domingo, 9 de octubre de 2022

Conocer nuestros pueblos recorriendo sus caminos: Villarrubia de los Ojos, 1.

 Una forma de conocer nuestros pueblos es recorrer sus caminos. Muchas personas piensan que visitando el casco urbano y, , sobre todo, el centro histórico, los llamados monumentos y los museos y esculturas, si las hay ya se conoce un pueblo. Generalmente se olvida que ese pueblo tiene un término municipal que puede ser tan interesante, o más, que lo que es "visitable". A veces se tiene la posibilidad de observar desde un puerto de montaña, un cerro, una construcción elevada, un mirador...pero tampoco así se obtiene una visión, en realidad, una vivencia, de ese municipio.

Recorrer los caminos de los municipios puede conllevar verdaderas sorpresas, de todo tipo, negativas y positivas, con un sinnúmero de adjetivos que se podrían ir citando. Hay algo de aventura y de emoción y, en la mayoría de ocasiones, viene muy bien utilizar mapas, libros o recurrir a personas que ya conozcan el terreno.

Lo cierto es que es una forma muy interesante de descubrir, si no se ha hecho ya, el Entorno, sí, con mayúscula.

Hoy me he dado una vuelta por el camino del Plancho o Senda del Carrascal, en Villarrubia de los Ojos. Solo he hecho unos cuatro o cinco kilómetros en coche y, sinceramente, las decepciones que me he llevado son considerables. Se constata enseguida que son poquísimos los viñedos en vaso que quedan, y se ve como han sido sustituidos por las espalderas. Además, ya hay también pistachos y olivares en espaldera en terrenos en los que nunca se cultivaron.

Se hacen visibles también los desaguisados paisajísticos cercanos de una planta de áridos y movimiento de tierras, con un impacto sorprendente que rompe la armonía y belleza de esas vistas de las rañas y la sierra.

Vemos algunos vertidos de escombros y tampoco nos parece normal. Desde hace muchos años en Villarrubia de los Ojos ha habido escombrera y, después, "punto limpio". Un poco más delante vemos cómo se está extendiendo tierra arcillosa rojiza sobre esos suelos grises que nos hablan del pasado encharcadizo, como llanura de inundación de la Madre Chica, un afluente del río Gigüela. 

Hay un montón muy grande de sarmientos, y muy grande significa "enorme" pero, lo preocupante es que allí está apilado un montón de plásticos. Da la sensación de que todo arderá muy pronto. Y volvemos a pensar en los servicios disponibles en la actualidad: punto limpio y contenedores amarillos por todo el casco urbano (me atrevo a decir que hay veinte o treinta o más).

Llegamos a un vallado junto al camino, a un metro exacto de distancia del borde. No, no es de un particular sino del "Parque Nacional" de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos. Son fincas que compró el Parque (suponemos que el Organismo Autónomo Parque Nacionales) y les faltó tiempo para vallarlas y poner carteles. ¿Es parque nacional ese terreno? Me surgen dudas. 

El camino, al llegar a un gran emparrado, se ve parcialmente cubierto con tierra y piedras de relleno de esa explotación agrícola. Aunque es mucho aventurar podría tratarse, paradójicamente, del empresario que llevó a cabo una reparación de varios kilómetros de este camino, incluyendo una ampliación "de facto" que, afortunadamente, duró poco. Es decir que, de ser cierta mi hipótesis, la persona que contrató el arreglo del camino lo ha deteriorado al paso por su finca mucho más que el resto.

Son visibles gomas del riego por goteo por muchos sitios y también se aprecia que algunos agricultores no han dejado cinco metros desde los postes de los emparrados al camino, de manera que usan esos terrenos públicos con esa maquinaria pesada. Pero, al margen de la legislación, de la normativa o los usos y costumbres que pueda haber, si el Parque Nacional valla a un metro y las instituciones no lo impiden hay poco que decir. Aunque sinceramente sí se podrían añadir ideas y datos. No todos los propietarios hacen lo mismo, afortunadamente.

En las cunetas, las pocas que van quedando, vemos "Limonium" en flor y unas plantas que, se me antojan, muy escasas y de escaso porte, el malvavisco (Althaea officinalis). Recuerdo perfectamente los enormes y abundantes malvaviscos de esta zona. Sólo he visto una en flor pero, sobre todo, me ha parecido que están muy bajas y que hay muy pocas. Cierto es que el año ha sido muy difícil meteorológicamente hablando, con escasas precipitaciones y temperaturas altísimas.

Ya en los terrenos comprados por el parque abunda el carrizo, que salta en ocasiones el camino. Los tarayes están formando un pequeño bosquete y, literalmente, se están comiendo el camino. 

Y entre los cultivos de viñas en espaldera subsisten las quinterías, las casillas, alguna que otra techada con materiales metálicos y los álamos negros en el arroyo de la Tejeruela. Es tiempo de volver. El camino conserva sólo una parte del encanto y los valores que tuvo. Ahora las pequeñas albercas de las suertes, en las que nos bañábamos de pequeños, hace más de medio siglo, en el mejor de los casos, son pequeñas leñeras o simples trasteros abandonados. Me asomo al pozo de la huerta de Jonás. Tiene agua. Me alegra comprobarlo. Esperemos que los desaguisados mencionados puedan solucionarse pronto. Sí, hoy es 9 de octubre de 2022...y no parece que la "ampliación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos  haya supuesto mejora alguna en estas tierras -La Senda del Carrascal, el Plancho, el Raposero, El Romano...-más bien al contrario.










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