Ayer, 6 de febrero de 2024, comenzaron las tractoradas en España, sin previo aviso, sin autorizaciones para cortar carreteras y sin el respaldo de los sindicatos o la patronal agraria.
Supe que en el cercano municipio de El Robledo, Ciudad Real, los agricultores habían cortado el acceso al pueblo justo en el puente sobre el río Bullaque. Sin aviso y sin autorización y casi con seguridad sin consecuencias legales de ningún tipo llevaron a cabo dicho acto. Las personas que querían entrar en el pueblo tuvieron que dejar los coches aparcados fuera y hacerlo a pie. Por ejemplo, las maestras cogieron sus correspondientes bolsos, mochilas y carteras con los portátiles para poder llegar puntuales a la cita con su alumnado, cuyos reivindicativos padres les impedían el paso, sabedores de la gran resonancia que tal coacción tendría en el curso de las políticas regionales, nacionales y europeas.
Poco a poco nos fuimos enterando de los diferentes cortes, retenciones y atascos y ya en los medios de comunicación se empezaban a escuchar mensajes de lo más contradictorios y preocupantes. Por una lado llegaba la lamentable noticia dada por la presidenta de la Unión Europea Ursula Von del Leyen en el sentido de retirar su propuesta de disminuir a la mitad el uso de pesticidas en la Agricultura. Por otro, parece que con las actuales polémicas político-partidistas en torno a la Justicia nadie se acuerda de decir si se ha denunciado o detenido o multado a algunas de las personas que están alterando el orden público y prendiendo fuego a neumáticos. ¡Sorprendente! ¿Qué habría pasado si hubieran o hubiéramos sido ecologistas? Yo recuerdo un juicio celebrado a las pocas semanas de los hechos en el que el juez impuso sanciones económicas a unos ecologistas por el gravísimo hecho de pegar unas pegatinas en el autobús promocional del Aeropuerto de Ciudad Real. Por aquellas fechas también se juzgó por la vía rápida a un amigo en Ciudad Real. Se le acusaba, nada más y nada menos que de haber repartido unas octavillas por la calle y, según los agentes de la Policía Municipal de la capital, de haber tirado algunas al suelo (hecho que no era cierto, por otra parte).
De manera que me gustaría saber qué está pasando de verdad en los juzgados, en las comisarías y cuarteles y en esos despachos en los que que hay un juego tan heterogéneo de varas de medir y en el que la escultura de la Justicia aparece no solo con los ojos cerrados sino con los oídos y la nariz también taponados convenientemente.
Los discursos que hemos escuchado, sinceramente, nos parecen carentes de sentido y de fundamento y las actitudes de las autoridades y de las fuerzas del orden totalmente ajenas a sus verdaderas funciones, y se podrán hacer tantas excepciones como fuera necesario.
Tras ver algunas imágenes esta tarde en uno de los informativos de la televisión he decidido apagarla y no esperar a los informativos de las nueve de la noche.
Todo me resulta chocante. No se entiende porqué, por ejemplo, no hubo una reacción automática cuando algunos delincuentes franceses estaban paralizando, abriendo y destrozando mercancías españolas en sus carreteras. No se entiende el silencio de nuestra clase política y de nuestros correspondientes gobernantes. No se entiende la pasividad cómplice de autoridades y fuerzas del orden de Francia ante la comisión de flagrantes delitos. No se entiende la tardanza en convocar estas reivindicaciones cuando media Europa se levanta sin que sepamos todavía los verdaderos porqués. ¿Se quejan de los precios tan bajos que perciben por sus frutos? Pues diríjanse a los verdaderos actores de semejantes injusticias porque, casi seguro, no se verán afectados por los cortes de carreteras ni por tirar las mercancías de los camiones españoles. ¿Es a la clase política o a los gobernantes a quiénes quieren pedir cuentas? Pues ya saben dónde se reúnen de lunes a viernes.
¿Que quieren seguir usando pesticidas? Pues díganlo claramente para que sepamos que los casos de cáncer seguirán aumentando. ¿Qué quieren regar sin control? No pasa nada porque unos cuántos ríos más desaparezcan de nuestra patria, como ya ha pasado con algunos. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, reserva de la Biosfera, zona ZEPA, Sitio Ramsar...sigue prácticamente muerto, con un 8% del terreno inundado, el río Guadiana, seco, el Azuer, seco, el Gigüela, seco...¿Tanta bandera de España y no piensan en las personas y en su tierra? ¿Qué patria quieren?
Pero esos desfiles de tractores enormes, nuevos, y que probablemente han sido comprados con parte de las ayudas europeas no hacer honor a sus quejas, ni las estadísticas que nadie parece querer manejar.
Por cierto hace unos días en la Francia colapsada por los tractores se ha sabido que la cadena Leclerq ha retirado verduras de uno de sus supermercados por su alto contenido en pesticidas, en concentraciones superiores a las permitidas.
¿La Agenda 2030?...Para qué seguir. No tiene sentido lo que está ocurriendo pero, sobre todo, no tienen derecho a hacer las cosas como las están haciendo. Y las autoridades y las fuerzas del orden...¿dónde están?
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