Por fin llueve. Los anfibios vuelven a salir, junto con algunos mamíferos bípedos que los buscan, los estudian, los ayudan a cruzar carreteras y les hacen alguna que otra fotografía. En este caso abundaban los sapos corredores (Epidalea calamita) y un gallipato (Pleurodeles waltl) de mediana talla y edad se cruzaron en nuestro camino.
Me sigue sorprendiendo el desconocimiento que impera sobre este grupo animal y, de alguna manera, el desprecio y la falta de consideración hacia ellos. Me refiero, por ejemplo a nuestra peculiar forma de tratar los espacios acuáticos en general. ¿Cuántas fuentes, abrevaderos y manantiales quedan en nuestra provincia de Ciudad Real?¿Y ríos, arroyos y lagunas? Hasta espacios naturales protegidos con la máxima categoría como el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se encuentran en un penoso estado.
Parece como si olvidásemos que los anfibios son muy buenos bioindicadores y el mensaje que nos están emitiendo en directo, sin intermediarios es que hay muchas cosas que las estamos haciendo muy mal, a pesar de la legislación y el discurso autocomplaciente en torno a la Conservación de la Naturaleza.
Así, como dice el poeta Francisco Gómez-Porro, mirar un charco puede ser, en realidad, un acto político.
Gallipato (Pleurodeles waltl) en Piedrabuena, Ciudad Real, España, 24 de octubre de 2023.
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