Mañana, 20 de julio de 2022, se cumplen 34 años desde que el gobierno de España publicara el Real Decreto por el que se declaraba Anchuras como zona de interés para la Defensa. Eso quería decir que allí, en los terrenos de la finca El Rosalejo, a escasos dos kilómetros del casco urbano, se ubicaría el Campo de Tiro para el Ejército del Aire. Además de Anchuras el proyecto amenazaba a otros pueblos de Toledo, como la Mina de Santa Quiteria.
El fin de semana pasado hubo algunos actos y un homenaje a los cantautores que apoyaron la lucha pacífica contra el Campo de Tiro. Les han dedicado una plaza del pueblo e instalado frases y poemas. En aquellos difíciles años estas personas, y otras muchas, llevaron a cabo una labor impresionante de solidaridad, contra viento y marea, es decir, contra todas las instituciones gubernamentales en manos del PSOE del entonces todopoderoso presidente Felipe González Márquez.
Los demás partidos de la oposición, fundamentalmente Izquierda Unida y el Partido Popular, apoyaron incondicionalmente a Anchuras, como lo hicieron los grupos ecologistas, pacifistas y la Iglesia Católica. Fue, como se ha dicho ya muchas veces, una lucha desigual y sucia, muy muy oscura, desde arriba, especialmente desde la mano de José Bono Martínez, presidente de Castilla-La Mancha.
Y llegó el momento del relevo partidista. José María Aznar, por el Partido Popular, sustituyó en el poder a su antecesor. La ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, que tantas burlas y críticas suscitó, fue la que dijo que ese territorio no sería Campo de Tiro. El ministro de Defensa, Rafael Serra se tuvo que tragar sus propias palabras e incoherencias, como otros políticos provinciales del PP, verbigracia, Francisco Gil-Ortega hicieron con sus inexplicables silencios. ¡Qué lejos estaba ese político de su compañero de partido Eduardo Rodríguez Espinosa, por ejemplo!
Por allí pasó -pasamos- muchísima gente y aportamos nuestro granito de arena. En realidad, algunos sentimos que nos llevamos de allí mucho más de lo que dejamos, como afortunadas personas que vivieron esos tiempos difíciles llenos de solidaridad. También hay que decir que fue duro en algunos momentos y quiero pensar que, de verdad, con la derogación del Real Decreto de 1996, se instauró la Paz.
Ya he escrito sobre este intenso y maravilloso período de mi vida y no quiero dar nombres, especialmente para no olvidar a nadie. Pero al decir lo del granito de arena he recordado a un alumno, Carmelo, que, con unos nueve años, escribió algo así como que todo lo mucho que había en Anchuras cabía en un granito de trigo. La cita es libre. Han pasado treinta años.
Mañana espero pasar un día feliz llevando en mi corazón ese granito de trigo que se llama Anchuras. ¡Enhorabuena a todas las personas que hicisteis posible esta hermosa historia de Paz y Conservación de la Naturaleza!
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