domingo, 3 de septiembre de 2023

Las maclas de yeso del río Gigüela, en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.

 Las maclas son formaciones de cristales de diferentes materiales naturales. Cuando yo era jovencillo comencé a ver maclas de yeso en la cibanca (o con uve, civanca, orilla o ribera) del río Gigüela en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real. Eran pequeñas, de unos cuatro o cinco centímetros de lado más grande y tenían una coloración parduzca por fuera. Si se partían o estaban rotas se observaban las pequeñas capas y se rayan con la uña. Esas capas son ligeramente  translúcidas. Casi siempre estaban semienterradas en esa tierra blanquecina y yesosa. 

Como el cauce del río había sido modificado recientemente con el encauzamiento para conseguir la desecación de estas vegas y su puesta en cultivo las maclas aparecían más en los montones de tierra que había en algunas zonas adyacentes al lecho del río, paralelas y perpendiculares. 

Para mí fue todo un descubrimiento pero no pareció interesar a nadie -así lo recuerdo, después de casi cincuenta años- a pesar de su belleza y "rareza", a ojos de un amante de la Naturaleza. Creo que ese mismo año o quizás algo más tarde, mostré mi pequeño tesoro a algún profesor del internado en el que estudiaba y me dio algunas explicaciones. Durante años visitaba muy frecuentemente -en verano, prácticamente todos los días- esos lugares tan mágicos y ricos de vida, incluso después de las transformaciones tan profundas que venían sucediéndose. A lo largo del tiempo fui buscando información sobre estos temas y encontré en otros lugares yeso cristalizado en láminas, por ejemplo. 

Lo cierto es que esos pequeños cristales de yeso en maclas están asociados a mi infancia y juventud, a mis deseos de conocer el Entorno y a mi fascinación por la Naturaleza pero también a esas obras de "saneamiento" en virtud de la ley correspondiente de julio de 1956. 

Aquellas maclas de yeso, como tantos otros fenómenos y elementos naturales, en mi mente, están unidos a un sentimiento extraño, incierto, confuso, impreciso que me resulta complicado desgranar. Yo no terminaba de entender el escaso o nulo interés que suscitaban estos hallazgos, estos materiales llenos de belleza, misterio y lecciones de todo tipo. Con el tiempo leí algo sobre las inteligencias múltiples de Howard Gardner y, de alguna manera, encontré respuestas a preguntas que estaban en mi sala de espera mental. De pronto me pareció entender muchas situaciones de mi vida pero también de mi alumnado. Así, las maclas de yeso del río Gigüela siguen siendo joyas en mi memoria, verdaderas piedras preciosas sin valor económico alguno pero, piedras preciosas al fin y al cabo.


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