Un viaje relámpago, si no se hace por fuerza mayor, por algo urgente y negativo, tiene una serie de ventajas que no sé si siempre valoramos. Para una persona que suele ir siempre con las antenas puestas o los ojos como platos, que decía una compañera de trabajo, el cambiar los lugares habituales de vida en muy poco tiempo, por otros escenarios supone que se pueden tener vivencias que se salen de nuestro devenir cotidiano. Recibir esas visiones, esas imágenes, esas emociones, concentradas, es muy gratificante.
En mi caso prácticamente todo ("todo", siempre según mi criterio) me llama la atención, me interesa y me ofrece motivos de asombro, alegría, estudio, aprendizaje y placer.
Desde un punto de vista natural en un viaje de algo menos de cuatrocientos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, en coche, en menos de veinticuatro horas, me he encontrado con un corzo (Capreolus capreolus) recién atropellado, por cierto en la parte más corta de mi viaje que recorro muy frecuentemente. Sin opción de poder parar, observar detenidamente y fotografiar solo me ha quedado la opción de subir el dato a la aplicación de Ciencia Ciudadana de atropellos de la Sociedad de Historia Natural de Ciudad Real. El animal se encontraba en la carretera nacional 430, en el término municipal de Alcolea de Calatrava.
Veo buitres por el Valle de Alcudia y Sierra Madrona y una piara de cerdos ibéricos en una dehesa de la comarca de Los Pedroches, ya en la provincia de Córdoba.
Los avisos de cruces de linces son muy abundantes pero no ha caído esa breva. Paro a descansar y tomar un bocado en el hermoso pueblo de Montoro. La plaza de toros es una preciosidad arquitectónica, con esa piedra arenisca rojiza. Me entero de que se llama "molinaza". Me encuentro un neóptero enorme, con unas gotitas de agua. Me da tiempo a hacer fotos con el móvil y con la cámara y el objetivo macro. Estos blatodeos suelen provocar un rechazo generalizado siendo muy muy escasas las personas que sientan un mínimo de respeto o simple curiosidad naturalista hacia ellos. También subiré una foto a una página de ciencia ciudadana, concretamente a Observation.org. Sí, bueno, lo has adivinado, se trata de una cucaracha, probablemente la famosa "Periplaneta americana".
Llego a mi destino y veo dos caracolillos que están como a un metro de altura en la pared del hostal en el que me hospedo. Uno de ellos es cónico y nunca lo he visto. Creo que se trata de "Cochlicella (Cochlicella) acuta" (1). El otro me resulta más familiar. Ya en la ciudad un ratoncillo recorre un tramo corto de un macetero, en una plaza, de noche, y sin que me de tiempo a nada. En el interior del museo veo dos mosquitos diferentes, pero no entré al trapo. Bastante tenía con todo lo que estaba viendo y que me estaba impactando.
De vuelta, pasada la noche, me sorprende la presencia de decenas de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) sobre la misma autovía de Andalucía, muy cerca de Córdoba. Están sobre los postes eléctricos y los grandes indicadores azules que informan de conexiones y destinos. La razón no es otra que el paso por allí del río Guadajoz. Una pena que no se pueda parar para disfrutar del espectáculo.
Avanzo, ya de vuelta, y una pequeña mancha blanquecina me guiña su particular ojo, un pétalo, en la cuneta. Imposible parar. Tengo que seguir hasta que encuentre la forma segura de hacerlo. En ese trayecto de unos dos kilómetros me doy cuenta de que hay, al menos otras dos flores de jara pringosa (Cistus ladanifer). Parece como si se estuvieran despidiendo con esos ojillos ya casi cerrados de este otoño que se resistía a dar paso mañana mismo al invierno.
Para mí, aun siendo una cita de Andalucía, cercana relativamente al límite de Castilla-La Mancha, es la más tardía de estas flores que solemos asociar casi automáticamente al mes de mayo.
Antes de llegar al enorme valle de Alcudia en un quejigo (Quercus coccifera) descansa un ratonero, es decir, un busardo europeo (Buteo buteo). Me da tiempo a fotografiarlo aunque no colabora lo suficiente, es decir, más allá de unos tres o cuatro segundos...
Más adelante bastantes buitres surcan el cielo o se dejan caer, mientras algunas rapaces de pequeño tamaño, como cernícalos comunes y alguna otra que no acierto a identificar, se suspenden casi milagrosamente sobre el aire. Un milano real vuela el círculos haciendo un requiebro y las muchas urracas añaden ese toque tan entrañable con sus saltos, vuelos y poses.
Un par de familias de grullas comunes picotean, tranquilas, en el pasto, muy cerca de la carretera. Inútil parar sabiendo su reacción y molestia causada.
Ya en mi domicilio, tras descansar unos minutos, vuelvo a salir. Sentado al volante me llama la atención un heteróptero en la fachada de mi casa, que tantas alegrías me proporciona. Me acerco y, de alguna manera, lo inmortalizo y ofrezco al interés científico mundial que pueda tener. Por ejemplo, la fecha es interesante y se sale de estadísticos como la media, la mediana o la moda.
Sin embargo, recuerdo, de pronto que ayer, antes de emprender mi viaje, observé unas flores de lila que ya se están abriendo en el patio de mi casa.
(1) RUIZ RUIZ, Antonio; CÁRCABA POZO, Ángel; PORRAS CREVILLEN, Ana I. y ARRÉBOLA BURGOS, José R. (2006) "Caracoles terrestres de Andalucía. Guía y manual de identificación". Fundación Gypaetus. Junta de Andalucía. Sevilla.
Piedra "molinaza" o arenisca en la plaza de toros de Montoro, Córdoba.
Los blatodeos no son muy apreciados...Creo que se trata de la famosa "Periplaneta americana" o cucaracha americana.
"Cochlicella acuta". Alcalá de Guadaíra, Sevilla.
¿Cernuella virgata?
Mi última flor de jara pringosa (Cistus ladanifer) de 2024, supongo.
Un ratonero o busardo euroasiático (Buteo buteo) en Sierra Madrona.
No pudo ser, no quiso colaborar o no supe captar su potente vuelo.
El "Pentatoma rufipes" es un heteróptero muy común. En este caso estaba en la fachada de mi casa, hoy, 20 de diciembre de 2024.