El pasado 15 de mayo de 2024 el que fuera fundador de Podemos, el doctor Juan Carlos Monedero Fernández-Gala fue entrevistado por TVE en el programa "La Noche en 24 horas" de Xavier Fortes. No lo pude escuchar completo por haber recibido un par de llamadas telefónicas. Tuve la sensación de asistir a una clase magistral en la que no se puede levantar la mano para preguntar o emitir algunos comentarios.
Que Monedero habla muy bien no es una novedad y que se expresa de una forma muy cercana al academicismo, con abundantes términos y expresiones que no solemos usar casi nadie, tampoco. Sin embargo sus análisis de la realidad distan, a mi modesto entender, de un soporte contrastado y contrastable. Quiero decir con esto que no deja de ser una explicación de algo muy complejo que se simplifica al máximo para interpretarlo libremente.
El ejemplo que podría ilustrar lo que digo es el de un paisaje natural, urbano o antrópico, que, visto desde muy lejos, se describe. Pensemos en una formación vegetal, en un elemento natural como un río, una montaña, un humedal, una dehesa... Su conocimiento es muy difícil de conseguir aunque sea fácilmente descriptible con un sustantivo o unas cuantas frases. O imaginemos un ser vivo, cualquier ser vivo, observado a distancia. Hasta los caracolillos de apenas medio centímetro que tanto abundan y que podemos ver en las fachadas, en los árboles y hasta en el interior de algunos edificios (Xeritriccia conspurcata) tienen pelos. No, no es broma. Tampoco lo es que lancen los llamados "dardos del amor" de dónde según algún experto podría provenir la iconografía de Cupido.
Y es que "el color del cristal con que se mira" de Campoamor, el relato de la feria según nos vaya o la simple "ubicación" del hablante suponen que el discurso varíe totalmente, aunque la realidad sea la que fuere.
Yo tuve la sensación de que, hablando muy bien, la España que retrataba Monedero no era la misma que yo conocía. He vuelto a ver el programa y ... me ratifico. Ni me convence ese histrionismo discursivo sub-académico ni esa mezcla de vocablos procedentes del inglés, del alemán y de la cultura televisiva de determinados sectores sociales.
Los periodistas que le preguntaron consiguieron un autorretrato muy real, hiperrealista me atrevo a decir, con su carga de agresividad y mecanismo cefalopódico (por la tinta del calamar lo digo). Por añadir alguna pincelada más. Resumir el reinado de Juan Carlos I, de unos 39 años, con la alusión a un viaje a un país africano y repetirlo dos veces o hablar de la Iglesia Católica y de la pederastia suponen que su discurso carezca de todo valor. Sencillamente, deleznable, inconsistente y sin el más mínimo análisis serio.
En fin, no coincido con un amigo villarrubiero con el que hablé un buen, interesante y respetuoso rato pero eso es lo bonito, poder hablar, discutir, disentir, opinar...siempre desde el respeto.
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