El avetoro común (Botaurus stellaris) es un ave de tamaño grande (unos 70-80 cms de altura) de coloración muy críptica, parda, con manchas, franjas y "estrellas" negras y algo de color crema y blanco.
Es muy muy difícil de observar y muchas citas ornitológicas se basan en sus cantos, de dónde proceden tanto su nombre común como el científico. Y es que el avetoro ya era conocido en la antigüedad clásica. Aristóteles la consideraba la más vaga de las aves, por provenir de los esclavos (GARCÍA ARRANZ, 2010). Plinio decía que se llamaba así porque imita el bramido del toro. Marcuello (1617) lo refiere añadiendo que es semejante a los "lisonjeros y aduladores que fingen ser lo que no son" (sic).
Ha habido varias teorías en siglos pasados para explicar ese sonido tan potente que emiten los machos. Una de las más curiosas, extendida por diferentes países europeos, es la que decía que el avetoro metía el pico en el barro, en el agua o en una caña rota, y se producía un efecto de amplificación enorme. Esa idea se expresa magistralmente en la tradición oral manchega, a orillas del río Záncara, según el ornitólogo Francisco Bernis:
"El avetoro, madre,
oculto en el río,
mete el pico en la tierra,
y suelta el ronquío."
Curiosamente, ese canto tan poco corriente y taurino le ha hecho gozar de mala fama en algunos lugares, como en Cerdeña, dónde se le considera el portador de malos augurios y la voz de los muertos. Esas creencias también se dan en países asiáticos. En otros lugares de los países eslavos el avetoro se identificaba con un ser mitológico de ultratumba, el "drekavac" sobre el que recaen todo tipo de creencias, llegando algunas hasta nuestros días.
A pesar de todo los avetoros eran considerados como verdaderos manjares en el siglo XIX en el Reino Unido.
El nombre científico del género proviene, según algún estudioso, de la unión de "bos" y "taurus"..."Botaurus" pero hay más teorías sobre la etimología de este vocablo y no vamos a detenernos en ellas. Y "stellaris", el nombre de la especie, en latín significa "estrella". En francés, su nombre científico ha pasado también al común "Butor étoilé". Esas estrellas o "étoilés" son las manchas negras que tiene en su plumaje. En castellano su nombre ha ido cambiando y es una de las dificultades para su estudio. Curiosamente, aquí también se llamó de forma muy parecida a las denominaciones actuales inglesa, francesa o catalana.
Aunque tiene una distribución amplia y una población considerable es un ave que ha venido experimentando y sufriendo la pérdida de hábitats a lo largo del siglo XX hasta el punto de haberse considerado extinta en diferentes países europeos. Ese es el caso del Reino Unido dónde, en 2007, ya se pudieron contabilizar 44 parejas nidificantes. En Gales, por ejemplo, criaron dos parejas en 2020, después de 250 años sin hacerlo.
Sin embargo, en los últimos años parece detectarse cierta recuperación. De cualquier manera, sobre las estimaciones poblacionales europeas hay que tener en cuenta que un porcentaje muy elevado se corresponde con Rusia, por lo que las cifras no son tan halagüeñas como sugieren a simple vista.
En España, Francia y otros países cercanos se considera una de las aves con mayor riesgo de extinción. En Italia estaría en torno a las cien parejas reproductoras, pero sin datos oficiales desde 2004, mientras que en Francia serían 300 o 400 las parejas detectadas. A principios de los años 80 del siglo XX en España sólo quedaban entre tres y cinco parejas en el Delta del Ebro, según Muntaner et al, citado por GUTIÉRREZ EXPÓSITO, 1997. A este respecto Ramón SAÉNZ ROYUELA apuntaba en su mítica guía INCAFO: "...en años recientes apenas ha criado...". Además, cruzan e invernan algunos ejemplares procedentes del norte de Europa. Así lo afirmaba ya en 1887 el denostado y muy interesante Arévalo y Baca.
Una de las características más curiosas sobre los avetoros es su capacidad para camuflarse. Por un lado tienen hábitos fundamentalmente crepusculares y nocturnos. Por otro, viven en los carrizales y en las zonas más espesas de vegetación palustre. Además, su coloración se confunde con la de esos espacios y vegetales. Pero hay más. En caso de alarma, el avetoro se estira y levanta la cabeza, orientando el pico hacia el cielo, haciendo muy difícil su localización. También he visto el movimiento contrario, es decir, "encogerse", hasta parecer un ave mucho menor de lo que es. Y, lo más sorprendente, el más difícil todavía. Se dice que cuando el viento mece la vegetación en la que se encuentra, el avetoro realiza también un movimiento de acompañamiento al ritmo de los carrizos, si fuera el caso.
Esa cuestión de su canto o llamada es de gran importancia y, sobre todo, parece haberlo sido a lo largo de los años o, mejor dicho, siglos. En el Delta del Ebro, por ejemplo, tuvo lugar una batalla en el siglo XV. Uno de los ejércitos contendientes huyó al escuchar las llamadas de celo de los avetoros, según nos cuentan en el extraordinario libro de las aves del mundo del "Handbook", volumen número 1, cuya lectura y deleite fotográfico y pictórico recomiendo encarecidamente.
Durante las primeras décadas del siglo XX los avetoros eran abundantes en la provincia de Ciudad Real.
Un testimonio***** muy cualificado nos lo confirma. Estamos hablando del eminente entomólogo, el sacerdote don José María de la Fuente:
"Abunda en nuestra provincia (Ciudad Real) según nuestras observaciones, frecuentando en Pozuelo (de Calatrava) las márgenes del Jabalón: también lo cita Martínez Regura de Sierra Morena..."
Curioso que aparezcan los avetoros de las Tablas de Daimiel, citados textualmente de Miguel Delibes en el "Diccionario del Español Actual" de Manuel Seco et al.
En los humedales manchegos en 1992* se daba como extinguido en cuanto a su reproducción y se hablaba de la relativa abundancia a lo largo del Záncara. Se citaron varios avistamientos o cantos hasta 1988. Y en 1985 criaron una o dos parejas en Las Tablas. En la "Lista Sistemática" del "Anuario Ornitológico de Ciudad Real 1995-2001"**, leemos que se produjeron seis citas en ese período, fundamentalmente en las Lagunas de Ruidera.
Además, en el mismo anuario, en el trabajo de T. Velasco*** vemos que hay dos avistamientos en Villarrubia de los Ojos-Daimiel, en el Parque Nacional de las Tablas en 1998. Se trataría según este autor de una pareja nidificante. Podría ser la misma que encontramos en el "Censo de aves acuáticas invernantes de la provincia de Ciudad Real" de la Delegación Provincial de Agricultura y Medio Ambiente de Ciudad Real, JCCM, publicado en el citado Anuario.
Dos citas de ejemplares divagantes y accidentales aparecen en el estudio de A. J. Galindo**** en Alcázar de san Juan y Campo de Criptana pero para un período muy amplio, 1985-2002. Y en el Anuario de 2004-2005 aparecen otras dos observaciones de Alcázar de san Juan y la Laguna de Navaseca, de abril y mayo respectivamente.
Pero lo más importante quizás sea la relación entre la ganadería y la recuperación de las poblaciones de avetoro. Así lo afirmaban Joan Mayol y Jordi Sargatal, en la revista Quercus 107, en 1995, en su artículo " El ganado como instrumento de conservación en los humedales". Y es que, sin darnos cuenta, cuando hablamos de pérdida de hábitats no solemos tener en cuenta que el abandono de actividades tradicionales también suele conllevar esa disminución de territorios propicios, como es el caso. El ganado, dependiendo de tipos de prácticas, espacios y especies, es un gran aliado de la Naturaleza.
Si me he decidido a escribir de esta ave es por dos motivos. La primera, porque en el verano de 2019 pude ver un ejemplar en Villarrubia de los Ojos. Me costó mucho fotografiarlo porque, metido como estaba el avetoro entre los carrizos, era casi imposible enfocar. La segunda y más importante tiene que ver con mi infancia. Yo tuve un avetoro en el corral de mi casa mucho tiempo. Estamos hablando de los años sesenta del siglo XX, en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real. Pero esa es otra historia que quizás sea contada en otro momento.
Fuentes:
(Para aligerar la lectura algunas fuentes bibliográficas se han incorporado en el texto, con los apellidos y el año. En ocasiones la información procede de la Wikipedia en varios idiomas. Hay ideas o datos que proceden de textos no mencionados.)
*JIMÉNEZ GARCÍA-HERRERA, José et al. (1992) "Las aves del parque nacional de las Tablas de Daimiel y otros humedales manchegos", Lynx Edicions. Barcelona. 124 págs. ISBN: 84-873334-08-3.
**TORRALVO, Carlos (ed.,2002) "Anuario Ornitológico de Ciudad Real 1995-2001". SEO-Ciudad Real. Ciudad Real.
***VELASCO, T. "Aves acuáticas nidificantes en los humedales de la provincia de Ciudad Real. Año 1998". En: TORRALVO, Carlos (ed.,2002) "Anuario Ornitológico de Ciudad Real 1995-2001". SEO-Ciudad Real. Ciudad Real.
****GALINDO A.J. et al. "Aproximación al inventario de la avifauna de dos municipios manchegos, Alcázar de san Juan y Campo de Criptana (Ciudad Real). En: TORRALVO, Carlos (ed.,2002) "Anuario Ornitológico de Ciudad Real 1995-2001". SEO-Ciudad Real. Ciudad Real.
*****CABALLERO SOLER, Joaquín: "Las aves en el "Catálogo sistemático de exposición faunística parcial de la provincia de Ciudad Real". En: TORRALVO, C. (ed.)(2004) "Anuario Ornitológico de Ciudad Real. 2002-2003". SEO-Ciudad Real. Ciudad Real.
Has tenido muchas suerte de toparte con uno. Saludos y feliz año 2022!
ResponderEliminarHola, Ángel. Es cierto. Muchas gracias.
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