desde muchos puntos de vista. El patrimonio local se ha visto revalorizado, por ejemplo, con la instalación de la cruz municipal en el antiguo castillo de Mortara, hoy, plaza de toros, y un espacio cultural más.
Algo parecido ocurrió cunado una asociación y después cooperativa de parados, surgida tras el 15-M, ubicaron su cruz en una cueva del ayuntamiento con una vista espectacular de la colada de basalto del volcán de la Arzollosa. Después la cruz la siguió haciendo un matrimonio y es una de las más llamativas.
Etnobotánicamente, en realidad, etnobiológicamente hablando, las cruces son también motivo de estudio y materia con carga educativa de relevancia. Por la variedad de plantas, musgos, líquenes, rocas, animales y restos de todo tipo las cruces de monte o de brezo y las cruces mixtas merecen una mirada particular.
En cuanto a las innovaciones nos referimos a la ruptura del espacio generado por las cinco paredes o caras del habitáculo, que se solía hacer con espejos y que ahora se convierte en todo un ejercicio de composición espacial y arquitectónica, con intervenciones también esculturales muy logradas. Los materiales que se van incorporando sorprenden. Por ejemplo, un material parecido al algodón lo vimos en la cruz de Pedro Castrortega y este año lo han utilizado dos grupos de jóvenes, los de "Cruz y Malla" y los de "Brezo a brezo". Pero hay más, como el metacrilato, el humo, los juegos de luces o la inserción de una fotografía de la sierra de la Cruz, de dimensiones considerables, que, a su vez, es reflejada en un espejo.
Las cruces de tela también iniciaron ya ese camino de creatividad hace años y vemos materiales diferentes, colores más atrevidos, trenzados muy sugerentes o una cruz hecha con mil flores de papel que recorre el techo y que llega hasta la cruz de madera de oliva, obra del carpintero José Rivero. Es la de "Entre amigas".
Una cruz de tela ha llevado a cabo una integración de diferentes telas y texturas pero incorporando una preciosa colcha de hace ciento cincuenta años en la base de la Cruz.
Además, y para terminar, con motivo de la pandemia por COVID-19, surgieron otro tipo de cruces, a las que llamé "crucecillas" y que se siguen instalando en algunas puertas, ventanas, escaparates y balcones, que nos recuerdan esos trágicos, dolorosos e inciertos momentos. Hoy, ya superado al menos parcialmente, el problema, algunas crucecillas siguen hablándonos de esta tradición tan hermosa.
Cruz de brezo de "Cruz y malla".Cruz de brezo de "Los Tunantes" .
Uno de los interesantes textos de la cruz de "Entre amigas".
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