martes, 15 de agosto de 2023

Olas de calor, olas de frío, olas de macro-consumo y olas de confusión.

 Estamos viviendo un verano muy cálido en buena parte de la península Ibérica y de otros países del sur de Europa. A diario se habla en los llamados medios de comunicación social de este tema y se le da un tratamiento preocupante, a mi juicio. Y es que continuamente se quiere hablar de nuevas marcas, de los registros más altos de los últimos años y de hechos similares, relacionándolo siempre con el manido, traído, llevado y omnipresente "cambio climático".

Se utiliza el concepto, más que dudoso, de "ola de calor" como se hace en otras estaciones con las "olas de frío" en lugar de expresarlo con terminología más científica de la Climatología y la Meteorología. Para reforzar esos conceptos se recurre a técnicas televisivas muy poco serias como la de proyectar como fondo de toda la pantalla la imagen de un incendio forestal o una imagen de un sol radiante, siempre con colores muy cálidos, que refuerzan y generan en realidad una imagen distorsionada de la realidad. A veces aparece una persona emitiendo en directo mostrando alguna plaza o calle, afirmando que a esas horas no hay ni un alma cuando, en realidad, sí que se aprecian algunas personas. Pero la realidad es que en pleno verano en muchos, muchísimos, lugares de España, a medio día no suele haber nadie en esos lugares que se nos ofrecen como fiel reflejo de esa falacia de la ola de calor.

Una de las consecuencias de estas noticias es que aumenta el consumo de energía, de compras de determinados productos, objetos y servicios y se contribuye a la inacción y a aumentar precisamente la sensación de calor. 

Pero España no es un territorio homogéneo sino que nuestra diversidad geográfica refleja que esos fenómenos no son desde ningún punto de vista aplicables. Factores como la latitud, la altitud, la cercanía al mar, la orientación, la proximidad de elementos naturales como ríos u otras zonas húmedas o la vegetación dejan sin sentido tales afirmaciones. 

El manejo de los datos a veces se fuerza tanto como para llegar al absurdo, a chistes del estilo de Groucho Marx. Así se dice, por ejemplo, que en tal sitio se han alcanzando las temperaturas máximas desde que hay registros...excepto tal, y cual y pascual año.

La alusión contínua al Cambio Climático tampoco es acertada porque en determinadas circunstancias lo que está ocurriendo no es un fenómeno relacionado con la modificación antrópica del clima de forma planetaria sino con acciones concretas de los últimos años o decenios. Por ejemplo, la temperatura en el interior de pueblos y ciudades suele estar  varios grados por encima de la media de los entornos naturales cercanos y eso no se suele decir. Tampoco se dice que en determinados territorios hasta hace un tiempo había vegetación que ahora ya no existe o que ríos, lagunas y humedales han desaparecido exclusivamente por la acción directa y concreta de los seres humanos en las cuatro o cinco décadas precedentes. Así, los Ojos del Guadiana y las 25.000 hectáreas de humedales que había en la Mancha Húmeda ya no existen por la sobrexplotación de los acuíferos y la agricultura intensiva y no por causas relacionadas con el calentamiento global.

Debe venir muy bien hablar del calor que hace para determinados sectores sociales, grupos políticos y empresariales y para determinadas profesiones. Estudiando inglés aprendí que es muy común hablar del tiempo para entablar una conversación con algún desconocido pero también para no tratar de otros temas que puedan ser, por ejemplo, conflictivos.

Y este verano la tónica general de los informativos que yo he visto ha estado marcada por estas formas tan peculiares de abordar y dar la información, el catastrofismo, la exageración, la trivialización, la banalización y el lugar común. 

Y esto no significa que yo niegue el Cambio Climático, concepto que he estudiado muy ligeramente y del que no me atrevo a hablar con propiedad. Lo que sí significa es que ha habido olas de confusión, de desinformación, de consumismo y de una utilización interesada de algunos datos diarios y de la instrumentalización de conceptos científicos complejos que no se deberían tratar tan a la ligera.

Para concluir, este verano, según los informativos, a fecha del 15 de agosto de 2023, llevamos ya tres olas de calor. Se sabe que al hablar y al tomar conciencia de determinadas cuestiones se generan vivencias negativas hacia ellas, Por ejemplo, cuando hablamos mucho del ruído o del calor nos hacemos más sensibles y vulnerables y nuestra tolerancia baja, en lugar de aumentar. Quedémonos con algún refrán como "en agosto frío en rostro" o el de "a mal tiempo buena cara" sin olvidar nunca que es mucho lo que podemos y debemos hacer para mejorar, en la medida de nuestras posibilidades, el entorno y el planeta. 


P.S.

Este tema lo trabajaba en mis clases de la Universidad con mi alumnado cuando trabajábamos el Clima y publiqué algunas entradas en mis blogs, hoy eliminados.




Ojos del Guadiana, Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real. Allí nacía el misterioso, literario y alucinante río Guadiana. Lleva seco cuarenta años y no es por el cambio climático.




2 comentarios:

  1. Cuánta razón tiene, nos manipulan o nos dejamos manipular??
    Gracias por seguir escribiendo

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  2. Muchas gracias por tu comentario.

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