Uno de los hábitos más extendidos en cuanto a la comunicación oral (escrita pienso que sería impensable, rápidamente detectable y criticada) es el de contestar a cualquier pregunta con una negación, casi siempre un "no". Y cuando digo pregunta me refiero, en realidad, a cualquier intervención.
Desde que me dí cuenta, quizás porque alguien me corrigió oportunamente, no he parado de preguntarme de dónde proviene este hábito que puede generar malestar y malentendidos. He de reconocer que a mí, pese a llevar muchos años intentando corregírmelo, se me siguen escapando esos "no" iniciales.
Lo cierto es que esa forma de intervenir parece tener una parte aprendida pero, además, una especie de sustrato de negatividad, sobre el que deberíamos reflexionar. Resulta cuando menos contradictorio que para afirmar digamos "no" ¿no?
Fragmento de pintada de Ciudad Real.
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